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Sol

 

23 de Septiembre de 2014

El sabor a polvo se sintió de inmediato, al minuto en que Felicia comenzó a mover la boca, después fueron sus ojos, había algo en ellos que le molestaba, pero no podía mover sus brazos, allí comenzó a preocuparse, no era el hecho de que estaba tumbada sobre un colchón, con un pequeño rayo de luz pegándole justo en su estomago. Era el hecho de que no abría sus ojos porque había algo en ellos y que estaba atada.

Quería gritar pero estaba amordazada, trató de hacer un movimiento como un pescado recién salido del agua, se agitó y se agitó y nada. Felicia se movió y nada, para cuando escuchó unos pasos siguió moviéndose y con mas fuerza, una patada en su estomago la detuvo. Se quejó y soltó unos gemidos pero sintió que la persona que le dio esa patada no se quejo cuando la pateo.

James había encontrado esta casa a las afueras de Antofagasta, estaba abandonada hace mucho tiempo al parecer. Cuando entró a ella, sintió un olor a muerto, así que revisó en toda la casa pero no había nada. Antes de encontrar esa casa, pasó por una farmacia que estaba de turno nocturno, compró un kit de primeros auxilios, unas pastillas para el dolor de cabeza, un bloqueador solar. Lo que no pudo conseguir fue una tintura para el pelo, se cambiaria su identidad, al menos solo exterior.

Al día siguiente había salido a comprar unas cosas, se cambio su ropa y puso su mejor cara, aunque la mantuvo siempre baja, para no aparecer en ninguna cámara si es que habían, compró por fin la tintura, compró unos bidones de agua, pasta de dientes, algo de comida y unos vasos plásticos.

Cuando llegó a la casa vio a Felicia moverse, no fue por el hecho de que se moviera que la pateo en el estomago, fue que sintió una rabia repentina y no se pudo contener.

En la casa había un colchón que no daba buen aspecto, fácilmente podias contraer cualquier enfermedad en el, habían dos sillas y unas ventanas que James no se arriesgaba a abrir.

Cuando James se sentó quería que Felicia lo viera, que viera lo que había creado. Un ser que no puede vivir consigo mismo, un ser que no pudo terminar sus venganzas. Así que limpio la suciedad que tenia Felicia en los ojos y esta abrió los ojos, grandes y asustados ojos.

Se miraron por unos segundos pero luego apartaron las miradas, Felicia exploro el lugar y James le sirvió algo de agua. Bendita agua. Tomaba sorbos de esa agua y Felicia lo veía tomársela.  A Felicia se le hizo agua la boca.

James se cambio la remera, había sudado en la ciudad y la casa no era demasiado fresca, aunque tenia el presentimiento que si abria la ventana entraría una brisa marina que refrescaría todo, pero solamente se virtio algo de agua en el cuerpo y se sintió como nuevo.

Felicia lo miraba fijamente, estaba calmada y quería decir algo, lo dedujo James cuando le dio una mirada y se acercó a ella.

—Tienes que prometerme que no gritaras —le dijo James mientras le sujetaba la mandíbula — ¿Lo prometes?

Y Felicia asintió.

Cuando James le saco la mordaza que era una pobre cinta de una de las remeras de James, Felicia se puso a gritar como loca, parecía alarma de auto. James le dio un gran golpe en la cara.

— ¡Sin gritos! —dijo James e instantáneamente Felicia dejó de gritar.

—Esta bien… —le dijo Felicia mientras lloraba del dolor.

— ¿Quieres algo de agua?

—Sí, gracias —dijo Felicia y se sentó en el colchón —Seria muy refrescante.

James dio un gran suspiro, Felicia creyó que estaba cansado, pero la verdad es que James se decía a si mismo que no sacaba nada con golpearla para volver el tiempo atrás, o simplemente hacerla callar.

— ¿Quieres algo para comer? —le preguntó James.

—Seria agradable —le dijo Felicia mientras  le dio una sonrisa famélica.

Jame metió la mano en una bolsa de papel y de ella sacó dos grandes hamburguesas con unas porciones de papa, le lanzó una hamburguesa a Felicia y esta como si nunca hubiera comido, arrasó con el papel que envolvía la hamburguesa y le dio un gran mordisco. Luego pensó en disfrutarla y comió más lento, mucho más lento, como una dama lo haría.

Hubo un silencio incomodo entre ellos, por un bastante tiempo, Felicia se paso ese momento incomodo buscando alguna manera de escapar y escuchando si pasaban autos o camiones por allí.

James pensó en varias veces como eliminarla. Podía arrojarla al mar y el nivel de contaminación borraría toda huella de que fue él, lo otro seria obtener una coartada. Luego pensó en quemarla, Asfixiarla, matarla a golpes, con varias piedras a su cabeza. Trató de no sonreír para no parecer loco.

— ¿Por qué estás haciendo esto James? —le preguntó Felicia.

— ¿A qué te refieres?

—Esto… la casa, la comida, vivir como prófugos.

—Por tu culpa —le dijo James con una mirada fulminante —Por tu momento de paparazzi en mi casa, porque te perseguí por toda la cancha… —Le decía James mientras más alzaba la voz.

—Pero no era necesario —le dijo mientras se levantaba del colchón —Podías solo haberte ido de allí.

—Podría, pero no confió en ti, a pesar de todo rompiste nuestro acuerdo.

—Buen punto.

Y james se dio vuelta, estaba sacando un arma que siempre llevaba en su auto, por si algo ocurría con una de las víctimas, una arma que heredó de su tío.

— ¿Qué estás haciendo?... —le preguntó Felicia — ¿James?

—Nada…

—Hablemos —le dijo Felicia.

— ¡Estoy cansado de hablar!

Y James le apunto en la frente, Felicia comenzó a tener un pequeño temblor en su cuerpo, nunca la habían apuntado así, y no es una experiencia que quisiera vivir, menos con James.

Se miraron y por un segundo James recordó la persecución.

Se miraron y se miraron, luego James le dio otro golpe, pero con la arma.

— ¿Quieres una cigarro? —le preguntó James.

Felicia lo miro, mientras escupía algo de sangre.

—Porque no —le respondió Felicia.

Vengeance©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora