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Azote la puerta del baño detrás de mí, no lo contuve por más tiempo y vomite, en estos últimos días se basaron en mi desesperación por ingerir algo de comida sin tener que vomitarla después, me asusté cuando note mi vómito mezclado con sangre, baje la cadena para frente el tocador me apoye en el, en el espejo se notaba lo demacrado que estaba, pálido y tenía unas grandes ojeras, mis colmillos eran lo suficientemente largos y filosos que a veces me lastimaba yo solo.

Lave mi cara con un poco de agua y volví a mi clase en la cual matilda y Jorge no dudaron en preguntar que era lo que tenía cosa que solo evadía quitándole importancia.

Impaciente moví mi pierna me sentía ansioso de algo, pasaba mi lengua por mis colmillos sintiendo lo filosos que eran. Otra vez tenía hambre...

Cuando salí de la escuela, camine por la calle hacia demasiado calor por lo que decide ir por un lado que tuviera más sombra.
Me giré al escuchar ladridos, un pequeño perrito abandonado me acerqué a él con cuidado de no asustarlo y lo acaricie, su pelaje era más suave de lo que esperaba además de que el parecía muy a gusto, lo miré fijamente sintiendo un hormigueo en mis dientes en especifico los colmillos, mi estómago se revolvió al igual que el hambre se intensificaba, escuche un quejido del perrito pues había parado de acariciarlo para agarrarlo con fuerza.

Lo llevé conmigo cargando hasta un lugar cerrado, ignore los chillidos que daba y lo mucho que se sacudía, mordí aún lado de su cuello hasta enterrar mis colmillos y succionar su sangre. Cuando me di cuenta había dejo de moverse y chillar.

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Fin del capítulo 3–No más hambre

Tu asquerosa sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora