La Dama Negra

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La dama en el juego del ajedrez es la pieza más poderosa y la dama negra de Xue Yang era Zhen Wen. Siempre protegiendo a su rey, siempre moviéndose en todas direcciones para garantizar su supervivencia. La primera vez que el rey negro y la dama negra se encontraron, Zi Xuan no le reveló todo de inmediato. Era mejor ir poco a poco y cuando al fin se forjó la férrea amistad que sabía que tendrían, le habló de su vida pasada. Zhen Wen era un creyente de esos temas, toda su familia lo era e incluso tenían un chamán personal como otros tienen un médico de cabecera. Al principio, Zhen Wen pensó que se estaba burlando de sus creencias pero Zi Xuan le habló sobre ir con el Maestro Wu para confirmarlo. No había duda, Zi Xuan decía la verdad. Le contó al chamán cómo fue la primera vez que se vieron, que las cosas que decoraban la estancia había variado de lugar un poco y que faltaba el tótem de la abeja. También le habló de los talismanes que puso sobre la mesa y que guardaba en el cajón de la derecha. Pero más que porque supiera donde estaban cosas que nunca había visto de aquel salón, era el hecho de que el Maestro Wu lo había notado desde que lo vio al abrir la puerta, lo mismo que hizo en su vida anterior.

Desde que el Maestro Wu confirmó lo que decía Zi Xuan, Zhen Wen se hizo aún más inseparable de él. Escuchó todo el plan que había ideado para que cuando llegara XingChen, las cosas pudieran ser de otra manera. Le contó que salvaría a Hanna, que se acercaría al anciano para ello y juntos intentaron localizar a Wang Jiang pero no dieron con él. En cualquier caso siempre estarían pendientes por si aparecía por la banda Wen para trabajar para ellos. Por todo esto, la primera persona que supo que al fin Xue Yang y XingChen estaban juntos fue Zhen Wen. 

—¡Al fin, maldito bastardo, lo has conseguido!—Zhen Wen abrió una cerveza en la cocina y se la llevó a su hermano menor que estaba derrotado en el sofá, como el que ha tenido que soportar una carga demasiado pesada y ahora le hubieran liberado de ella.

—Todavía no me lo creo, parece que en cualquier momento se esfumará en el aire.

—Eh, no seas agorero.—Dio un largo trago y sopesó decirle que aquella mañana en la que le había cubierto las espaldas en la oficina, él por su parte había estado averiguando sobre Li Lian. No se lo contaría de momento.

—Es viernes, habrá que celebrarlo en el Roxie ¿No?.

—Claro, como no puedes estar con XingChen me utilizas a mí. Ya te vale.

—No eres mi tipo.

—Serás... Oye, una cosa te voy a decir. El doctor parece de porcelana, siempre me da la impresión de que es algo tremendamente frágil. No te pases, se delicado con él que eres una puta bestia parda. Mide tus actos, mide.

—Bah, bah, tendré cuidado con él pero no es tan frágil como crees. Me capturó en el pasado y no fue con palabras agradables precisamente que lo hizo. Tuve cicatrices de por vida que lo atestiguaron. Amé cada una de ellas.

—Viendo tu cara de pasmado ahora entiendo lo que realmente sientes por él. Podía hacerme una idea, pero las expectativas, de verdad que se han superado con creces.

—Gege, no sabes lo que es encontrar a la persona que el universo a predestinado para ti. Que algo en tu interior se remueva y no deje de buscar a esa persona hasta el infinito. Voy a amarlo por siempre, eso no cambiará nunca. Él es mi razón para existir.

—¿Cuando le dirás quién eres en realidad?

—Aún no puedo hacer eso. Necesito más tiempo. Puede que XingChen ame a Zi Xuan, pero a Xue Yang lo odia a muerte. Necesito pasar más tiempo con él como solo Zi Xuan, que vea que vale la pena que estemos juntos. Tiene que saber que cambié, que él me cambió, que sin él no sería como soy ahora.

—Eres un grano en el culo, tampoco te flipes.

—Vete a la mierda.—Bebió otro largo trago y se sacudió el pelo.—Te aseguro, hermano, que el universo conspira contra nosotros, no quiere que estemos juntos, pero no me van a doblegar. Estaré con él sea como sea. Pagué mis crímenes de sobra, lo que nunca pagaré, con lo que nunca estaré satisfecho es el castigo por haberlo hecho sufrir tanto. Nunca me lo perdonaré.


Redención 2. El Rey BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora