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Muchos gritos.

 

7 de Octubre de 2014

Estaban en una carretera, James no lo sabía y Felicia tampoco. Nos estaban desamparados, pero estaban haciendo dedo cada dos por tres. Cuando nadie les quiso parar, o llevarlos, gracias a Dios que había un pueblito cerca, aunque no habitaba mucha gente, bastaba para pasar la noche. El pueblo se llamaba Tasma, y James lo asoció con Fantasma. Felicia se sorprendió al ver la cantidad de gente que vivía en él. 35 personas a lo mucho.

Cuando llegaron, todos vieron a estas dos personas; un hombre rapado al estilo Mohicano, con una pre barba  cargando una mochila grande. Una mujer con pelo, corto, como hombre y de color rubio. No les pecio raro por alguna razón, pero James sospechaba que era porque pasaban mucho “Mochileros”.

Algunos los saludaron asintiendo con su cabeza, otros levantando su mano, e incluso estrechando las manos. Se dirigieron a una hostal, que no costaba barata, pero no era cara, pero James, antes de venirse al pueblo y pasar por la carretera, paso por otro cibercafé, uno que estaba central, hizo una transferencia por todo lo quedaba de dinero a Violeta e hizo un retiro de $200.000 que fue lo último que sacó.

Se instalaron y se fueron a recorrer el lugar, Felicia solo seguía el juego, ya esta asustada de James, en la carretera, cuando iba pasando un camión de carga, James la empujó y le sujetó la mano.

—Te dije que te rompería —le dijo James—, no debes sorprenderte mucho.

—No deberías ser tan extremo —le respondió Felicia, y se pasó lo que resto el “viaje” callada.

Pasaron la tarde torturando al otro, James decía cosas de Felicia y ella de James, aunque en este caso se llamaban Andrés e Ignacia. Venían de una familia adinerada, ambos y eran novios hace mas de 3 años. La historia se tejió en el momento, cuando unos niños, los únicos niños del pueblo les preguntaron sobre sus vidas y la vida en la gran ciudad (en este caso, la gran ciudad, era cualquier ciudad grande y con conexión a internet.)

Había oscurecido y ya se habían bañado juntos, otra vez, y fue un baño largo. Cada uno se tomo su tiempo para enjabonarse y disfrutar del agua, que harto necesitaban.

Luego James cocino algo rápido y se sentaron a comer, en menos de 10 minutos ya no había nada en ningún plato, ni las manchas de la comida. Reposaron y salieron de nuevo al pueblo, al parecer había un tipo de celebración y decidieron ver de qué trataba. Estaban mezclados con la gente, que estaba tomando en el centro del pueblo, un centro rodeados por las casa, que juntas hacían una circunferencia.

Después de un rato, Felicia quería algo de aire y James la siguió, no la perdería de vista. Se fueron por un pasillo entre casas, un callejón y salieron al desierto, solo haba un par de arbustos que se estaban marchitando y unos cactus.

Casi haba luz, solo se veía un pequeño brillo detrás de ellos y James no veía muy bien en la oscuridad. Felicia se echó a correr y James sintió los pasos, antes de que a luz dejara de ayudar al chico. Este cogió a Felicia de los brazos y la lanzó sobre la desértica tierra. Luego la levanta y de su pelo la hace caminar hacia una piedra que estaba cerca de ellos. Allí la hincó frente a la piedra y James se sacó una correa que llevaba puesta.

—Si te mueves será mucho peor —le dijo James —, súbete la remera —le dijo el chico.

Y Felicia se subió la remera.

—Solo te daré algunos para que aprendas a comportarte —le dijo James.

—Perdón —le dijo Felicia.

—A Dios se le pide perdón —dijo James—, las disculpas ya no tienen sentido.

Y le azotó la espalda con la correa, que era de cuero y un memento de su padre fallecido.

Uno tras otro llegaron a la espalda de Felicia, y la chica gritaba tanto, pero no era suficiente para que la gente la escuchara. James contó 13, Felicia por alguna razón, pensó que habían sido 26. La razón es que le dolían tanto, que el azoté se repetía dos veces.

Cuando James se puso la correa, sintió pena por ella y le bajo la remera, Felicia se resistió a la ayuda del chico, pero le dolía tanto que no podía mover sus brazos. Luego la levantó y juntos se devolvieron al hostal que habían arrendado por la noche.

Para James, fue una noche relativamente buena. Para Felicia fue un suplicio.

Vengeance©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora