Resurgir

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Pese a que en las estrellas prácticamente se respiraba la tranquilidad, Anakin no podía evitar el mal presentimiento que lo acechaba. Afortunadamente no había sido el único en notarlo, porque Obi Wan y Padmé también compartían su paranoia respecto a lo que podrían estar planeando las sombras en sus tierras malditas.

—¿Y si nos equivocamos? —preguntó la guerrera, queriendo ciegamente creer que todo había acabo con Snoke en el bosque.

No soportaba la idea de otra guerra, no una en el que muchos podrían perder tanto la vida como la posibilidad de seguir caminando en la Luz.

Su pareja la atrajo con su cola contra sí al verla tiritar por el frío que hacía allí en la frontera con el territorio de la Oscuridad. La barrera de Luz que los dividía, esa que evitaba que las sombras los asaltaran e intentaran vencer y controlar, se estaba debilitando más rápido de lo que debería.

Anakin suspiró pesadamente. Por mucho que quisiera, esta vez no podría responderla algo que la calmara.

—Lo dudo bastante, cielo —la pegó a su pecho, donde ella se refugió y restregó. Obi Wan, que se sentía mal tercio de algún modo, le pidió amablemente con la mirada que continuara —. Palpatine no es de fiar. Sí o sí está tratando de encontrar la manera de regresar al bosque que él cree que por derecho le pertenece.

—El bosque no le pertenece ni a las sombras ni a las estrellas, pero nunca faltan aquellos que aseguran lo contrario e intentan demostrarlo de maneras para nada correctas y sobrenaturales —explicó el Maestro, recordando como hacía muchas lunas Palpatine había usado magia Oscura con sus propios gatos para obligarlos a obedecerle.

Hizo memoria de cada una de las noches en la que varios felinos diferentes le contaron las torturas que el tiránico Líder hacía con los suyos, quebrando sus voluntades y usándolos a su favor como si de simples marionetas se trataran. Respingó del auténtico terror al recordar que Luke pudo bien haber sufrido lo mismo cuando se fue de cara contra la Oscuridad para enfrentarlo a él y a su aprendiz de ese entonces, Darth Vader.

Leyendo su mente sin que lo notara, Anakin bajó la mirada, ciertamente avergonzado. Él había contribuido mucho en aquellos tratos, por lo que técnicamente tenía gran parte de la culpa de lo que sucedía en la actualidad.

Apretó las garras contra el suelo, reprochándose por no haber sido más fuerte y resistirse al llamado de la Oscuridad. Nada de esto habría pasado sin tan solo él no hubiera…

No. No se arrepentía de todo lo había obtenido hasta ahora. No se arrepentía en lo absoluto de haberse enamorado y formado una familia, ni mucho menos de haber escuchado su corazón varias veces en lugar que a la razón.

La Fuerza no fue justa con él al darle el don de la sensibilidad, así como tampoco la había sido con sus hijos en vida al arrebatarles seres que ellos amaban, así como tampoco la había sido con su nieto al literalmente arrastrarlo a donde él nunca pidió ir.

Más que un don, podría considerarse en realidad una maldición digna de temer, una que esperaba Ben pudiera romper al derrotar a las sombras que en más de una ocasión les arruinaron la vida.

Padmé, que fue testigo de cada una de sus facciones fruncidas y culpables, le lamió tiernamente en la mejilla. Anakin reforzó su agarre sobre ella, apoyando el mentón entre sus suaves orejas.

Necesitaban una solución. Y él creía tener la más acertada.

—¿Ani?

La hembra se paralizó por la falta de calor que la golpeó cuando él se apartó y le dio la espalda. Su mirada azul cielo apuntando a lo profundo de las tierras ajenas delató sin querer sus intenciones.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora