Un nuevo día, un nuevo inicio

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Una luna bastó para que los cambios se desataran, para que los Clanes juntos superaran distintos retos que su conjunta convivencia suponía. Desde simples discusiones hasta peleas campales en el mismo territorio, los Líderes por poco perdían la cabeza tanto en el sentido literal como figurado. Incluso tuvieron que enfrentarse, liderando dos bandos opuestos que muy agotadoramente terminaron uniéndose de nuevo al cabo de la resolución de sus ideas disparejas.

Todo al final siempre valdría la pena, se decían ambos en consuelo, mirándose entre sí y asintiendo, contemplando luego lo que juntos habían creado, el nuevo Clan que era su hogar y el de muchos más.

Desde que las estrellas habían regresado al manto plateado del cielo, a su verdadero lugar en ese gran y misterioso mundo, el bosque entero se había sumido en una profunda, pero acogedora tranquilidad, con suaves lluvias y sin tormentas terribles que les recordaran la época dura de la guerra que hacía solo un tiempo habían librado contra las sombras.

Tras ese día, también, nadie había vuelto a saber de sus sombrías enemigas, ni de ellas ni de la guerrera de cola anillada que se las llevó muy lejos apenas se enteró que su Líder había perecido bajo las garras de sus luminosos adversarios.

Luke y Leia se encargaban juntos de explicarles a sus felinos lo exactamente ocurrido en el campo de batalla. Obviando algunos detalles para no asustar a nadie y añadiendo unos cuantos solo para cuando se dirigían hacia los cachorros llenos de inocente curiosidad. Aun así, estos siempre pedían que les contaran más, más sobre el enemigo que enfrentaban como de la Díada que lo había derrotado y regresado posteriormente la paz en la que felices vivían.

La Líder no tenía corazón para negarse, comenzando a narrar la historia una y otra vez hasta dejar a los más jóvenes deseosos de más y más. Claramente, como era de suponerse, su hermano le advirtió que no exagerara demasiado en los detalles. Sin embargo, ella, cegada por la dulzura que sus oyentes emanaban, no podía evitar contar maravillas sobre los dos felinos enamorados que los habían salvado.

No había cachorro en la Maternidad que no estuviera ansioso por escucharla, por imaginarse en su cabecita fantasiosa el escenario real en donde los mayores habían estado mientras defendían sus tierras de los invasores indeseados. Siempre mostraban genuino interés, uno que las madres no podían dejar de admirar y cautivarse.

Igual que con los guerreros, que tuvieron que hacer sus guaridas más grandes y espaciosas para los nuevos que se unían a sus filas, la reinas también hicieron unos cuantos arreglos a su acogedor de por sí sitio en el Clan.

Con la llegada de los cachorros de Rose, los curanderos habían decidido bajo el permiso de las habitantes expandir la guarida para que todas convivieran sin tener que amontonarse. Además de ellas, los cachorros que ya habían abierto los ojos también necesitaban su espacio para jugar sin complicaciones que los detuvieran o metieran en problemas con las que los cuidaban con sus vidas y todas sus garras.

En esos días, el Lugarteniente pelirrojo había sido el que más escándalo hacía en todo el Clan. Chillando emocionado, yendo de un lugar a otro con presas y musgo seco y cómodo para su pareja. Los que lo veían de frente ahora, no reconocían ni por asomo al guerrero frío que había sido en sus épocas bajo el liderazgo del engendro de Snoke, ni al que fue cuando Ben ascendió al poder y lo nombró su zarpa derecha y leal soporte.

Literalmente, era como si hubiera renacido en otro gato, uno del cual sus amigos no podían sentirse más que orgullosos de conocer.

—¿Puedo entrar? ¿ya nacieron? —preguntó sumamente ansioso, desesperado por que Phasma y Ben dejaran de ignorarle y le respondieran algo que lo calmara, que lo consolara en lo que los nervios lo dominaban sin tregua a nada —¡no se queden mudos y digan algo!

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora