Noticias y reencuentros

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—Mamá…

Apenas la tuvo de frente, hermosa y radiante como siempre, mirándole con unos ojos color chocolate igual de expresivos que los suyos ambarinos, Ben se derrumbó ante ella, tanto en sentido literal como figurado. Su madre, quien no se esperaba tal acción, se inclinó rápidamente sobre él para corresponder el gesto como era debido.

No importaba que tanto reclamaran sus guerreros su actitud tan cariñosa hacia el Líder enemigo, a Leia nadie le diría si podía o no mimar a su hijo pequeño no tan pequeño.

—Oh, Ben, mi dulce cachorro —lamió sus orejas con ternura, con una delicadeza que hizo hasta al más duro de los presentes lagrimear —. B-bienvenido a casa.

El joven Líder se irguió un poco, hundiendo de un solo movimiento su rostro completamente en el hombro cremoso que luego humedecería sin querer con su sollozo silencioso. La vieja gata le ronroneó dulcemente, abrazándolo con su cola, abrigándolo e impidiendo así que los metiches y chismosos lo vieran romperse.

—Te extrañé mucho, mamá, yo…, lamento todo el daño que te causé —se disculpó, respirando su aroma maternal y tranquilizador —. No merezco tu perdón, pero… permíteme tratar de enmendarlo.

—No hay nada que perdonar ya, Ben —lo miró a los ojos cuando él se apartó ya más calmado que antes y con la vista ligeramente enrojecida por el llanto contenido por tantos años de rencor y dolor, de miseria y decepción —. Todo ha quedado atrás.

—¿No me odias?

—Jamás podría odiarte, mi pequeño gran Líder —depositó lametazos feroces en su mejilla, logrando con sumo éxito hacerlo ronronear en lugar de llorar más —. Eres mi hijo, mi regalo más preciado —Ben desvió la mirada, avergonzado por el mimo que aún continuaba —. Estoy orgullosa de lo que te has convertido. Siempre supe que este día llegaría, ha-as crecido tanto…

Pasó la almohadilla de su zarpa por el largo de su rostro marcado, acariciando cuidadosamente la cicatriz que aún yacía allí hasta llegar a su pecho acelerado por el latir de su corazón agitado.

—Te amo —dijo Leia, derramando más lágrimas que las deseadas. Su hijo era hermoso, perfecto ante sus ojos. No comprendía por qué él no podía ver en él mismo lo que ella y Rey sí.

Lo sé.

Bastó con esa respuesta, para que se restregara contra su pelaje negro y ronroneara dichosa. Se parecía tanto a Han, tanto a ese amor que adoró por mucho tiempo, que el llanto hizo acto de presencia nuevamente mientras se ocultaba en su pecho fuerte y blanco.

Ben la meció suavemente, ronroneándole en tono bajo para solo ella escuchara y supiera de la felicidad que lo embargaba.

Al fin estaba en lugar al que pertenecía, en la Luz, junto a las dos gatas que más amaba en todo ese enorme mundo.

—Rey.

Pasada un poco la bruma de la nostalgia, el joven Líder reparó en que una luminosa presencia se acercaba. Allí la vio, a la guerrera que le había robado el corazón hacía muchas lunas atrás, caminando en su dirección acompañada de sus dos amigos. Su madre pareció captar el mensaje y, con la cola, le pidió a Poe que le diera paso a la aprendiza de curandero para que se les uniera. Esta dudó bastante en sí avanzar o no, pero Rose la empujó suavemente para que fuera con su Líder y pareja.

—Ve con él, Rey —alentó el Lugarteniente, sin dejar de mirar a donde Ben la esperaba anhelante con la zarpa extendida —. No hagas esperar más a tu novio.

Antes de literalmente salir corriendo, Rey se restregó contra ambos en agradecimiento. Sin pensarlo mucho, Rose y Poe se habían vuelto sus hermanos de Clan.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora