Guardián de las Estrellas

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A Ben no le asustaba morir, sea física o espiritualmente, él siempre caería con la cabeza en alto. O al menos eso se repetía en un intento por controlar su nerviosismo. Él solo era uno y las sombras claramente lo superaban en número.

Sin embargo, cuando la Luz que los detuvo centelló detrás suyo, la esperanza volvió a arder en su interior. Pensó en las estrellas, en la Fuerza enviando a sus guerreros estelares para ayudarlo a vencer a la Oscuridad. Se desilusionó un poco cuando vio que solo había un gato, pero tampoco se derrumbó. Esos ojos azules que lo vieron brevemente antes de encarar a Palpatine con valentía lo tranquilizaron.

Además, el que lo haya llamado nieto lo dejó más sorprendido que aliviado. ¿Acaso sería posible que sus plegarias al fin fueron escuchadas?

Anakin Skywalker, qué sorpresa.

Las sombras los rodearon, pero no para atacar, sino para darle paso su Líder, quien, con la cabeza alzada y un aire arrogante, se acercó al guerrero estelar a gruñirle. Este, en respuesta, le siseó un insulto mordaz.

Ben, que yacía de pie detrás de su rescatador viendo la escena, se paralizó. El macho frente suyo no coincidía para nada con la apariencia que creyó que tendría el auténtico Darth Vader.

Las historias del poderoso curandero caído en la desgracia lo describían como un gato fuerte y alto de pelaje ennegrecido por múltiples quemaduras y unos brillantes ojos ámbar.

El guerrero que ahora lo protegía era todo lo opuesto, con un pelo rubio casi dorado y unos ojos color cielo cálidos y feroces.

—Creí que nunca volverías —Palpatine se paseó frente suyo sin llegar a inmutarlo —. A veces, es muy bueno regresar a los orígenes. Sin embargo, aquí ya no hay lugar para ti.

—¿Y tú crees que yo vine a quedarme? —el Lugarteniente se asombró ante su burla. Al parecer no les temía, ni a las sombras ni a quien las lideraba. Por un corto momento, se enorgulleció de compartir su sangre —Los años te están afectando la cabeza, viejo tonto.

Ben tuvo que morderse la lengua para no ronronear. Los demás guerreros oscuros no lucían muy contento con la escena que presenciaban.

—¿Qué haces aquí, entonces? —interrumpió una tercera voz, una femenina, afilada y agresiva —¿No deberías estar en las estrellas junto a tu querida Padmé?

Anakin se erizó y sus garras se desenfundaron listas para despellejar. La sombra frente suyo se disipó y reveló en cuestión de segundos a la gata gris y ágil que escondía. Su cola larga y anillada se azotó apenas se hizo visible. Sus ojillos ambarinos los estudiaron a ambos de arriba abajo con fría atención.

El joven gato negro no supo reconocerla, pero su abuelo sí y su siseó se intensificó del fastidio.

Ventress.

La susodicha inclinó la cabeza en un saludo burlón. El macho se agachó, teniendo que contener sus ganas de saltarle encima y sacarle a arañazos su expresión tan divertida.

—Basta —se metió Palpatine en medio del intercambio furioso de miradas. Su pelaje era tan corto que no se notaba a simple vista si estaba erizado o no. Como fuera, su voz no titubeó —. Te dije que no quería volver a ver tu cara nunca más, Skywalker, así que será mejor que te largues si no quieres que mis guerreros y yo te saquemos de aquí a la mala.

—Tarde o temprano, Palpatine, la tendrías que ver —empezó su amenaza, hinchando el pecho y mostrando los colmillos —. La guerra aún no ha terminado, y tal vez mi rostro será lo último que verás antes de que acabe contigo.

—Ya quisieras.

Anakin no continuó la provocación y empujó a su nieto con cierta fuerza para que este saliera de su estupor inicial y lo siguiera.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora