La mujer de nadie:Capítulo 16

917 29 0
                                    

—Estas divina —Katina, vestida en seda púrpura y con el cabello recogido en un moño alto, contemplaba a ______[tn] con evidente admiración—. ¡Y tu vestido es muy bonito!

—¿De verdad te gusta? —______[tn] frunció el ceño y se mordió el labio inferior ante la duda. Aquel crepé en suave color durazno no era lo que ella hubiese escogido, pero tenía que reconocer que hacía un magnífico contraste con su nuevo bronceado e iba muy de acuerdo con su cabellera marron.

No se le había consultado para la compra, pues aunque había estado presente, todo el trato se había desarrollado entre la dueña de la tienda, una elegante mujer llamada Sophia y Justin

—Te queda perfecto —continuó Katina con entusiasmo—. ¿Lo ha elegido mi hermano?

—¿Te sorprende?

—¡Por supuesto que no! —rió Katina ante el asombro de su amiga—. Una de las razones de que el negocio sea un gran éxito es su buen gusto. Me imagino que Sophia había pensado que eres una de sus chicas.

Sí, esa impresión le había dado a ella. Pero después de la maldita fiesta le devolvería a Justin su vestido. En vista de que era tan buen cliente de la tal Sophie, quizá hasta le devolviera el dinero.

—Tiene muchas amigas, ¿verdad? —preguntó con fingido desinterés.

La sonrisa de Katina se hizo aún más amplia.

—¿Lo dudas? Mi hermano es todo un hombre. Algún día querrá casarse y tener hijos, pero mientras tanto... —hizo un expresivo encogimiento de hombros— es libre para mirar a su alrededor, ¿no te parece?

Y no sólo para mirar, pensó ______[tn] al volverse hacia el espejo y recordar con asombrosa claridad la sensación que le habían producido las manos de Justin sobre sus hombros y el contacto de su firme y sedosa boca contra sus labios rebeldes...

Al contemplar su reflejo en el espejo, reconoció que su apariencia le gustaba. EL crepé formaba suaves pliegues bajo la redondez de los senos para luego cernirse a las curvas de su cintura y después caer sobre la esbeltez de las piernas hasta los tobillos. Toda la línea del diseño era de una gran elegancia.

______[tn] se sentía muy a gusto, aunque no estaba acostumbrada al roce directo de la tela contra sus pechos, ya que no existía sostén que se adaptara al profundo escote de la espalda.

—Estás tan asombrosamente bella —comentó Katina con sinceridad—, que no me sorprendería que, al verte, Justin se enamore de ti.

—Si eso ocurre, ¡su destino será no ser correspondido!

Cuando ella se enamorara, no sería de alguien tan voluntarioso y arrogante como el apuesto griego. No, se aseguró en silencio, su pareja sería un hombre que reconociera y respetase a la mujer por sus propias cualidades, tratándola en un plano de igualdad... ¡no como un accesorio para su propia imagen!

Dos horas después, ______[tn] daba un sorbo de champán intercambiando una sonrisa carente de significado con la mujer que estaba sentada a su derecha. No había visto a Justin desde que había llegado, había desaparecido con Chigwell Vayne hacia el oscuro interior de la enorme casa, edificada contra el fondo de las montañas, como un castillo medieval.

______[tn] se pasó la lengua por los labios y exhaló un pequeño suspiro. Frente a ellas había una piscina olímpica, cuya superficie reflejaba la luz de las lámparas que alumbraban la habitación. El champán aumentó su sed y despertó el deseo de más... como los besos de un amante, reflexionó divertida.

Si analizaba sus sentimientos... y podía hacerlo ya que la conversación que la rodeaba se llevaba a cabo en griego... tenía que reconocer que se sentía desilusionada. Había esperado demasiado de la invitación de Justin, pero estaba claro que la había llevado sólo como compañía para su hermana, ¡mientras él se divertía en otra parte! Había sido una estúpida al cobijar esperanzas de algo más.

Por lo menos Katina se divertía, pensó ______[tn] al contemplar el animado semblante de su amiga mientras charlaba con el joven griego que estaba sentado a su lado. Stephanos Liviticos era un hombre atractivo de rizado cabello negro y brillantes ojos marrones, y que se parecía mucho a su padre, sentado frente a ______[tn]. Ésos eran los amigos que Justin quería presentarle. Quizá pensaba que la hablarían en inglés o que Katina actuaría como intérprete o... lo más probable... no le importaba si ______[tn] se aburría al sentirse excluida de la conversación por su ignorancia del idioma. Los pies le hormigueaban por las ganas de bailar al cautivador ritmo de la orquesta.

Sólo le quedaba la tradicional ruta de escape.

—Discúlpeme —musitó—. Voy a el lavabo.

La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora