𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏

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80 horas de atraco.

Los atracadores se encontraban reunidos en la zona de descanso, el ambiente era desolador y tenso para algunos. Para otros, como Berlín, el plan iba de maravilla.

── Ya es la hora.── Habló Moscú con cansancio en su voz.

── Todavía falta un minuto para las 18:00. ── El líder miró su reloj de muñeca

── Pues, dadas las circunstancias, ya sabes por dónde me voy a pasar tu puñetera puntualidad británica. ── Respondió el minero, causando que Ezeiza riera y Berlín bajara la mirada.

Moscú agarró el teléfono y llamó a El Profesor. El tono de llamada sonó pero, en el hangar, nadie contestó.

── Tercera llamada sin respuesta. Eso son 18 horas sin noticias del Profesor. Y ya sabemos lo que significa eso. ── El hombre de edad colgó el teléfono.

Las llamadas de control serían cada 6 horas. Si surgía algun imprevisto y El Profesor no contestaba, tendrían que esperar otra llamada hasta completar un ciclo de 4 llamadas, 24 horas. Si pasaban esas 24 horas sin recibir contacto con El Profesor, lo más seguro es que le habrían detenido.

── Tampoco sabemos nada de la policia. Seguro que está pasando algo afuera. ¿Que hacemos? ── Comenzó Moscú a alarmarse.

Ezeiza decidió quedarse callada y cederle la palabra a Berlín.

── Bueno, todavía queda una llamada para completar el ciclo, a las 00:00. ── Habló con total calma, lejano a toda la realidad.

── ¿Qué ciclo? ¿El ciclo de la puta ratonera? ── Preguntó Denver enojado desde su asiento.

── Denver, ya. ── Trató de tranquilizarlo Ezeiza, que estaba parada junto a la pecera.

── El Profesor estará atando algún cabo suelto. ── Berlín se levantó de su asiento y fue hasta uno de los muebles, de ahí sacó un vino y 2 copas. ── No hay nada de qué preocuparse aún. De momento seguimos vigilando a los rehenes e impirmiendo dinero con tranquilidad. ──

A medida que hablaba, Tokio se iba acercando a él, con intenciones de interrumpirlo y atacar.

── Yo voy a descandar un poco. Ezeiza, conmigo. ── La nombrada no sé movió de su lugar.

── ¿Estás de coña? ── La pregunta de Tokio hizo que Berlín detuviera su paso y se girará a verla. ── ¿Con el marrón que tenemos encima te vas a ir ahora a follar? ──

── ¡Ay, Tokio, por favor! ── Exclamó él con disgusto. ── No hay necesidad de que te pongas en plan ordinario. No te sienta bien. ──

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora