Pesadillas

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—No, no, ¡no! —gruñía Palpatine, colmado por la furia que lo embargaba, aquella que lo consumía y alimentaba sus ganas de querer destruir la tierra con sus propias garras —¿Cómo se les pudo haber escapado Skywalker tan fácilmente? ¡ustedes lo tenían!

Ni Ventress ni Dooku sabían qué contestar. Su Líder estaba más que molesto, que decepcionado simplemente de su garrafal error. Sus ojos ámbar brillaban como el mismo Sol, como el mismo fuego que rugía con fuerza en su interior.

Ambos tragaron en seco, un tanto temerosos por lo que pudiera pasarles a continuación si él decidía hacerlos pagar y castigarlos.

—¿Algo que decir en su defensa? —preguntó seriamente, mirándolos con una fijeza que los paralizó e impidió articular siquiera un murmullo —¡Hablen ya!

—El muro de Luz que separa los territorios lo protegió de nuestros ataques, Maestro —informó le veterano con la cabeza gacha, ajeno a la mirada incrédula de quien en el pasado había sido su mejor aprendiza —. Pese a lo debilitada que está, las estrellas se las están arreglando para fortalecerlo nuevamente y usarlo contra nosotros, las sombras.

—Tú mismo los has dicho, Dooku. Somos sombras, guerreros capaces y duros —le recordó Palpatine entre siseos, bajando lentamente del montón de huesos que le servían de trono —. Tomamos lo que nos pertenece por derecho, lo que se nos ha negado injustamente.

¿Injustamente? Él no diría que alguno allí haya cometido acciones que se les pueda denominar justas. Todos eran sombras y estaban ahí por una razón, porque en vida no habían sido más que parásitos para los que buscaban justamente la paz en el bosque.

Dooku no se inmutó ante su pronta presencia frente suyo, solo alzó la vista para verlo a los ojos. A pesar de que ambos poseían el mismo color, los de su Líder eran mucho más sombríos, sin una pizca de bondad, una pizca de Luz que indicara que aún estaba a tiempo de arrepentirse.

—Retírense. No quiero verlos más, no hasta que los necesite para algo en lo que me sean útiles de verdad —ordenó gruñendo, azotando la cola para asustarlos y así alejarlos por completo de él.

No le apetecía oír sus disculpas y tontas excusas. Quería hechos, no promesas vacías de que a la próxima lo harían como se los pedía.

Los guerreros asintieron, dando media vuelta y cumpliendo con la orden a la perfección. A Dooku le extrañó que Ventress no se hubiera separado de él durante todo el camino, pero luego se dio cuenta que ella tenía un motivo para su cercanía.

—¿Por qué lo hiciste, Maestro? —le recriminó y él de inmediato desvió la mirada al suelo al entender por donde iba el tema. Sabía que llegaría, solo que… no pensó que sería tan pronto.

—¿Por qué hice qué, Ventress? —replicó, queriendo hacerse el duro para que ella recapacitara y no lo desafiara más, no donde Palpatine podía aparecer en cualquier momento y escucharlos.

—¿Por qué dejaste ir a Skywalker? Estás aquí por su culpa, ¿lo olvidas? Él te mató, te sacó garra por garra y te quitó la posibilidad de reinar junto al Líder Palpatine.

—¿Disculpa? ¿Reinar junto a Palpatine?

Así no habían sido las cosas. Palpatine nunca quiso compartir su liderazgo, él solo quería el bosque para sí mismo, para llenarlo de sombras y Oscuridad, para destruir a todo aquel que ose detenerlos, sean humanos o simples perros, él quería acabar con todos los que no lo siguieran y juraran lealtad eterna.

—No eres quien para hablar de eso conmigo, Ventress —se erizó, molesto por que todos pensaran en la historia opuesta a lo que había pasado en realidad, que todos pensaran que él era débil, y que había sido un sucio y blando traidor —. No estuviste ahí, ¡no sabes qué pasó!

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora