9

143 16 1
                                    

Uno.

 

7 de Febrero de 2014

Antes de poder ayudar a Violeta, tenia asuntos pendientes con otras personas, pagos que debían realizarse.

En mi pequeña lista de personas que alguna vez arremetieron contra mí, estaba este personaje. Un poco peculiar debido a su psicología.

En la epoca en que era gordo, mucha gente me insulto pero quedaron aquellos que lo hacían todo el día y todos los días. De ellos no me olvidaré nunca.

Un día, unos chicos que conocí en la playa cuando estaba con Violeta, nos invitaron a una fiesta en la casa de uno de ellos. Era territorio popular. Pero si ellos no me conocieron. Ninguno de los otros los hará. Violeta no pudo ir debido a que se sentía mareada y tenía vómitos.

Cuando llegue a la dicha casa, había mucho alcohol por todos lados, y había algunos que estaban fumando hierba. Una hierba buena al parecer. Reconocí algunas caras, pero nada extraordinario. Y mientras buscaba a quienes estaban en la lista. Entre la multitud aparece este personaje.

Llevaba puesta una chaqueta de mezclilla y pantalones bien ajustados. Llevaba el pelo en mohicano y tenía una pre-barba. John era su nombre y de aspecto rudo era.


Cuando me incluyeron en el circulo varios de ellos me quedaron mirando, sentí miedo por un minuto, ¿Qué si alguno de ellos me reconoce?

No lo hicieron.

Conversaban de varias cosas, algunos decían que tenían miedo de comenzar el último año de la media, otros no querían que el verano acabase y habían otros que solo se besaban.

Quería mezclarme con la mini sociedad y cuando me levanto a buscar alcohol, el personaje a quien llamaremos Uno (John), se levanta conmigo.

Había varias opciones de Vodka. Todos fácil y difícil a la vez de escoger. Nunca he probado Vodka y siempre he querido.


—Prueba este, con esto y esto –me lo dice apuntando a la bebida Sprite, una redbull y Vodka Ustinov.

—Gracias, estoy un poco perdido en esto... nunca he tomado Vodka.

—Ah... en ese caso, querrás comenzar con este —levantando el Absolut original.

—¿Lo recomiendas o es el consenso general?

—Lo recomiendo.

Los dos reímos levemente.

—¿Eres de aquí? —me pregunta directamente.

—Sí, nacido y criado aquí.

—¿Cuál es tu nombre?

Mientras me estrechó la mano, le respondo.

Julián.

No quería dar mi verdadero nombre.


—¿Cómo es que no te he visto por acá?

—Estaba de vacaciones y me fui a estudiar a Serena, lo que quedaba de año.

—Ah... bueno, entonces brindemos porque ¡has vuelto!

Los dos levantamos los vasos plásticos.

—Vamos a sentarnos.


La muchedumbre se había movido hacia otra sala, una más grande. Parecía que jugaban un tipo de juego. Se llamaba "La cultura Chupistika" y cada vez que me tocaba perdía y debía toma un sorbo de mi trago.

Lo que siguió de noche, Uno me miraba cada vez que podía o me tocaba el hombro. Yo penaba que era algo común. Pero cuando no fui el único en darse cuenta, alguien soltó una broma.

>> ¡Deja al cabro tranquilo! ¡Si no es hueco como vo'!

Me sonroje y el también.

Tenía vergüenza pero me acababan de dar la mejor excusa para poder llevar a cabo mi plan.

Resultaba que años atrás, Uno solía gritarme cosas como:

¡Hueco! o ¡Gordo maraco!

Cosas con las que una vez lloré, pero que encontré que no tenían sentido. Es ese tiempo el era un heterosexual todo asumido. Se comía a las chicas del colegio como si fueran masticables.

Pero las vueltas de la vida lo pusieron delante de mí y mejor aún. Siendo homosexual.


Ya habíamos intercambiado los números y cuando le anoté el mío en su celular me di cuenta que no apagaba el internet, así que le envié un mensaje:

>>Te espero en mi auto... 5 minutos.

Para ese entonces había adquirido una belleza antigua que le pertenecía a un hombre que había fallecido y como no querían mantener el auto cerca me lo vendieron a precio ganga.


Cuando Uno llegó. Lo primero que hago es llevarlo lejos del lugar. Había escuchado de un lugar que nunca conocí. Se llamaba la gruta y quedaba al norte de la ciudad, saliendo de esta.

El había comenzado con el juego previo, me tocaba la pierna y se pasaba a mi miembro. Al cual le rezaba que se levantara.


Cuando llegamos nos movimos a la parte de atrás y comenzamos a besarnos, no le quería tocar ninguna parte del cuerpo, no quería dejar evidencias.

Nos quitamos las remeras, pero yo le tocaba las piernas, y cuando hacia ahincó de que lo tocara yo me resistía y seguía jugando en sus piernas.

Al encontrar el momento perfecto, dejó de besarlo y salgo del auto.

—¿Dónde vas?

—Iré a buscar protección.

—Yo tengo

—Confió en los míos —le había mentido.


Cuando llegué al maletero, me puse guantes de plástico. Y saque un Condón.


—Ábrelo –le dije un poco enojado y empezando a desesperar.


Escuche el sonido y me lancé sobre él.


Sus ojos se tornaban rojos y se resistía. Cuando decidí ahorcarlo, no había decidió como lo haría y para mí también fue toda una sorpresa cuando, solo me deje llevar y comencé con el forcejeo.

Sus ojos se tornaban más rojos y las venas de mis brazos comenzaban a aparecer, sentí entre todo el forcejeo y más, el sonido de algún hueso que habia en la garganta. Pero apreté con más fuerza y el sonido llego como un derrape. Había quebrado algo allí dentro.

Y comencé a reír, él apenas se movía, iba perdiendo la conciencia y a la vez la vida, estábamos solos. Lo cual hacia la escena de crimen inexistente. Nunca nadie vio mi auto aparecer por estos lados. Cuando por fin el cerró los ojos, me quede unos minutos más para asegurarme de que había muerto.

Cuando me separe, le sentí el pulso... nada, estaba totalmente fuera de este mundo.

Uno había muerto.

Cuando me senté, comencé a reír paulatinamente. Del bolsillo de él saque unos cigarrillos y prendí uno. Estaba feliz. Nunca había sido tan feliz.

Taché a Uno de mi lista.


Después de un rato, junté toda su ropa y la quemé, tiré su cuerpo por el barranco y guardé la colilla del cigarrillo.

Tomé curso hacia Iquique y no miré hacia atrás.

Vengeance©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora