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—Sam, ¿Qué tienes, que ocurre?—La preocupación se denotaba en la voz de mi madre a quien le daba la espalda, pude sentir como ella se sentaba en el borde de mi cama.

—Nada, es solo que no me siento bien—No mentía del todo después de lo ocurrido con el pobre perrito no paraba de dejar de pensar en eso causándome insomnio en mí.

Mi madre me quitó la sábana que me cubría de pies a cabeza, y se asomó a verme—Dime que paso como para que no quieras ir a la escuela—Pidió con un tono firme, ya veía venir que ella exigiría una respuesta, podría estar mordiendo por dentro pero ella no me dejaría faltar a la escuela.

—Ya te dije, estoy enfermo—"Pero de la cabeza muy posiblemente" Pensé haciéndome bolita en la cama y volví a cubrirme con la sábana a pesar de que esta me hacia sudar . La mano de mi madre acarició mi espalda y que de alguna forma me resultaba reconfortante.

—Bien—Dijo algo enojada al no recibir alguna respuesta de su agrado—Ya me voy a trabajar, adiós —Me dejo un besito en la mejilla, me despedí sin mucho animo de ella, al salir la habitación fue inundada por un silencio del que no era más que interrumpido por el sonido de la calle... Los quejidos y chillidos del perro resonaban una y otra vez como un recordatorio de lo que había hecho, abrazado a una almohada, no, más que eso, estaba aferrado a ella sollozando queriendo dejar de escucharlo hasta que me dormí.

Al despertar tenía hambre a lo que me fui a lavar la cara mojada en lágrimas, cuando me miré al espejo me sorprendí al verme tan pálido, mis colmillos eran más largos de lo normal y lo más raro mi reflejo apenas y se notaba.

Mi estómago soltó un gruñido a lo que fui hasta la cocina a buscar comida pero nada de lo que había me apetecía y decidí salir a comprar algo, de camino revise mi teléfono y tenía varios mensajes de mis amigos pero no respondí ninguno más allá de un simple "Solo estoy algo enfermo", caminando por la calle algunos perros y gatos abandonados que rodaban por ahí huían de mí asustados o se ponía a la defensiva, ugh, ¿acaso sabían lo que había hecho ayer?. Nunca había sido un imán hacia los animales pero el que ellos corrieran de mi me hacia sentir enfermo y cansado por lo que había cometido.

Al salir de la tienda un gatito se encontraba a lo lejos, durmiendo, con sigilo camine hasta el y al igual que con el perro lo cargué aún cuando lucha fui hasta un lugar cerrado y traté de morderlo, no estaba pensado correctamente, solo seguí ese instinto que tanto quería retener, y de haber sido por que reaccione justo poco antes y termine mordiendo mi propia mano y así calmar el cosquilleo tan molesto que había en mis colmillos, el gatito huyó asustado,  era más que obvio que lo haría, salí de ahí con prisa a encerrarme de nuevo con algo de sangre en mi mano, el que pudiera lograr contener mi hambre y que siguiera vivo era un pequeño consuelo de que aún no había perdido toda la conciencia.

"¿Estuvo bueno el platillo de ayer?" Estaba escrito en un pos-it pegando a la puerta de mi casa lo quité y arrugue sintiendo un genuino miedo y nervioso mire hacia los lados en busca de algo que resultara extraño o sospechoso pero no hallé nada.

El miedo que sentí me advertía de lo que me estaría esperando más tarde...

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Fin del capítulo 5– Comida

Tu asquerosa sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora