Enfermedad

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Apenas el sueño terminó, apenas se vio de nuevo frente al Kyber Lunar y al lado de los dormidos Luke y Mitaka, Rey se levantó de golpe y corrió hacia la salida de la cueva. La visión que la Fuerza le había mostrado, sí es que se le podía llamar así siquiera, había sido muy realista, muy exacta. Dudaba mucho que fuera algo del porvenir.

—¿A dónde vas tan deprisa, cachorra? Todavía no te hemos nombrado.

¿Qué acaso Luke no había tenido el mismo sueño que ella? ¡Su Clan peligraba mientras ellos se quedaban a dormir a los pies de las estrellas, protegidos por ellas! Debían volver, hacer algo. Intentar por lo menos, no quedarse allí sin hacer nada más que descansar con la panza arriba.

—Debemos volver ya, Maestro —habló apresurada, moviendo las zarpas de arriba abajo nerviosamente. La mirada del viejo curandero, esa azul y sin expresión aparente, no hacía más que alterarla —. Algo grave está pasando allá afuera, y, y… ¡nos necesitan!

Que Poe gritara “¡Ayuda!” nunca podía significar algo bueno. Él era el Lugarteniente. ¿Por qué alguien tan fuerte e importante tendría que pedir ayuda tan desesperadamente? Temía por él y su Clan entero.

Luke abrió en demasía los ojos ante lo dicho. Llamó a Mitaka que se despertaba a su lado y, con un ademán de su cola, le indicó que ya debían partir de regreso a su hogar. El joven curandero aceptó y les deseó suerte en lo que fuera que tuvieran que hacer con tanta urgencia.

A diferencia de la ida, en la vuelta no iban caminando, sino corriendo y saltando. Cada que Rey derrapaba sobre la tierra y se lastimaba las almohadillas, se decía mentalmente que debía ir más y más deprisa.

El corazón le latía con fuerza, y Luke debió notarlo para que le dijera que conocía un atajo no muy recomendado que podían usar para llegar más pronto. Ella solo le asintió y siguió, ya sin aliento para poder responderle correctamente.

A Rey no le importó en lo más mínimo codearse con los solitarios que se encontraba en el camino. Luke si les siseó porque, contrario a la hembra, estos sí le intentaron impedir el paso.

Cuánto detestaba a los solitarios y sus pulgas.

Llegaron jadeando al campamento, arrastrándose como mejor podían hacia la entrada y luego hacia el centro. Muchos guerreros estaban allí esperándolos, entre ellos, Holdo y Finn los saludaban un tanto desanimados y dolidos. La aprendiza se angustió más al verlo señalarles con la mirada la guarida del curandero.

—¡Qué bueno que estén aquí!

De ella salió Leia. Sus ojos lucían desorbitados, asustados y muy preocupados por lo que seguramente les esperaba en el interior al curandero y su única alumna.

—¿Qué ha pasado, hermana? —quiso saber Luke, interceptando a su hermana que lagrimeaba silenciosamente y se limpiaba en vano con su zarpa derecha —¿Leia?

Rey no esperó la explicación de su Líder y se adentró a la guarida con la mayor cautela posible. Su corazón se detuvo bruscamente al reconocer a los dos gatos que descansaban sobre los lechos de los pacientes.

Rose estaba inconsciente, con el pelaje moteado desaliñado y las garras estiradas. Poe yacía despierto, luchando por no rendirse frente al cansancio. Tampoco se veía bien.

—¡Poe! —murmuró un poco alto, haciendo que el Lugarteniente la mirara fijamente con sus cristalinos ojos ámbar y le ronroneara un saludo antes desplomarse por completo —No, no, ¡no!

Se inclinó sobre él, revisando minuciosamente si poseía alguna herida de gravedad que lo pusiera tan mal. No había rastros de ataque. Estaba sano totalmente por fuera.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora