Dejaría todo... [Erick Brian Colón]

• CAPÍTULO 29 •

Olivia

Me despierto mucho más temprano de que la alarma suene, no he podido dormir bien esta noche. Apenas la alarma suena me levanto y voy al baño para ducharme, lavo mi cabello y enjabono mi cuerpo. Salgo de la ducha y envuelvo mi cuerpo en la toalla, al verme al espejo me preocupo, tengo unas grandes ojeras bajo mis ojos, deberé de maquillarlas bien para que nadie las note.

Vuelvo a mi cuarto y me visto sencilla, unos jeans negros ajustados, una camiseta ancha de diseño de arcoíris, mis vans y un hoddie negro. Busco el secador y mi cepillo de pelo, trato de arreglar el desastre que es mi pelo por lo menos los próximos diez minutos. Mis pequeños ya traen puestos sus uniformes de su escuela y solo debo peinarlos un poco, una colita de caballo para Leah y domar un poco la melena de Louis, quien ya trae bastante largo su cabello, quizá deba llevarlo a que le corten el pelo.

Nos trasladamos a la cocina donde mamá ya está preparando el desayuno de todos, con una gran taza de café bien cargado y unas tostadas me siento satisfecha. Lavo mis dientes y nos vamos de casa, esta vez mamá conduce y nos lleva a nuestras respectivas direcciones, tal como todos los días.

Le aviso a mamá que hoy llegaría tarde porque tenía algo que hacer después del trabajo, pero no quise decirle que mi jefe me había invitado a cenar. Me despido y bajé del auto de mamá, quién me deja a las afueras de la oficina.

Trago duro y me adentro a los pasillos de aquel edificio, siento como gran parte de mis compañeros me mira y murmura barbaridades sobre mí, excepto que, esta vez si hay algo de verdad en ellas.

Me encierro en mi oficina y procuro no salir hasta terminar con la gran ruma de papeles que tengo pendiente. Paso toda la mañana encerrada revisando aquellos papeles, es increíble la cantidad de papel que gastan aquí, espero que al menos lo recicle o algo.

Alguien golpea la puerta, rezo para mis adentros que no sea el señor Stuart, pero no me sirve de nada. El hombre frente a mí cruza aquella puerta y noto que el día de hoy está más guapo de costumbre, se ha arreglado, ¿para mí?

Lo saludo con una sonrisa incomoda que ni siquiera nota. Se acomoda en los asientos frente a mí y me sonríe.

Oli: ¿deseas algo?

Marck: a ti, pero por ahora nada.– expresa muy coqueto.

Me sonrojo, me sorprende que sea tan directo con sus sentimientos y mucho más considerando la situación en la que estamos.

Marck: más bien venía a preguntarte qué tipo de comida te gusta más ¿China o algo más tradicional?

Oli: la verdad es que me encanta la comida italiana.– admito con algo de vergüenza.–las pastas son mi debilidad.

Marck: entonces italiana será.

Oli: oh pero no tiene que ser así si no lo quieres.

Marck: no te preocupes, a mi también me gusta.

Después de aclarar aquel detalle sobre esta noche, desaparece detrás de la puerta tal como apareció. Me dedico a avanzar con todos los pendientes y tenerlos listos antes del medio día para presentarlos en la reunión de esta tarde.

***

La reunión no fue tan terrible a como lo creí, si bien nos mantuvo bastante ocupados, esperaba por algo muchísimo peor. Cuando fue mi turno de hablar sobre lo que llevo trabajando, al principio tartamudeé un poco pero luego agarré confianza y logré presentar el resto sin problemas.