|| Luego de formar parte de unos de los robos más importantes de Argentina, Candelaria Araujo no se veía en la necesidad de robar nunca más.
O eso creía, hasta que Sergio Marquina le propone formar parte de un prometedor atraco.
Fecha de inicio: Ju...
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── ¿Donde está Denver y Ezeiza? ── Susurró Tokio mientras soltaba el humo del cigarrilo por su boca.
── Yo que sé. ── Respondió Río mientras se desabotonaba un poco la camisa frente al espejo.
── ¿Como que tú que sabes? ── Se quejó Tokio.
── Sí, señor, ahora sí. ── Entró Denver a la habitación, seguido de Ezeiza.
── Señoritas. ── Las saludó la argentina mientras les daba una mirada de arriba a abajo. ── Que chulas están, tías. ── Imitó el acento español.
── Que pedazo de mujer. ── Tokio le dió una nalgada. Ezeiza se sobresaltó riendo.
── Pero, ¿qué es esto? ── Cuestionó Nairobi mientras miraba el atuendo de Denver.
── Esto es elegancia pura y dura. ── Respondió.
── ¿La chaqueta de Berlín? ── Susurró nuevamente la mujer.
── Sí, señor. ── Rió el de ojos claros.
── Te va a matar. ── Volvió a hablar Nairobi.
── Que va. ── Soltó despreocupado.
── No creo que se dé cuenta, tiene el sueño pesado. ── Explicó Ezeiza mientras recibía con gusto el abrazo de Río.
── Bueno, ahora sí. Nos vamos, nos vamos. ── Alentó Tokio mientras agarraba su bolso.
Cuando los jóvenes estaban a punto de salir, Denver se giró parando a todos en seco.
── Silencio, silencio, silencio. ── Colocó su dedo en sus labios. ── Silencio, me viene... me viene. ── Cerró sus ojos tratando de concentrarse.
── ¿Que dices? ── Soltó Tokio confundida.
── ¿Os he contado alguna vez lo de mis cinco esposas? ──
Todos rieron ante la notable imitación que hacia de Berlín.
── Solo quiere que las fecundemos, pero después... lo que sale de ahí. Es una cabeza nuclear. ── Acto seguido, sus manos fueron a parar en el ombligo de Ezeiza.
── ¡Ay, boludo, me da cosquilla! ── Se quejó mientras reía con los demás.
── Ezeiza, Eze, gatita. ── Denver acercó su rostro al cuello de la argentina, nuevamente imitando a Berlín.
