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—Entra ya, yo le diré a nuestros padres que he tenido que ir a la biblioteca a devolver un libro.

—No te dejaré ir con él, estás loca —vuelve a repetir Iván.

—Estaré a unas cuadras, por desgracia vive cerca —intento calmarlo.— vamos, Iván. No me tomará mucho.

Voltea a mirar a Flor quien se encuentra en la entrada de casa, pues le he pedido que ayude a Iván con su mano, así es menos probable que lo descubran. Vuelve su vista hacia mí.

—Les diré que te he pedido que me cocines un brownie, y has tenido que ir a comprar —resopla resignado. Una sonrisa se dibuja en mi rostro.— no se creerán lo de la biblioteca, siempre lo utilizas.

—Gracias.

—No quita que piense que esto es una mala idea —fija su vista en mí, serio.— se acerca un poco más de lo necesario, me llamas y yo estaré en su puerta.

—No lo hará.

—Eso espero.

Me acerco a mi hermano para darle un abrazo.

—Te veo al rato —desvío mi mirada a Flor, y subo el tono para que me escuche.— Gracias, calma a la bestia por mí.

—Pierde cuidado —sonríe a medias.

Sé que tampoco le parece una buena idea, pero debo hacer que esto se detenga, y sólo lo lograré si freno el problema, ósea, Dante.

Último vistazo a ambos, y muevo mis piernas en dirección a la casa de mi ex. Jamás pensé que haría esto, menos después de cómo terminó todo. Cuando tenía que pasar por las afueras de su hogar por ser el único camino por tomar era un martirio, el cual por suerte con el tiempo terminó, o eso creía. 

10 minutos, simplemente eso me toma para estar frente a su puerta. Una sensación extraña me invade, un montón de recuerdos vuelven a mi cabeza, pero se quedan en ella como eso, simples recuerdos. Saco la mano de mi bolsillo trasero, y comienzo a dar suaves golpes para llamar la atención de quien esté adentro. Espero ya haya vuelto, y esté menos borracho.

No obtengo respuesta, por lo que asumo que los golpes fueron demasiado suaves. Vuelvo a intentarlo, esta vez con más intensidad. Escucho pasos acercarse a la puerta, por consecuencia, mi corazón se acelera.

—¿Si, Quién... —la mirada de la madre de Dante se cruza con la mía. Su expresión es de sorpresa.— cariño... hace mucho tiempo que no te tenía tan cerca. ¿Cómo estás? oh por dios, ¿qué te ha pasado? ¿estás bien? —su mano se posiciona en mi labio, acortando nuestra distancia.— ¿te están siguiendo? —mira hacia los alrededores.— ven, pasa.

—N-no es necesario —respondo.— y-yo...

—Adelante, mi niña. No pasa nada —insiste.

Con la misma mano que rozó mis labios, me guía hacia adentro.

—Mamá, ¿quién... —su voz, perfectamente identificable.

—Dante, ve por una bolsa de hielo. Han golpeado a ________ —mis ojos se van hacia los de él. Tensa su mandíbula. Ambos sabemos el causante de esto.

—No es necesario, ya me he puesto antes.

—¿Por qué te quedas ahí parado? ve a buscar lo que te pedí —dice haciendo caso omiso a mi acotación.

Se me queda viendo un momento, hasta que decide desviar su vista nervioso. Sale en dirección a la cocina, supongo que hará caso a las órdenes de su madre.

Anastasia lleva junto a ella a los sillones de la sala de estar de la casa.

—Supongo que hace tiempo no te veía, por eso ha de reaccionar así —se disculpa por su hijo.

Más allá de la frontera ~ Paddy Holland & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora