Merecido Final

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“Cuando la Luz alcance a la Oscuridad y se unan en un juramento que ni las mismas estrellas puedan realizar, el bosque se teñirá de rojo y las sombras ascenderán para recibir su merecido final

El cielo tronaba, enfurecido con los guerreros que bajo él se enfrentaban entre sí con valor, con determinación por decidir quién sería el ganador, el vencedor en esa guerra que parecía nunca tener fin conforme pasaban las horas, eternas, interminables e insufribles.

En el campamento, no muy ajeno a lo que sucedía en el principal campo de batalla, Pryde lideraba a sus guerreros sombríos hacia el triunfo contra sus rivales de antaño, esos que ahora se defendían lo mejor que podían, arañando, mordiendo, insultando incluso en un intento por provocar y hacer caer al enemigo en una trampa de la cual difícilmente se pudieran librar.

Hux y Paige estaban juntos, luchando hombro con hombro con los gatos que los acorralaban e impedían moverse más allá del centro. La guerrera no lucía muy bien con las heridas que sus flancos lastimados de por sí poseían, pero se rehusaba a dejar solo a su compañero, quien la protegía y ayudaba siempre que podía.

Como ahora, por ejemplo, que la salvó de ser sometida empujándola y recibiendo él el ataque. Pese a ser más pequeño que ellos, el Lugarteniente era más veloz, más ágil para escabullirse y contratacar.

—¿Estás bien, Hux? —este asintió, demasiado cansado como para formular palabra entendible —Tus heridas me dicen lo contrario.

—Debemos… debemos hallar a Pryde —explicó jadeante, reincorporándose de apoco mientras observaba a los lejos como sus compañeros de Clan se reagrupaban una vez más para embestir a los intrusos en sus tierras —. Sin un Líder que las guíe, las sombras quedarán a su suerte, expuestas a nuestra disposición.

—¿Cómo estás tan seguro de que funcionará?

—¿Tienes una mejor idea? —sonó tosco sin querer, pero logrando de igual forma que ella aceptara y lo ayudara a levantarse completamente.

Se sacudió, quitándose el polvo y la sangre de más que se pegaba a su encendido pelaje. La miró fijamente a los ojos, en una petición silenciosa de que junto a él buscara al felino que necesitaban para acabar la pelea de una buena vez por todas.

—¡Allí está! —indicó Paige, señalando con su nariz hacia donde el susodicho Líder se encontraba.

Hux se paralizó al reconocer la entrada de la Maternidad y apresuró el paso para alcanzarlo, empujarlo y hacerlo rodar aparatosamente por el suelo justo a su lado. Pryde claramente se sorprendió, pues no se esperaba que él estaría allí en esa guerra, al menos no en el bando contrario, en el de los débiles y blandos.

—Armitage Hux, qué gusto volver a vernos —siseó sarcástico, levantándose sin dejar de mirarlo duramente a los ojos, esos verdes que brillaban furiosos, enloquecidos por lo que hacía solo un segundo podría haber sucedido.

—Lástima que no puedo decir lo mismo de ti, Pryde. No has cambiado nada desde la última vez que nos vimos, desde aquella vez en la que una mascota, una minina mimada, te mató, te hizo trizas —se burló, recordando lo mucho que al veterano le disgustaba en demasía siquiera la mención de dicha hembra tan peculiar. Este ronroneó secamente, flexionando las garras.

—Es una pena que ella, esta vez, no podrá salvarte —mostró los colmillos, preparándose para saltar y haciéndolo justo cuando su contrincante se agachaba listo para recibirlo, listo para enzarzarse con él en una maraña hecha de arañazos y mordiscos violentos y mortales.

Paige, que iba detrás de Hux un poco rezagada, solo alcanzó a ver el cómo ambos comenzaban a forcejear e insultarse. Le hubiera encantado ayudarlo, meterse y también darle su merecido al viejo gato, pero sabía bien que esa pelea era solo de él, y que él era el único que podría librarla.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora