Mis lágrimas son por ti, mis sonrisas son por ti.

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XingChen despertó primero y frente a él estaban Xue Yang y Li Lian, que le agarraba del pelo. En algún momento la niña había terminado entre ellos y la imagen le llenó de ternura. También sentía la mano de Xue Yang que le agarraba de la cintura, como si temiera que se escapara en algún momento. No se iba a escapar, ya no se alejaría de él nunca pasara lo que pasara.

Xue Yang despertó al poco y se encontró con los ojos de XingChen que lo observaban divertido. Podría pasar horas mirando a XingChen sin desear hacer nada más. Se preguntaba cómo podría tener tanta suerte de que alguien así estuviera en su vida.

—Buenos días. ¿Esta noche nos amarrarás con una cuerda?

—Está entre mis estrategias, también emborracharos pero Li Lian es algo pequeña aún.

—Estás muy loco—dijo riendo.

—Estoy loco por ti.

XingChen se acercó y le dejó un beso antes de levantarse. Li Lian ya comenzaba a despertar también y tenían mucho que hacer, había que organizarse. Tenían que comprar los juguetes y ya de paso alguna ropa. Xue Yang protestaba porque tenía que irse a trabajar y no podía acompañarles. Se pasó todo el desayuno haciéndose el ofendido.

—No puedes comprarle ropa, seguro que son cosas chorras y cursis de color rosa de purpurina.

—A mi me gustan las cosas rosa de purpurina—Li Lian hablaba con la boca llena mientras observaba a los adultos.

—Pero esta tarde te voy a llevar al entrenamiento, tienes que parecer otro jugador.—Limpiaba la boca de Li Lian llenas de migas y mermelada con una servilleta.

—Y eso qué tiene que ver.—XingChen le metió un bollo a Xuen Yang en la boca para que se callara un rato.—Le dibujaré en la escayola un balón de vóley y un muñeco que se parezca a ti.

—Eso es muy injustooooo. Yo también quiero hacer un dibujo de ti con una jeringa gigante para que la gente sepa que eres malvado.

XingChen no paraba de reír, Li Lian tampoco. Xue Yang podía ser un peligroso asesino en el pasado, pero también alguien que siempre le hacía reír, alguien tremendamente infantil porque precisamente eso era lo que le había faltado en su primera vida, infancia. Era un momento muy agradable, pero aquella mañana también habría momentos tristes porque tenía que ir al hospital para ver a Li Xian. Cuando terminaron las compras, dejó a Li Lian con el psicólogo del centro para después recogerla por la tarde y se dirigió a la planta de psiquiatría para ver a su amigo.

En ese momento Song Lan apareció en su pensamiento. Tendría que hablar seriamente con él, ponerle las cosas bien claras con respecto a la relación que tenían de amistad y la que tenía de amor con Xue Yang. Si no quería entenderlo tendría que tomar la decisión de alejarlo de él al menos durante un tiempo. Pero Song Lan no estaba aquella mañana. Había salido de turno a primera hora y al menos no tendría que enfrentar la situación de momento. Cuando llegó a la habitación de Li Xian se encontró una grata sorpresa.

Yu Hao había accedido a ir a su casa mientras Lu Yang cuidaba de Li Xian. Se ducharía, se cambiaría de ropa y volvería al hospital enseguida. No quería alejarse de Li Xian, si tenía que hacerlo sería por el menor tiempo posible. Lu Yang se quedaría con él mientras tanto, aunque seguía dormido cuando Yu Hao se despertó. Poco antes de que llegara XingChen volvía a la conciencia y Lu Yang le ayudaba a que comiera algo.

—Lu Yang ¿Cuándo has vuelto?

—Hola XingChen, llegué anoche. Ni siquiera he pasado por casa para venir a ver a mi cirujano favorito.

Li Xian sonrió levemente y tomó otro sorbo de té.

—¿Dónde está Yu Hao?

—Le dije que se marchara a casa a cambiarse de ropa mientras yo cuidaba de Li Xian.

Redención 2. El Rey BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora