Capitulo 24

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El cielo hoy se encuentra precioso

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El cielo hoy se encuentra precioso. Un celeste claro divino, con miles de nubes con formas indefinidas de un color blanco puro. El sol me da en la cara de una manera agradable, al igual que la poca brisa que mueve algunos mechones de pelos de mi frente.

Entre mis manos tengo una flor que se cayó al suelo; la tome y la estoy girando entre mis dedos, mientras le tomo fotos, dejando el cielo de fondo.

Es agradable acostarte en el pasto y tomar este tipo de fotos, al menos para mí.

—Me acabo de imaginar un cerdito volando a través de las nubes—suelta de repente Ryan, que se encuentra acostado al lado mío.

Rompo a carcajadas sin poder evitarlo. Dejo de sacar fotos para permitir sacudir de un lado a otro por la risa.

Estábamos en completo silencio, yo con la cámara y me salta con esa estupidez de repente. ¡Y lo peor es que lo dijo de una forma muy seria!, como si fuese común hablar de imaginarse cerdos volando.

—A veces me pregunto si en tu cabeza de a ratos se produce un apagón o qué.

Apoyo el cachete en el suelo para verlo de costado.

—¡Oye! Eso duele—hace un puchero.

Le tiro la flor que tenía en la mano en su cara y me sigo riendo.

—¿Alguna vez te dije que me encanta tu risa?—pregunta.

Lo miro y noto una sonrisa muy dulce en su rostro.

No creo que mi risa le fuera a encantar a alguien. Mi mamá incluso se reía de ella, me decía que parecía que me estaba ahogando más que riendo.

—No que yo recuerde...

Se apoya sobre su codo e inclina su cuerpo de costado hacia mí.

—Ahora lo sabes—acerca la flor que le tire a la punta de mi nariz. La tengo que fruncir por las especies de cosquillas que me dan los pétalos.

Tomo mi cámara y apunto para tomarle fotos a él que después de unas cuantas comienza a hacer caras raras.

—Con todo este tema... digo, de las fotos—bajo la cámara para verlo—. Me encanto la que me hiciste en mi forma lobuna. Quiero verla devuelta.

Frunzo el ceño. ¿Yo lo fotografié? ¿Cuándo?

—¿Qué fot...?—me interrumpo a mí misma y siento mis mejillas acalorarse cuando recuerdo de que fotografía habla. La que le tome aquella vez en el bosque.

Sonríe ante mi sonrojo, logrando que sus ojos se achinen.

—No te avergüences, Ky. En serio me gusto posar para vos. Soy un buen modelo, ¿o no?

Por dios. ¡Que vergüenza! Actúe como actúe porque jamás creí que ese animal terminaría siendo un humano. Por poco y me hice un book de fotos de él.

Lazos Peligrosos✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora