Bailando con el enemigo

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Volví a las seis, una de las infiltradas le informo a Anthony que las damas que me arreglarían se han adelantado. Me prepararon un baño con pétalos de rosa y leche de avellanas, me dijeron que este el tiempo que considerara, pero que me vendrían a retirar a las siete para seguir arreglándome. Me relaje en el agua, tratando de calmar mis pensamientos, pero nada parecía tener sentido. Las propuestas de Harvey, el querer conocerme otra vez, ahora lo entiendo, él nunca ha querido eso, él quiere casarse conmigo por el poder, solo sigue las instrucciones de sus padres. No me dolía, me producía una fuerte sensación de enojo y a la vez todo cobraba sentido. A penas llegue a este mundo, cuando aún tenía la reputación de Audrey, Harvey parecía quererme pese a los malos tratos que ha recibido. Pero él nunca la ha querido, solo quiere el poder que su mano conlleva. Las mujeres en este mundo no son más que un mero producto para los hombres, los hombres son para las mujeres su manera de progresar. La idea que el juego ha vendido es errónea, no es una historia de amor, es una historia de intereses acuerdos y saberlo me hace dudar de todo. ¿Qué ganara August, Alek o Merredit al casarse conmigo? Poder, tierras, prestigio. Sus muestras de amabilidad, su ayuda, el aprecio que me muestran, todo puede ser en realidad una manera de asegurarse de tomar mi reino, el cual jamás se me permitirá gobernar. Mis únicas amistades sinceras son con Esther y Evolet, quienes conmigo no ganan nada.

Limpie una lágrima que se ha escapado de mis ojos. ¿En que comento había comenzado a llorar? Tan solo suspiré y me levante de la bañera, me coloque una bata blanca.

– Pueden entrar. – Respondí.

Entro una dama, de cabello negro y ojos violeta, piel blanca, casi como la porcelana. Me senté en un banco y la dama comenzó a limar las uñas de mis pies, se encuentra arrodillada ante mí.

– Solo come los bocadillos que contengan un detalle en color verde. Son los que hemos revisado.

Al parecer es una de mis aliadas, la noticia de mi llegada no tardo en correr.

Tras terminar de limarme las uñas se ha retirado de la habitación, esperando que me cambiara, luego de esto otra damisela entro a limpiar el baño, mientras la chica de los ojos violeta me terminaba de vestir. Me coloco un corsé negro, el cual se ataba hacia atrás. Paso a colocarme un vestido del mismo color, con un escote corazón y un tajo en la pierna. Al acabar me coloco una falda traslucida en color bordo, al igual que dos mangas de farol de la misma tela, los cuales no estaban conectados con el vestido, pero al verlo junto daba la ilusión que sí. Continuo pintando mis uñas, con la misma gama de colores, maquillando mis ojos en tonos naturales y pintando mis labios en un tono carmesí intenso. Recogió mi cabello en una coleta alta dejando un mechón suelto. Estaba lista, tan solo me quedaba esperar que Harvey llegara.

Harvey se encuentra a mi lado, está usando un pantalón de vestir negro, una remera musculosa de encaje y sobre esta otra de tul negro manga larga

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Harvey se encuentra a mi lado, está usando un pantalón de vestir negro, una remera musculosa de encaje y sobre esta otra de tul negro manga larga. Íbamos a juego, entramos al salón tras anunciarnos, todos parecen ir con los mismos tonos y el mismo estilo de ropa, siguiendo a la perfección el código de vestimenta. Juntos dimos el baile inicial, me encontraba bailando con mi enemigo, en un vals de engaños, donde competíamos por quien mantiene mejor las apariencias, quien hace caer a quien.

Al acabar el baile, Decot se acerca a mí, tiene el cabello negro como Harvey y está perfectamente peinado hacia atrás. Es alto, por lo que debo levantar mi vista para verle. Sus ojos son negros, vacíos, lo único humano que puedo ver en ellos es mi reflejo.

– Señorita Audrey, Oí de tu compromiso con Alfred, guardare el secreto. – Inicia la conversación una sonrisa burlona. – Pero planeo salvarle, ¿cree usted en los caballeros de brillante armadura?

No quiero que sospeche, debo mantener mi mascara, debo mentir y responder con cuidado, hacerle creer que se saldrá con la suya.

– Solo creo en los cuentos que me benefician. – Mentí, pero si me propone un acuerdo tendré una excusa para volver aquí, una a la cual ni siquiera mi padre podría impedirlo.

– Mi hijo podría salvarla, tu reino y el mío se han mantenido en las sombras, pero de unirse, podrían hacer cosas maravillosas. Un casamiento con Harvey es mucho más prometedor que con Alfred, ¿no cree usted? – Interroga, está jugando con mi mente, pero sé que me esta extorsionando.

Aquí tengo aliados, con un supuesto matrimonio mis visitas al segundo reino aumentarían, mis posibilidades de hablar con Anthony también y no me asesinarían hasta luego de la boda. Solo debo seguir la corriente y antes de mi casamiento traicionarles. Cumpliría así el sueño de Audrey, lograría darle justicia a Margot.

– Es un interesante acuerdo. – Respondí.

Tome una copa con una pequeña cinta en color verde, casi imperceptible. El tomo otra y brindamos, no ha notado mis nervios, y de hacerlos puede que lo interprete como horror ante la idea del matrimonio con Alfred.

– Enviare una carta, pero con su sí ya tenemos todo. – Sonríe y le devuelvo la sonrisa, tras esto él se retira.

A donde estaba se acercó Harvey, quien me invito a conversar en el balcón, acepte y fuimos allí. Podía ver por la entrada a las personas bailando y conversando, ¿Quiénes son mis aliados allí? ¿Quiénes son mis enemigos? ¿Quiénes son tan solo invitados ajenos a esta guerra oculta?

– Vi que hablaste con mi padre, me intriga saber sobre que hablaron. – Comenta.

– Un acuerdo matrimonial. – Le respondí sin dar vueltas.

– ¿Y qué le dijiste? – interroga.

– Puede que le haya dicho que sí.

No vi una sonrisa en su rostro, al contrario vi una mirada algo apagada.

– No es que no quiera casarme contigo, pero, ¿Por qué aceptaste? ¿Poder? ¿Librarte de un compromiso? – Vuelve a preguntas.

Sus palabras me desconciertan, ¿no es esa su misma razón para aceptar un matrimonio? Una parte de mí quiere creerle, pero otra me dice que es tan solo una trampa.

– Siempre estuve enamorado de ti, Audrey. – Continúa hablando. – Eres lo más sincero que conocí nunca, por eso respóndeme, con sinceridad, por favor. Solo dime porque aceptaste.

– Un matrimonio es un acuerdo que beneficia a ambas partes. – hable en voz alta, tratando de buscar su reacción.

No sonrió, no me dio la razón.

– Esta bien, gracias por responder. – Declaró en voz alta, para retirarse.

¿Me abre equivocado con todo esto? ¿Y si sus sentimientos en realidad son reales?

Sujete su muñeca, evitando que se vaya, pero el giró a verme.

– No actúes como si te lastimara, tu solo quieres poder, buscas matarme como tu padre lo hizo con mi madre. – Respondí en voz alta, arriesgando absolutamente todo.

He llegado a un punto donde no sé qué es real, que es mentira, si muero ahora al menos lo haré tras saber que solo es un traidor.

– Si me dices que mis padres son unos asesinos, podría creerlo, son solo desconocidos para mí. – Objeta. – Desconozco nuestra historia, pero nunca permitiría que alguien te dañara. Mis palabras e intenciones son honestas, no miento al decir que eres lo único real que he conocido. Incluso aunque me rompa el corazón que aceptes que tome tu mano por conveniencia, sigues siendo verdadera, sigues siendo en aquello que puedo confiar. ¿Quieres saber mis razones para casarme contigo? Porque nunca he desconfiado de tus acciones, porque eres en todo aquello a lo que puedo aferrarme. Mañana quiero escuchar más de esa historia, si estas dispuesta a confiar en mí, ahora mismo verte es algo que no puedo soportar.

Y tras decir esto me dejo sola. Mi cabeza me dolía, ¿estaré equivocada? Todo lo que me ha dicho lo sentí sincero. No quiero confiar, no quiero equivocarme. Y si sus palabras son sinceras, podría ser tan solo una idealización, porque no recuerdo haber vivido tanto con él como para una declaración tan fuerte. Aun ahora desconfió, porque no puedo entender esto, porque tengo más en juego de lo que quisiera. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora