𝐁𝐈𝐄𝐍𝐕𝐄𝐍𝐈𝐃𝐀

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Año 2005
Cárcel San Onofre, Argentina.

Las calles estaban vacias y era de esperarse. Los veranos en aquella zona se volvían insorpotable, mucho más en aquel horario de la tarde. Posiblemente todos se encontraban en sus casas, con el aire acondicionado prendido a todo lo que da. O en sus grandes y lujosas psicinas. O en la playa.

Lamentablemente, no todos tenían aquella suerte. Los Araujos eran uno de ellos.

Estacionados bajo la sombra de una árbol se encontraban Epifanía de Araujo y los gemelos, Alejandro y Candelaria.

── ¿Otro mate? ── La mujer extendió el mate en dirección a donde se encontraba su hijo.

Epifanía estaba sentada en uno de los asintos traseros junto a su set de mate, Alejandro en el asiento de copiloto jugando con un corta pluma multiusos que había conseguido apostando a las cartas con unos conocidos. Más alejada en el capó del auto estaba sentada Candelaria, con la vista fija en los grandes portones de la cárcel.

── ¿Con el calor que hace estás tomando mate? ── Alejandro negó con la cabeza disgustado. Desde los últimos meses se había convertido en todo un enemigo del mate, no porque no le gustará sino por la influencia de la gente con la que se juntaba.

── Bueno, che, algo hay que hacer para matar el tiempo acá. ── Se quejó Epifanía para luego tomar de la bombilla haciando el característico sonido que tanto le molestaba a Alejandro. Este último grunió en modo de protesta.

── Desde que te juntas con los chetos del club de Rugby sos otro vos. No te gusta el mate, no comes guiso ni polenta,.. ── Cancelaria comenzó a enumerar con sus dedos todas aquellas cosas mientras lo miraba burlonamente.

── Problema mío nena, no te metas. ── Respondió Alejandro cortante.

── Bueno, bueno, se terminó. Basta de peleas que ahí sale papi. ──

De aquel gran portón salió Arquímedes Araujo junto a un pequeño bolso que poseía sus pertenencias. Llevaba el cabello mas largo que de la ultima vez que sus hijos y su mujer lo vieron. Estaba un poco mas rellenito, todo gracias a la comida poco saludable que se daba en las carceles. Su caminar era tranquilo pero confiado, parecía como si quisiera alargar aquel momento. Quería disfrutarlo al máximo posible.

Cuando estuvo a unos metros del Fiat del 95, su mujer fué la primera en darle la bienvenida. Ambos se fundieron en un fuerte abrazo que duró un par de segundos y al separarse se dieron un sonoro beso. Los gemelos hicieron un gesto de disgusto total que sus padres notaron.

Alejandro se levantó de su asiento y se dirigió a su padre, también abrazandolo y dándose un par de palmadas en sus espaldas. Durante el abrazo, ambos se susurraron cosas inaudibles. Arquímedes y Alejandro tenían buena relación padre/hijo, sin embargo Candelaria siempre fué la preferida de papá.

Ella fué la siguiente y ultima en recibir a su padre. Candelaria se bajó del capó del auto tratando de ocultar la emoción de ver finalmente a su padre luego de 3 largos años en cárcel.

Arquímedes la miró por unos segundos, impactado por lo cambiada que estaba desde la última vez que se vieron. Ya era toda una adulta a pesar de tener recién 18 años, y es que Candelaria tuvo que encargarse de todos los asuntos que antes pertenecían a su padre. Aquello la había desgastado tanto mental como físicamente.

── Mi chiquita, que grande estás. ── Susurró Arquímedes, sus ojos estaban cristalizados por la emoción.

Candelaria dió el primer paso y lo abrazó con todas sus fuerzas, realmente lo extrañaba.

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora