𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐.𝟕

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── Me la pasé día y noche siguiendo el atraco. ── El argentino soltó una risa. ── Hasta meaba en una botella que tenía junto al sillón para no perderme de ningún segundo. ── Ezeiza soltó una risa al imaginarse la escena, Palermo hizo lo mismo algo avergonzado.

Ambos se encontraba sentados en unos de los tantos asientos que habían repartidos por todo el monasterio. Ya casi era medio día, por esa misma razón se comenzaba a escuchar las voces y risas de sus compañeros a lo muy lejos. Los argentinos se estaban tomando un momento a solas para conversar de todo lo que habían vivido en los ultimos 13 años.

── Cuándo ví tu foto en la televisión no podía creer que vos fueras una de las que estaba adentro. Luego me cayó la ficha al recordar lo mucho que se obsesionó Sergio con tu plan del Banco Río. ──

── ¿Vos decís que me habrá robado la idea? ── Preguntó divertida, haciendo reír a Palermo.

Un silencio se apoderó de ellos. No era uno incómodo sino más bien de esos que te hacen disfrutar de la compañía de la otra persona. Ezeiza bajó su mirada hasta su mano izquierda, tocando su cicatriz de manera leve. Palermo la siguió con la mirada, preguntándose en que estaría pensando cada vez que mira su mano marcada.

── Te extrañé mucho, Cande. ──

── Yo también te extrañé. ── La argentina seguía con toda su atención en su mano, todavía con su cabeza en otro lado.

Palermo al notar aquello carraspeó su garganta y se acomodó en su lugar, haciendo que Ezeiza lo mire. El hombre respiró ondo, sacando toda inseguridad y miedo de su cuerpo, preparándose para volver a hablar.

── Me gustaría que recuperemos el tiempo perdido. ── Él agarró suavemente la mano de ella. ── En todos éstos años no dejé de quererte, no dejé de pensar en vos, aún estando cerca de Andrés. ── Ezeiza tragó saliva nerviosa al escuchar aquel nombre salir de la boca de Palermo. ── Lo que más deseo ahora es que lo nuestro vuelva a ser cómo antes, vos y yo, nadie más. ──

Hicieron contacto visual, el azul de los ojos de él generó una montaña rusa de sentimientos y recuerdos en ella. No se esperaba aquella confesión, mucho menos a pocos días del inicio del atraco. Ezeiza bajó su mirada, tratando de aclarar sus pensamientos y buscando las palabras indicadas para responder.

Lo cierto es que Ezeiza nunca había superado su relación con Palermo, el primer amor nunca se olvida. Su repentina separación había dejado un gran vacío en ambos, vacío que intentaron llenar con el amor que Berlín tenía para ofrecerles. Sin embargo, ella no estaba preparada para retomar su historia de amor con él. A días de inicar el atraco, lo último que quería era el tener que preocuparse aún más por él y por que su relación no se viera afectada por el confinamiento en el banco.

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora