|| Luego de formar parte de unos de los robos más importantes de Argentina, Candelaria Araujo no se veía en la necesidad de robar nunca más.
O eso creía, hasta que Sergio Marquina le propone formar parte de un prometedor atraco.
Fecha de inicio: Ju...
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Era un sábado en la mañana, el día estaba soleado pero, gracias a dios, no hacía mucho calor como días anteriores. Candelaria y Martín estaban sentados bajo la sombra de un árbol del club de rugby de Alejandro.
── Ahora que lo veo bien, está lindo tu hermano. ── Martín señaló a Alejandro, quien estaba preparándose para patear.
── No seas tan pajero, boludo. ── Contestó riendo Candelaria mientras abría una cajita de jugo, para luego tomar del pico.
── No es por ser pajero, es la verdad. Ya me comí a 1 de de los 2 gemelos, me falta él. ── Martín le dió una mirada pícara, haciendo que ella se riera avergonzada.
Martín y Candelaria tenían algo, nada serio pero era algo para ambos. Salían a bailar, bebían y luego se acostaban. Cualquiera pensaría que eran pareja por lo cómodos que estaban alrededor del otro. Ellos se consideraban como amigos con derechos sin mochilas emocionales, o eso creían.
Se conocieron 4 años atrás, cuando Candelaria tenía 14 y Martín 16. La primeras vez que se vieron fué en un famoso boliche de una zona peligrosa de Buenos Aires. Los gemelos Araujo iban allí debido a que no pedían documento, así que podían emtrar a pesar de sus edades.
Una noche, Candelaria se había robado una botella entera de vodka sin que los encargados de la barra la vieran. En el momento donde ella estaba por guardarla en su mochila, un Martín borracho la convenció de compartir de la bebida si no quería que la delatara. A partir de ese momento cada vez que salían al boliche se encontraban en la pista y bailan hasta que uno de los dos debía irse.
── Ahora decime porqué me hiciste levantar tan temprano. ── Candelaria le alcanzó la caja de jugo, la cuál él recibió y no tardó en beber de la misma manera que ella lo había hecho antes.
── Mi viejo ya salió. ── Martín asintió con la cabeza. ── Quiere llevar a cabo el plan del Banco Río. ── Susurró mirando discretamente a su alrededor, no quería que llegara a oidos de desconocidos.
── ¿Necesitan plata? ── Preguntó serio. Martín era consciente de a lo que se dedicaban los Araujos, era uno de los pocos en saberlo.
── Además de eso, te necesitamos a vos. ── La expresión de Martín se transformó por completo, de seriedad a gracia. Candelaria soltó una risa la cuál Martín imitó.
── ¿Pendeja no me estarás jodiendo? ── Martín volvió a tomar otro sorbo de jugo debido a lo seca que su boca se había puesto.
── Es posta, mi viejo me dijo que te invitará a formar parte. Te tiene fé y, sobre todo, confianza. ──
Ambos se quedaron en silencio por unos minutos. Martín tenía mucho que pensar, era una propuesta inusual y peligrosa. Candelaria lo sabía y, por eso, no quería presionar con la respuesta.
── Si va el potro de tu hermano, voy yo. ── Ambos soltaron unas risas que no pasaron desapercibidas por Alejandro, quien desde lo lejos los fulminó con la mirada. ── Ahora en serio, contá conmigo. ── Confirmó su presencia luego de unos instantes.
Esa tarde, los Araújo y Martín Berrote se juntaron en el sótano de la familia. Pronto aquel lugar se convertiría en la zona de reuniones y dónde organizarian todo lo relacionado al robo. Ahí nadie podía escucharlos ni mucho menos, verlos.
A cada quien se le fué asignado una tarea que debían cumplir antes o durante el robo. Entre ellas estaban el conseguir los materiales (ya sea la ropa que utilizarían o las herramientas para cavar el túnel), infiltrarse en el banco para obtener información sobre las cámaras y la cantidad de seguridad que había, etc.
Durante ese año Martín y la familia comenzaron a juntarse con más frecuencia, ya sea en relación con el plan o solo por placer. Martín cayó en gracia con Epifanía y Arquímedes, con este último la relación era un poco más formal y seria pero se llevaban bien. A quien no le gustó la presencia de Martín fué a Alejandro, quien más de una vez le pidió que no le hablar a menos que fuese relacionado al robo. La realidad es que Alejandro era un homofobico de primera y Martín no se esforzaba por actuar de manera "masculina".
En cuánto a Candelaria, ambos fantaseaban en irse de viaje al sur con el dinero que roben, solos. Sin embargo, ambos sabían que primero debían salir ilesos del Banco Río.
A 1 mes de atraco, todo estaba casi listo. Martín se había encargado de fábricar la maquina que los ayudaría a abrir las cajas de seguridad en menos de 1 minuto y, junto a Alejandro y Arquímedes, cavar el túnel que sería su salida del banco.
Epifanía se conseguió la ropa que usarían para no ser identificados.
Candelaria, por su parte, durante varias semanas se infiltro en el banco para recopilar información y evitar sorpresas de último momento.
Arquímedes fué a clases de actuación y leyó varios libros sobre negociación que se utilizaban para este tipo de situaciones, él se encargaría de hablar con la policía y mantenerlos ocupados.
Las cajas de seguridad eran la tarea de Alejandro y Martín, debían romper las mayor cantidad en el menor tiempo.
Epifanía y Candelaria cuidarian de los rehenes, esta ultima estudió primeros auxilios por si algún rehén se descomponia.
Cuándo el día llegó, todos estaban nerviosos pero sin duda no darían un paso atrás. El robo duró 7 intensas horas, pero valió la pena.
Al salir por el desagüe pluvial, al mayor estilo de las tortugas ninjas, se subieron a una trafi y fueron hasta la casa de los Araujos. Allí repartieron el dinero y las joyas en partes igual, y aprovecharon para volver a recordar las reglas.
1° Esconder el dinero en algún lugar oculto hasta poder guardarlo fuera del país, de preferencia en Europa.
2° Quemar toda evidencia sobre su participación en el robo.
3° No gastar absolutamente nada de lo robado hasta pasado 1 año.
4° No hablar de lo sucedido con nadie, sin excepciones.
Todos aceptaron las reglas. Sin embargo, hay cosas que uno no puede controlar. Y una de esas, es el factor humano.
