𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐.𝟏𝟏

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Todo puede joderse en una milesima de segundo. El momento en el que sientes la muerte en la nuca, y sabes que nada podrá ser como antes. Y que tienes que sacar lo mejor de ti para sobrevivir.

── Bogotá. Anestésico. Nairobi, vamos a dormirte. ──

Ezeiza tragó saliva ante la orden de Palermo, la idea de tener que abrir a su amiga que acaba de ser disparada frente a ella le daba náuseas. A la argentina no solo la acompañaba el miedo, sino también la culpa. La culpa por no haber actuado antes y haber dejado que los francotiradores se llevarán puesta a su compañera, a Nairobi. La culpa por reaccionar tarde ante la orden de Palermo y haberlo dejado sólo defendiendo las puertas junto a Tokio y Río.

── No me vas a dormir. Eze, Tokio.. ──

Nairobi se encontraba acostada en una dura camilla de madera, rodeada de maquinaria médica y de sus compañeros, quienes no sabían muy bien por donde empezar. Ezeiza y Tokio estaban enfrentadas, cada una a un lado de Nairobi, brindandole el cuidado que podían darle teniendo en cuenta su situación. Palermo acaba de llegar junto al gobernador, quien había estudiado medicina pero jamás logró ejercer la carrera cómo tal.

── Diganle que es mi vida. Y decido yo. ── Susurró mientras intentaba mantenerse despierta.

── Precisamente por eso te vamos a operar aquí. Tranquila. ── El argentino calmó a Nairobi, lo último que necesitaban era que ella se pusiera mal.

Nairobi sollozó, ahogandose por culpa de la herida y dolor fuerte en su pulmón. Ezeiza cerró sus ojos, evitando que las lágrimas siguieran saliendo de forma continua. Tokio hizo lo mismo, dejando de lado lo que le parecía correcto y aceptando la petición de su amiga.

── Ella decide. ── Respondió Tokio mirando fugazmente a Palermo.

── Helsinki, dormila ahora, es una puta orden. ──

── A Nairobi no la vamos a dormir. Punto final. ── Ezeiza levantó su cabeza, colocándose nuevamente en el papel de líder. ── Vamos a negociar con Sierra así la vea un equipo médico. ── Nairobi soltó un suspiro, mucho más tranquila.

── Gordo, dormila. ── Palermo ignoró las palabras de Ezeiza, estaba decidido a tomar el liderazgo de la situación por completo.

── Tú no me das las órdenes. No eres mi jefe cabrón. Dejaste pasar el móvil ── Helsinki se levantó en contra de Palermo, harto de sus maltratos. ── Tú deberías protegernos. ¡Ella puede cometer errores, pero tú no! ── El serbio levantó la voz, sobresaltado a Ezeiza quien lo tenía detrás.

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora