Viejos conocidos

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XingChen y Xue Yang pertenecían a un juego macabro en el que eran meras piezas movidas por hilos invisibles con extrañas intenciones. Hilos de los que desconocían su origen o su alineación, solo podían alcanzar a saber algunas cosas y solo lo sabía Xue Yang. Reencarnaban, se encontraban y los separaban una y otra vez. Esta era la última oportunidad de Xue Yang de estar con XingChen por fin sin que su unión durara apenas unos días o unas semanas. Por eso, Xue Yang se esmeró en tener controlado todo lo que sabía de la vida anterior, así cuando llegara XingChen, tenerlo todo bajo control y vivir junto a él feliz para siempre. Pero eso tuvo consecuencias como que Li Xian terminara donde terminó.

La teoría del caos con sus intrincadas variables había actuado a placer con Xue Yang. Cuando entró en contacto con Wen Hai, algo que no había hecho en la vida anterior, otras piezas tuvieron que cambiar de lugar, se desplazaron de su sitio original y acabaron en otra parte. Una de esas piezas que tanto buscó Xue Yang era Wang Jiang, pero nunca lo encontró. Y no lo encontró porque se había desplazado tanto del tablero que nunca imaginó que había acabado donde acabó. Si en la primera vida estaba a la orden de los Wen, al entrar en juego Xue Yang salvando a Wen Hai, Wang Jiang que tendría que haber estado en esa actuación, terminó trabajando para otra gente, luego para otra y acabó en Xuanwu, extorsionando al padre del cirujano. Por eso y por lo caprichoso que es el destino, lo que Xue Yang hizo para salvar a XingChen, provocó la condena de Li Xian.

Xue Yang nunca dejó de buscar al asesino de XingChen, nunca dejó que ese cabo suelto estuviera fuera de control. Pero no lo encontró, no consiguió dar con él y terminó pensando que quizá no aparecería en esa vida, como no aparecieron otras personas. Desgraciadamente sí que había aparecido, solo que se escondía donde él no lo podía ver. Ahora mismo, asesino y víctima estaban frente a frente sin saber ninguno de los dos la relación sangrienta que habían tenido en el pasado.

—¿Vamos a quedarnos aquí?—XingChen se hizo el inocente y bajó la mirada mientras pronunciaba aquellas palabras.

—¿Por qué tan curioso?

Wang Jiang observó que XingChen se frotaba un brazo lentamente. Era primavera pero en la montaña hacía más frío que en la capital. XingChen llevaba su uniforme y la bata del hospital tal y como había comenzado el turno muchas horas antes. Li Xian llevaba el pijama de psiquiatría también, no era ropa para andar en un lugar así.

—Solo quiero ver el quirófano.

—No tengas prisa. Mañana lo verás.

—Li Xian debería comer algo. No se encuentra del todo bien.

—Eres muy molesto. ¿Qué tal si contestas mis preguntas en vez de hacerlas tú y exponer tantas peticiones?

Xingchen guardó silencio a modo de contestación.

—¿Qué sabes exactamente de lo que hace tu amigo?

Wang Jiang sentía mucha curiosidad por XingChen, no le cuadraba nada todo aquello. A lo lejos se escuchaba el sonido de un trueno lejano. Posiblemente aquella noche caería una buena tormenta de primavera en la montaña. La temperatura bajaba por momentos y XingChen sintió un escalofrío que recorrió su espalda, bien por el frío que ya comenzaba a asentarse en la casa, bien por Wang Jiang que parecía sospechar sobre su papel en toda aquella historia.

—Desvía órganos del programa de trasplantes. Hasta ahora lo hacía en el hospital. Supongo que se habrá convertido en algo más difícil últimamente y por eso lo habréis traído.

—Chico listo. —Wang se levantó y prendió la chimenea que presidía aquel salón. —Pero no tanto como para no meterte en líos. O eso, o realmente no eres lo que parece.

Redención 2. El Rey BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora