¿La cachorra desaparecida?

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Cuando la pequeña Paige se escapó de la Maternidad hacia el bosque, jamás pensó que, en lugar de encontrar a Rey y a Rose como tanto quería, se chocaría con dos guerreros igual de simpáticos que ellas en las fronteras.

Se había ido sin permiso de su madre ni escolta que la cuidara, pero no podía ir acompañada a donde se dirigía. Sus amigas guerreras lucían tan ensimismadas hacía días, que lo único que deseaba era siquiera preguntarles cómo estaban. No la visitaban tan a menudo ya y las extrañaba un montón, por lo que no dudó en salir en su búsqueda, aunque luego se ganara un par de problemas con su madre y posiblemente con la Líder también.

Ahora, volviendo a la actualidad, sus nuevos amigos jugaban con ella en lo que juntos esperaban que alguien viniera para regresarla al campamento del Clan Luminoso.

—¿Ya estás mejor? —le preguntó el guerrero rojizo de ojos claros y amables viéndola comer. Le había cazado un ratón porque se moría de hambre desde que salió de la Maternidad sola. Además, él era tan lindo con ella, que no se pudo negar.

—Sí, gracias, Hux —ronroneó su nombre, ganándose de su parte un maullido igual de encantado.

Desde que la había encontrado vagando sola cerca al río con peligro de resbalarse, Hux se rehusaba a soltarla. Su cola espesa la envolvía con fuerza contra sí mientras se encargaba de acicalarle las orejas tiernamente.

La cuidaba como un padre, y eso era suficiente para que confiara en él.

Lastimosamente, Paige no podía decir lo mismo del gato negro que los acompañaba en silencio y con los ojos cerrados. No le parecía malo, solo que le daba mucho miedo su estatura intimidante. Nunca en su vida había visto un gato tan alto y corpulento. Ni siquiera el Lugarteniente de su Clan lo era.

Kylo, como le dijo que se llamaba, descansaba a un par de metros de ella y Hux recostado y con la cola pegada al flanco. Su pacífico semblante le reducía un poco su aire salvaje y mortal.

Se preguntó, ¿sería tan dulce con los cachorros como lo era Hux con ella? Tenía temor de averiguarlo y perder la cola en el acto.

Ahora que Paige se ponía a pensar, ambos gatos se le hacían ligeramente conocidos. Y es que juraba haber oído sobre ellos lo suficiente como para imaginarlos físicamente.

¡Pero claro! Rose y Rey se los había descrito cuando ella preguntó por ellos y el interés ferviente que les tenían. Ahora todo cobraba sentido.

¿Acaso sería posible que ellos cuatro se conocieran de frente y por eso sabían tan bien los rasgos unos de los otros? Suponía que sí, porque la forma con la que los describían perfectamente era tan precisa, que no creía que hubiera otra explicación además de la obvia.

Suspiró, ovillándose al lado de Hux otra vez en lo que este la mecía con su cola. Esperaba que Rose y Rey fueran las que la buscaran porque deseaba que le aclararan sus dudas a como diera lugar.

Y al parecer así sería porque ellas no tardaron en aparecer tras los arbustos gritando su nombre.

Ambas se detuvieron pasmadas ante la escena tan pacífica frente suyo. Kylo se levantó primero y prácticamente saltó hacia Rey para saludarla. Rose literalmente tuvo que apartarse para no terminar aplastada por tan efusivo recuentro.

—¡Ben! —cantó su nombre en lo que él seguía restregándose con fuerza contra ella. Ronroneó y ronroneó, pero no creía que eso bastara para que supiera lo feliz que era de verlo de nuevo.

—¡Oh, cariño! —exclamó para ella, para que nadie más que los dos se enteraran de lo dichoso que se sentía —Te extrañe mucho. Casi siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que nos vimos.  

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora