𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟒

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── Muchachos, pasamos al plan Camerún. ── Ezeiza miró rápidamente a los presentes, emocionada. ── Vamos a soltar a los rehenes que tenemos en el sótano y van a venir una periodista y un camarógrafo para grabarlo. ──

── Vamos a necesitar a alguien que haga la entrevista. Y nuestra opción eres tú, Río. ── Nairobi trató de agarrar la mano del chico pero este la alejó.

── Entendemos tu enojo, pero te necesitamos. Lo podés hacer sin mascara, sos empático.. ──

── ¿Ustedes creen que yo voy a salir por la tele? ¿Para que me vea Tokio desde la cárcel? ── Cuestionó enojado. ── Ahora soy un rehén, no contéis conmigo para nada. ──

── A tomar por culo, lo hago yo. ── Se ofreció Denver.

── Lo hago yo. Si no hay que hablar mucho, lo hago yo. ── Helsinki también se ofreció.

── Podría ser. Podría ser, pero no, no. ── Ezeiza les sonrió apenada por tener que negarles el salir en tele.

── Lo hago yo con máscara. ── Berlín rió al escuchar a Nairobi.

── Con máscara. En una entrevista en directo. ── Nairobi levantó sus hombros, sin saber cual era el problema. ── No, no. Esta entrevista hay que hacerla a cara cubierta, para que España entera pueda sentir nuestras miradas, nuestras respiración, para que pueda percibir el dolor. ── Berlín se paró de su asiento y comenzó a caminar.

── Lo quiere hacer él. ── Ezeiza le explicó a Nairobi, ella lo conocía muy bien para saber que le encantaban esas cosas.

── Ya, pero, ¿Sabes que pasa? Que hay un tío en esta vida que yo no le he visto nunca sentir pena ni dolor, ese eres tú, Berlín. ── El hombre ignoró lo dicho por la española y solo se limitó a sonreír.

── Tokio no está y Río no quiere hacerlo. No menosprecies a alguien que sabe hacer bien su trabajo, Nairobi. Yo puedo ser un buen maestro de ceremonias. ── Se quedó en silencio por unos segundos. ── Pero con una condición. ──

── ¿Cuál? ── Nairobi se cruzó de brazos, esperando la respuesta.

── Qué Ezeiza haga la entrevista conmigo. ── Contestó sonriente.

La nombrada recibió la miradas de todos a su alrededor, ansiosos por saber que iba a pasar. A Ezeiza le bastó solo una mirada de Nairobi para saber que tenía que aceptar la condición, por más que no quisiera.

── Si no queda de otra. ── Murmuró la argentina, preparándose mentalmente para lo que conllevaría lidiar con Berlín en ese estado.

── Muy bien. Lo harán ustedes. ──

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora