• CAPÍTULO 22 •

122 18 23
                                    

Olivia

Han pasado dos semanas desde que nos fuimos de Inglaterra y ha sido para bien. Finalmente me dieron el empleo y estoy trabajo de lunes a viernes desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, exceptuando los viernes que salimos más temprano. Mis pequeños empezaron a ir al kindergarden, se han adaptado bastante bien a la ciudad e incluso a mi familia, al principio creí que sería muchísimo peor, pero para mi sorpresa ha sido todo lo contrario, cada mañana voy con mamá al trabajo y llevamos a mis niños y Lucas a sus respectivas escuelas, día por medio me toca ir a buscarlos a la escuela, además de cenar todos juntos a diario. Debo admitir que extrañaba mucho llegar a casa y estar con mi familia.

La próxima semana llegan los chicos a la ciudad y eso me tiene de nervios, he hablado con Emi quien es mi infiltrada y me da las noticias frescas sobre los chicos. La morena me comenta que al parecer la relación de Erick y Elisa, su reciente novia, no va muy bien, considerando que a ninguno de los chicos les agrade mucho su presencia, ha visto a la pareja pelear constantemente sobre todo porque el chico no le presta la suficiente atención que ella requiere.

Salgo de mi oficina y me despido de todos para ir a casa, viernes por la tarde y tengo planeado visitar a cierta rubia que no veo hace mucho. Compro un café, unos pastelitos y me subo al bus que me lleva a la casa de Abby y Travis. Son solo quince minutos de traslado pero aún así conecto mis auriculares al celular y reproduzco lo primero en mi playlist, Harry Styles interrumpe mis pensamientos cantando para mí Canyon Moon.

Hago parar al bus y bajo de él, camino hasta llegar a la casa de la  pareja, doy mi nombre en la entrada del condominio pero el guardia no me permite pasar si no le digo la dirección exacta de la casa de mi amiga pero mi pobre memoria no es capaz de recordar el número exacto de su hogar.

Oli: pero ¿me dejaría pasar? le juro que somos amigas, sólo que no recuerdo si es 245 o 945.- le ruego al hombre.- si quiere la llamo para que le confirme.

Un par de insistencias y una llamada más tarde, me despido del guardia con una sonrisa después de que me permite pasar. Recorro las calles del ridículamente inmenso condominio en el que viven mis amigos hasta llegar a su casa, menos mal que Abby respondió la llamada ya que ahora si sé que es la casa 945. Al ver que estoy cerca de llegar a la casa de la pareja me emociono más y más.

930... 935...940...945

Me paro frente a la puerta e incluso antes de golpear con mis nudillos, alguien abre la puerta, dejándome con mi mano a punto de golpear. Delante de mí veo a una de mis mejores amigas, Abby, quien al verme sonríe y me atrapa en un fuerte abrazo de mamá oso.

Me invita a pasar y obedezco, nunca conocí su casa, solo la veía por las videollamadas que hacíamos de vez en cuando. Su casa es preciosa y me encargo de hacérselo saber. Tiene un gran salón principal con dos sofás a juego, una mesita de centro con algunas revistas y en sus paredes fotografías tomadas por ella misma gran parte de las giras a las que acompañó a los chicos, algunos paisajes y fotos junto a sus familiares.

Travis se asoma y al verme también me abraza para luego ofrecerme algo de beber que claramente acepto. Me siento junto a Abby en el sofá y le pregunto cómo está y qué tal todo, mientras le acaricio las orejas a Thor, el pequeño golden retriever de seis meses de la pareja.

Abby: bueno todo está genial pero...–toma una gran bocanada de aire.– deberemos de acomodar la habitación que tenemos de oficina.

Oli: ¿qué? ¿por qué?

Abby: pues porque en un par de meses... podría ser el cuarto de nuestro futuro bebé.

Oli: Dios mío, estás embarazada! felicidades.– la abrazo.– bienvenidos al club de no dormir y limpiar popo a todas horas.

Dejaría todo... [Erick Brian Colón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora