Ojos Ámbar

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Pese a que la llamó y la zarandeó lo suficiente para despertarla, para regresarla a la realidad, Luke no logró que Rey se apartara de la Oscuridad que la acechaba sin que la notara. Cuando la vio inmóvil, con una respiración casi imperceptible, pensó lo peor.

La Fuerza la había reclamado ante sus narices y él no había podido hacer nada para evitarlo.

—Por la Fuerza, ¿qué he hecho? —se lamentó, intentando otra que abriera los ojos siquiera.

Su corazón se calmó al ella soltar un jadeo. Le tranquilizó obtener una señal de vida de su parte, pero lo alarmó el repentino temor que emanaba incluso inconsciente. Lo que fuera que su mente le estaba mostrando, no parecía ser algo muy bueno.

—¡Resiste, Rey! —nuevamente la llamó, rogando que se detuviera. Su angustia aumentó.

Tras varios minutos rezando a la Fuerza, implorándole que le devolviera a su aprendiza sana y salva, la respiración de Rey se aceleró cuando esta comenzó a tomar bocanadas de aire desesperada. Su pelaje estaba erizado, sus ojos desorbitados y sus garras desenfundadas. Ella había vuelto, aunque el alivio solo le duró poco cuando recordó que estaba pasando con ella exactamente.

Había sucumbido a la Oscuridad. No se resistió ni negó, simplemente se dejó llevar. Luke suspiró con tranquilidad y pesadez. Otra vez había fallado en sus enseñanzas, en su intento estúpido por guiarla.

Sin darle tiempo a nada, se alejó de Rey lo más rápido que pudo. No escuchó sus protestas, no se molestó ni en mirarla, ni en saber si de verdad estaba bien. Él solo se marchó, tratando de buscar paz en una meditación que rápidamente le sacó de quicio.

Estás siendo muy duro con ella, Luke —una voz masculina a su espalda resonó. Se rehusó a darle la cara —, con ella y contigo mismo.

Luke resopló, girando al fin. Los ojos azulinos de Obi Wan lo veían comprensivos, amables. Como deseó compartir su temple.

—La Oscuridad la reclama, Maestro —informó, ladeando la cola bruscamente —, la seduce, la quiere para sí.

Calma, aprendiz mío —apoyó su cola en su lomo, reconfortándolo un poco —. Para eso estamos nosotros los mentores, los guiamos, les enseñamos cuál es el camino correcto.

El curandero rubio canoso no podía ni parpadear de lo aterrado que estaba. Cada que cerraba los ojos, cada que bajaba la guardia solo un poco, la visión que tuvo mientras Rey seguía en trance lo asaltaba sin tregua.

En ese momento, la Fuerza le mostró el horrendo escenario en el que caminaba su aprendiza. Sombras por doquier, acorralándola, encerrándola para que solo tuviera una dirección a la cual ir, hacia adelante, hacia donde un par de feroces ojos ambarinos la esperaban ansiosos.

Lo negó al principio, pero ahora estaba más que seguro que la Fuerza quería decirle algo que solo él podría evitar. Esa mirada brillante y peligrosa tras las hojas de la Oscuridad solo la había visto en un gato en toda su vida, en uno joven y que, en su tiempo, demostró ser un caos a punto de explotar.

—Ben…

No tenía dudas ya, su sobrino estaba detrás de todo ese problema que amenazaba con enloquecerlo. Primero los aprendices desaparecidos, luego la tormenta, el fuego que provocó, y ahora… Rey correría con la misma suerte si no intervenía.

Debes pensar con la cabeza fría, Luke —aconsejó el fantasma al verlo atar cabos equivocados —. No estás viendo las cosas con claridad.

—No, Maestro —se sacudió el pelaje, tratando inútilmente de alisarlo. Se había erizado mientras pensaba en una solución para salvar a su aprendiza de la maldad de Kylo Ren —. Ahora lo veo mejor que nunca.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora