Una chica se muda a un pueblo de Canadá, llamado Mason Hill. Intenta tener una nueva vida, tener un cambio, pero no uno inimaginable. Ese insignificante pueblo, resulta ser más interesante o tal vez peligroso de lo que alguien se puede imaginar. Per...
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—Kyla...—murmura dolido mi nombre cuando nos encontramos solos.
Quiero acercarme a él y besarlo. Fingir que todo lo qué pasó el día de ayer, no paso. Pero es imposible, no puedo hacerlo. Verdaderamente me pasan cosas con Owen, y tan así es que me lastima saber todo lo que me dijeron los Howard.
—Lo sé—le confieso—. Ellos me lo dijeron.
Me queda mirando un buen rato y después saca todo el aire de sus pulmones.
—Supose que lo iban a hacer—murmura y empieza a jugar con sus manos.
Siento un dolor mayor al ver que no planea negármelo siquiera.
—¿Y no tenías pensado decírmelo vos?
—Es que la cosa es difícil...—hace una mueca.
—Oh, si. Entiendo la parte en donde si vos te quedas solo, tu depresión es tan enorme que estás al borde de la muerte. Y lamento mucho que hayas pasado por eso o que lo estés pasando ahora mismo. Pero por culpa de tu egoísmo por tu bienestar, fingiste todo este tiempo y solo me utilizaste como una pieza de un juego.
Dolía pero también me enojaba la situación. Me vió la cara de estupida todo este tiempo. Creyendo que con palabras falsas podría enamorarme y cumplir con lo que buscaba. Lo peor a todo esto es que le estaba funcionando, porque acá estoy; destruida y al borde del llanto.
—Mira, Kyla, lo lamento. Lamento haberme acercado a vos por ese tema. Lamento haberte llamado Jenna el otro día. Lamento no habértelo contado y que te enteres por otros. Lamento no haberme expresado lo suficiente para que vos no tengas estas inseguridades en la relación. Y lo que más lamento es haberte hecho eso en la cara, porque te juro que es lo que más me arrepiento. Jamás quise herirte.
—Lo sé—lo digo antes de que él siga hablando—. Tal vez no te conozca del todo ahora, pero sé que jamás me harías daño y que fue un error.
—Encontrarte con él me enojo muchísimo—me explica—. No quiero perderte, y no por mi bienestar sino porque realmente siento algo por vos, Kyla. Y lo escuche a Ryan, hace varios días, decir que tenía dudas de que seas su compañera. Estaba tan cegado que cuando te interpusiste no me detuve y actué sin pensar. Tampoco quiero intentar justificar lo que hice, pero quiero que sepas que no quería hacerlo y lo lamento mucho.
Asiento y agacho la mirada.
Sé que lo que a él lo tenía más preocupado era el haberme herido, pero esa no era mi preocupación.
Aprieto los labios y los ojos, sintiendo ya las primeras lagrimas caer por mis mejillas que no tuve fuerza de contener.
—¿Por qué me ilusionaste, Owen? ¿Por qué fingiste? ¿Por qué...?—mi voz se quiebra.
Se acerca a mí y me rodea con sus brazos para llevarme a su pecho. No me aparto, sino que apoyo mi mejilla en él y hago un puño en su remera con mi mano.
