Redención 2. El Rey Blanco

Lo más cerca que pueda tenerte.

Dicen que hay personas unidas desde antes de nacer, porque antes de existir, se piensan la una a la otra. Existe un hilo invisible inquebrantable entre ellas que las enlaza para siempre. No importa la distancia que haya, ni en el tiempo ni en el espacio, tarde o temprano se encuentran porque hay una fuerza que las impulsa a buscarse incansablemente.

Xue Yang sabía eso, sabía que al final de su hilo estaba XingChen y siempre lo estaría y XingChen pensaba lo mismo. Desde aquel momento en el que Song Lan salió por la puerta, sellaron con aquel beso su destino común pasara lo que pasara. Era el primer beso que Xue Yang y XingChen se daban en esta vida como quienes eran en realidad con todo el convencimiento de lo que significaba.

Yu Hao no sabía nada del destino, ni del karma, solo sabía que Li Xian era la persona que quería que estuviera siempre a su lado y también sellaría ese destino a como diera lugar. No le importaba lo muy cuesta arriba que se le pusieran las cosas, no pararía hasta conseguir tener a Li Xian a su lado.

-Hola...-Sonrió al ver que Li Xian despertaba casi ocho horas después.

El cirujano le miró con infinita tristeza unos instantes y giró la cabeza para evitar el contacto visual. Estaba terriblemente defraudado de sí mismo por tantas cosas, que no podía mirar de frente a nadie, menos a Yu Hao que se empeñaba una y otra vez en permanecer a su lado. Intentó no llorar pero las lágrimas salieron solas.

—Eh, eh, tranquilo, estás a salvo.

—Deberías haberme dejado caer...

—Jamás te dejaré caer, no dejaré que te separes de mi nunca, Li Xian.

—Por qué te empeñas en tener a tu lado a alguien como yo.

—No quiero a alguien como tú, te quiero a ti.—Le acarició la mejilla más cercana con el pulgar.

—No sabes cómo soy, no sabes lo que soy.

—Pues déjame que te conozca.

—¿Y si soy un monstruo, y si cuando conozcas la verdad sobre mí me odias?

—Hasta si eres un monstruo te amaré. Desde el primer instante que te vi, supe que ya no podría mirar a nadie como te miro a ti. Sé que no soy como la gente que te rodea, médicos relevantes con nombres prestigiosos, personas destacadas que todos admiran. Solo soy un hombre normal enamorado de un ángel inalcanzable. Perdona a esta tonta persona que lo único que te ofrece es su amor sencillo y humilde, pero que lo hace desde el corazón. No puedo cambiar lo que siento por ti, seas como seas, si tú no sientes lo mismo no puedo hacer nada, pero aún así estaré a tu lado en esta mala racha.

Li Xian quería creer aquellas palabras, quería que el futuro fuera de otra manera para los dos, pero había tan pocas posibilidades de que eso pasara que no quería ilusionarse. Yu Hao se había colado en su corazón, lo había colmado de atenciones y era muy fácil dejarse llevar por la sensación de protección que le daba. Pero todo parecía tan irreal que temía ser rechazado finalmente por él, no podría sobreponerse a algo así. Ni siquiera pudo contestar.

—Escúchame Li Xian, ahora solo descansa, iremos paso a paso. Siempre estaré a tu lado para ayudarte pase lo que pase, créeme.

 

Mientras Li Xian estuvo inconsciente, XingChen le dio el alta aquella misma mañana a Li Lian. Zhen Wen y Xue Yang sopesaron qué hacer con ella, hablaron con la oficina de servicios sociales y el hogar de acogida y convencieron a los supervisores para que la niña se quedara con Xue Yang unos días hasta que se estabilizara emocionalmente. Li Lian estaba entusiasmada con la idea y Xue Yang también. Parecía que las cosas se iban arreglando. XingChen había vuelto con él, Li Lian estaba a salvo, solo quedaba lo de Li Xian. Pero en eso tenía una gran ayuda, Yu Hao era firme en sus sentimientos por él, también era alguien de voluntad inquebrantable y si había decidido que Li Xian estuviera a su lado, lo conseguiría sin ninguna duda. Pero de momento, esa parte quedaba a cargo de XingChen y desgraciadamente de Song Lan que tendría que tratarlo como psiquiatra. Saber que se había declarado abiertamente interesado en XingChen le hacía arder la sangre. El solo pensamiento de que tuviera esa intención ya era suficiente para pensar en arrancarle el corazón con una mano. Eso estaba pendiente y no lo iba a dejar así como así.