Un cascabel

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Cuando quieres hacer feliz a otra persona preparas todo al mínimo detalle. Una cita inolvidable. una cena romántica, un paseo por un sitio agradable, un regalo, una canción, cualquier cosa que hagas lo haces poniendo en ello toda tu atención y tu dedicación. Todo parece poco, todo parece poder mejorarse a cada minuto y vuelves una y otra vez a diseñar cada detalle para que todo sea perfecto. Pero de pronto pasa algo y lo que has preparado al detalle salta por los aires y hay que reorganizar las cosas. Por eso cuando Xue Yang esperaba a que XingChen saliera al fin de la ducha para ir a cenar y le vio, supo que no saldrían del apartamento.

El daozhang abrió la puerta y se mostró como la imagen más hermosa que se pudiera tener de alguien. Se había puesto una túnica blanca demasiado translúcida como para no imaginar cada curva y cada línea de su cuerpo. Pero lo que hizo a Xue Yang perder por completo la cabeza fue que se había puesto una venda blanca cubriendo los ojos. Se mordió instintivamente el labio inferior con uno de sus colmillos de lobo y salió hacia él llegando en dos pasos. Con una mano le agarró del cuello ejerciendo presión sobre él a lo que XingChen gimió levemente.

—Hola daozhang ¿Sabes quien soy?—Xue Yang hablaba sobre los labios de XingChen intentando no comérselo en ese mismo instante.

—Siempre lo he sabido, eres mi peor enemigo, Xue Yang—susurró con un pequeño jadeo que no hizo más que acelerar al asesino en su interior.

—Exacto y ahora estás a mi merced. ¿No tienes miedo?

—¿Debería?

XingChen pasó su lengua por los labios de Xue Yang que apretó un poco más su cuello. El daozhang sentía el cuerpo de su enemigo apretándose contra él, notando cómo se crecía contra su entrepierna.

—Claro que deberías, tienes que pagar todo lo que me has hecho hasta ahora. Has sido demasiado cruel conmigo y ahora más aún.

Xue Yang se separó un poco y le soltó el cuello para agarrar la túnica y desgarrarla dejando el torso de XingChen completamente indefenso. Entonces escuchó un leve tintineo y miró a la cintura del daozhang. Tenía una fina cadena plateada rodeándola con un cascabel que le caía sobre el ombligo. La imagen era tan perturbadora y excitante que no pudo evitar clavar sus colmillos en la suave piel del cuello mientras XingChen ladeaba su cabeza con un gemido pesado. Era su presa, podía devorarlo de un bocado y era lo que quería que hiciera. Xue Yang no le iba a defraudar.

—Vaya daozhang, eres un gatito muy travieso. Mereces el peor de los castigos.

XingChen rodeó el cuello de Xue Yang y lo atrajo hacia él con rapidez para besarlo con intensidad. Barrió con su lengua el interior de la boca de Xue Yang que no se quedó atrás, terminando el tórrido beso con un muerdo suave que tiró del labio inferior del asesino. Lo soltó y se relamió lentamente.

—¿De verdad? ¿Y qué piensas hacer?

—Quieras o no voy a follarte de manera que ese cascabel no deje de sonar en toda la noche.

Xue Yang lo levantó sin problemas para encajarlo en su cintura, también él notó la dureza de su daozhang y le apretó las nalgas con intensidad. XingChen se estiró al sentir el pellizco y dejó caer hacia atrás su cabeza. Dejó su pequeña nuez demasiado expuesta y Xue Yang la atrapó en su boca, acariciándola con la lengua como el que saborea un helado demasiado delicioso. XingChen se frotaba contra el cuerpo del asesino haciendo que el cascabel volviera a sonar, Los dos acogieron ese sonido que les electrificó el cuerpo. Xue Yang lo llevó hasta la cama y lo tiró sin ninguna piedad. La túnica desgarrada tapaba la parte inferior del daozhang y Xue Yang terminó de romperla creando varios girones de tela.

La piel de XingChen, su suave vello se erizó y arqueó su espalda ante la sensación que le recorría todo el cuerpo. Con una inocencia fingida susurró entre jadeos.

Redención 2. El Rey BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora