𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟓

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Martes 19:35 horas.
105 horas de atraco.

── Voy a cruzarla. Voy a cruzar la puerta del cielo. ──

En un escenario de pelicula Hollywoodense, Tokio había logrado entrar nuevamente en la Fabrica. Vestida como policia y montada en una moto, por la puerta grande. Frente a la prensa, esquivando las balas. Mente fría, sangre caliente.

Todo parecía haber salido bien, hasta que la puertas se cerraron.

Ezeiza fué la primera en notarlo, luego Denver, y así con los demás. La líder comenzó a dar órdenes, a su vez ayudaba a Moscú a recostarse. Nairobi corrió en busca del botiquín que de poca ayuda sería ante el daño que habían causado en el cuerpo del español. Tokio y Helsinki se arrodillaron junto a los jóvenes, rodeando a Moscú.

── Ayúdame a bajarle el mono. ── Le pidió Ezeiza a Denver.

Com cuidado bajaron la prenda hasta la altura de la cintura del hombre. Nairobi llegó justo a tiempo para ver el horror.

3 disparos. 3 heridas que no dejaban de sangrar, robandole poco a poco el aliento a Moscú.

A éstas alturas, Berlín ya se había dirigido hasta la sala de descanso para intentar contactarse con el Profesor. Todos se quedaron sin habla tratando de procesar lo que sus ojos veían. Denver se levantó del suelo para alejarse unos cuantos pasos de donde estaban los demás. Ezeiza decidió ocupar su lugar y se colocó junto a Moscú, mientras lo agarraba fuerte de la mano.

── ¿Cuántos impactos tengo? ── Moscú miró débilmente a Ezeiza, la cuál le sonrió tratando de no alarmarlo.

── 3, 3 impactos. ── La chica acarició la mano del hombre.

── Menudo jaleo que tengo ahí abajo. ── El hombre rió, provocando que Ezeiza y Helsinki hicieran lo mismo.

En ese momento, Berlín se acerco a ellos con una expresión poco esperanzadora para todos. El Profesor no había contestado el teléfono y la policia se negaba a enviar a médicos dentro de la Fabrica.

── Moscú. Ellos no quieren meter equipo quirúrgico, pero tenemos una ambulancia ahí fuera para llevarte al hospital. ── Todos miraron atentos al hombre mal herido, ansiosos por saber su decisión.

── Pues podéis ir diciéndole a la policía que le den mucho por culo, porque yo no voy a volver a la cárcel. ── El silencio se hizo presente, hasta que Ezeiza volvió a hablar.

── ¿Cuánto le falta al muro? ── Ezeiza acarició el cabello del hombre, lleno de polvo y sudor.

Moscú tomó aire antes de contestar. ── Le deben quedar tres picadas para pasar al otro lado. Eso son diez horas de trabajo. ── El español entrecerró sus ojos, a gusto por las caricias de la líder.

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora