Paternidad

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Apenas se enteró que su casi hija estaba embarazada, a la espera de lo cachorros que no eran más que una bendición tras muchos años de soledad y guerra para ambos padres, Leia no tardó mucho en difundir la noticia por todo el Clan. No existía gato que no supiera, ni uno que no mirara con orgullo y felicidad a la pareja que ahora estaba más melosa y unida que nunca. A donde fueran, ellos irradiaban dicha, alegría por lo que pronto vendría una vez se cumplieran las dos lunas completas.

—¡Rey, espera, por favor!

Sin embargo, sería una vil mentira decir que todo brillaba como el oro para los dos gatos en cuestión. Con la hembra estando en la dulce espera, los drásticos cambios de humor no demoraron mucho en llegar, alarmando en más de una ocasión al futuro padre, quien hacía hasta lo imposible por contentarla y evitar la discordia. Ya suficiente tenía con que hubiera veces que no le hablara como para que ahora lo dejara de ver por un error que ni siquiera había sido hecho con la intención que ella creía.

—¡Aléjate de mí! —le gruñó, brevemente girándose y encarándolo. Ben se paralizó al notar sus bellos ojos verdes húmedos por las lágrimas contenidas —¡no quiero verte nunca más!

En la mañana, cuando las patrullas se reunían para partir al bosque a cazar el desayuno del día, el joven Líder había decidido acompañarlos, no sin antes, claro, despedirse de su guerrera durmiente con un lametazo tierno y lento sobre sus orejas trémulas. Tras eso, todo transcurrió bien. O al menos así fue hasta que él y su grupo regresaron y Kaydel le pidió supervisión en una nueva técnica de acecho que planeaba usar en la próxima cacería.

La felicitó, le asintió, hizo todo sin saber que de lejos era observado por nada más ni nada menos que por la dueña legítima de su corazón. Obviamente, no era lo que a simple vista podría parecer. Aun así, por mucho que se lo explicó, Rey ni siquiera lo dejó acercársele, siseándole siempre que lo veía, erizándose siempre que intentaba, aunque sea, ronronearle un muy lastimero lo siento.

No iba a negar que le gustaba verla enojada, con los ojos brillando en ferocidad y las garras y colmillos al descubierto mientras que con la cola protegía su abultado vientre. Pero, en ese momento, lo que menos deseaba era que siguiera enojada con él. Quería abrazarla, envolverla con fuerza en su pelaje y zarpas y mecerla como si de una cachorrita se tratara, como su adorada pareja que, gracias a la Fuerza, sí era y continuaría siendo por, esperaba, mucho, mucho tiempo antes de que las estrellas los reclamaran e invitaran a vivir entre ellas.

—¿Problemas en el paraíso, Solo?

Cuando escuchó a Hux acercarse y detener con la cola sobre su lomo el camino que había estado trazando hacia Rey desde la mañana, Ben bufó rendido y exasperado. Si su amigo había venido solo para burlarse, sería mejor que lo pensara bien si no quería probar sus garras.

—¿Qué quieres ahora, petirrojo? —suspiró pesadamente, mirándole de una manera que le hizo saber todo lo que planeaba hacerle si no medía bien las palabras que le diría. El Lugarteniente tragó en seco, mostrando únicamente su mejor cara, su mejor burlón, pero comprensivo a la vez semblante.

—¿Y ahora qué hiciste para que tu guerrera esté tan molesta contigo?

—¿Cómo lo haces, Hux? —soltó dolido, entristecido de que él y Rey pelearan cada vez más por más sinsentidos. Las reconciliaciones que le sucedían lo compensaban en varias de las ocasiones, pero igual le frustraba no saber qué más hacer para mantenerla en sus cinco sentidos y así estar bien ya sin problemas que los separen —¿Acaso Rose no era así cuando…?

—¡Ni lo menciones! —exclamó erizando la cola, interrumpiéndolo a la par que se golpeaba la frente con la almohadilla de su pata.

Durante el embarazo, Rose había sido todo menos tranquila. Todavía no podía olvidar los llantos por las cosas sin fundamentos que le reclamaba. Ni las mordidas que le dio una vez salió sin avisar por casi un día entero. Aunque esto último estaba justificado, desde ese día se juró nunca más hacer algo sin antes decirle.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora