𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐.𝟖

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Día 3

── ¡Río, Río, Río! ── La multitud coreaba al unísono.

── Aníbal Cortés está caminando hacia el Banco de España. La policía está entregando al que era uno de los prófugos más buscados. Hace 44 horas que comenzó el atraco, y la policía cede, entrega a Cortés. Es el hombre de las presuntas torturas. La banda del Profesor vuelve a reunirse. ──

El español caminaba energéticamente en dirección a las puertas de banco. Al mismo tiempo, un grupo de rehenes era liberado luego de 3 intensos días junto a los atracadores. No obstante, toda la atención se la estaba llevando Río, quien vestía un traje negro e iba muy bien peinado.

Adentro, su recibimiento fué calido y presenciado por todos en el edificio. Tokio fué la primera en avalanzarse en los brazos de él, respirando su olor y sintiendo el calor que emanaba su cuerpo. Ambos intercambiaron un par de palabras, agitados y sin poder asimiliar que aquel momento de reencuentro había llegado.

Ezeiza bajó las escaleras y, junto a Denver, se aproximó a cerrar las puertas para evitar que alguien escapara o se colara. Esto último fué lo que sucedió segundos antes que se quedaran nuevamente encerrados.

Arturo Román yacía en el suelo, con sus manos detrás de su nuca, rogando que no le disparen. Llevaba otro corte de pelo y había perdido peso en comparación a la última vez que los atracadoras los vieron.

── ¡No disparen, no disparen! Voy desarmado. ── Informó al escuchar las armas de Ezeiza y Denver muy cerca de su cabeza.── Soy Arturo Román. ── El hombre levantó su cabeza, mirando a ambos jóvenes.

Ezeiza y Denver compartían la misma mueca de sorpresa y disgusto ante aquella imprevista visita. Nadie entendía porque Arturo había decidido entrar y arriesgar su vida nuevamente, ni si quiera él. Lo que si era claro es que no la tendría fácil está vez, mucho más ahora que Estocolmo formaba parte de la resistencia.

Ezeiza tuvo la delicadeza de agararlo por el cuello de la camisa y, casi arrastrandolo, lo ubicó junto a los rehenes. Tanto Ezeiza como Esrocolmo tenían mucho de que hablar con él, pero lo harían después. Lo que importaba ahora era el regreso de Río.

Nairobi propuso una ronda de aplausos, festejando que Río ya estaba con ellos salvo y sano. El más joven no tuvo vergüenza de soltar un par de lagrimas mientras colocaba las palmas de sus manos en su boca, sin creer todo lo que pasaba.

── ¡Putos locos! ── Los atracadores rieron ante las palabras de Río. ── Podríais estar ahí fuera, viviendo la vidorra, y estáis aquí metidos en la puta boca del lobo. ── Expresó agradecido ante todo lo que sus compañeros arriesgaron para poder salvarlo.

El Robo Del Siglo || LA CASA DE PAPEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora