¿Aliados o Enemigos?

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Finn escuchaba los latidos desenfrenados de su corazón golpearle sin tregua en sus orejas. Como podía, estaba corriendo por las calles sin rumbo alguno buscando un refugio seguro.

Se había equivocado al tomar por hecho que Phasma ya no lo perseguiría una vez abandonó el bosque hacia los humanos. La guerrera era leal y muy persistente, cualquier orden que le dieran, ella las acataba con obediencia por muy locas que parecieran.

Con razón le caía tan bien a Ren y a Hux.

—¡No puedes huir por siempre, asqueroso traidor! —su amenaza lo impulsó a apresurar su andar y no mirar atrás. Sentía sus ojos azul hielo congelarle la cola y el lomo.

Phasma estaba en lo cierto, no podría escapar por siempre.

Por mucho que buscara y hurgara incluso entre la espantosa basura humana, Finn no daba con ni un solo guerrero del Clan Luminoso que pudiera socorrerlo. Literalmente parecía como si la tierra los hubiera tragado a todos. ¿Acaso la Fuerza los habría abandonado? A veces la Fuerza podía ser muy misteriosa.

—Phasma, el traidor es muy escurridizo —la gata rodó los ojos con fastidio —. Tal vez debamos volver.

—¡No! —le bufó al guerrero que sutilmente se le había pegado un poco mientras corrían —No podemos rendirnos aún, Snoke fue muy claro —ella mejor que nadie sabía que el Líder nunca le perdonaría su retirada —, quiere al traidor a sus pies y nosotros se lo daremos, ¿entendido?

Los cuatro guerreros asintieron a sus lados, sin apartar mucho la vista del frente. Finn de verdad era muy escurridizo, como una rata difícil de cazar.

Phasma sacudió la cabeza bruscamente cuando posibles castigos por su misión fallida cruzaron por su mente. Snoke seguro la mataría de hambre o la llevaría a todas las patrullas con tal de agotarla lo más posible y debilitarla. No era la primera vez que lo hacía, pero ella quería evitar a toda costa una siguiente vez.

—Creo que lo tenemos, Phasma —informó su colega.

—Perfecto —el muy tonto se había metido en un callejón, del cual no saldría y sería su tumba —No lo dejen ir.

Obedecieron sus guerreros, cada uno ubicándose estratégicamente para cubrir todos los posibles escapes.

La guerrera gris y esbelta fue la primera en entrar, extrañándose al no ver al traidor allí. Sus compañeros la siguieron de cerca.

—No tienes dónde esconderte, ¡sal ya! —gritó autoritaria, sus orbes brillando con intensidad —Estás acorralado.

—¡Eso tú crees, bola de pelo mandona!

Un estruendo metálico detrás suyo los alertó, haciéndolos voltear y darse cuenta que ahora ellos eran los encerrados en el callejón.

—¡Ahí está!

El joven atigrado saltaba lo mejor que podía sobre las bases resbaladizas de los contenedores. Fue difícil empujarlas él solo todas, pero, gracias a la Fuerza, logró hacerlo, dejándolos igual de atrapados que él en los túneles del bosque.

Con Phasma, por el momento, fuera, Finn aprovechó para seguir perdiéndose en las calles.

Estaba un poco más calmado que antes, pero no debía bajar la guardia aún.

—Si yo fuera un cachorro, ¿dónde me escondería?

Si no podía dar con el Clan y ninguno de sus guerreros, al menos trataría de rastrear al cachorro del que Poe tanto le había hablado antes de su accidente.

BB-8, un cachorrito gordito, de pelaje suave blanco y naranja. El Lugarteniente le dijo que sería muy fácil de reconocer, por lo que la esperanza era algo que aún mantenía.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora