La mujer de nadie.
______[tn] accedió a pasar sus vacaciones con su amiga Katina en Grecia. A su llegada, resultó evidente que Justin, el arrogante hermano mayor de su joven amiga, esperaba una mujer de mediana edad, y no una vivaz y atractiva chica como acompañante de su hermana. Como ______[tn] iba decidida a desbaratar los planes que él tenía para el futuro de Katina, pronto empezaron las dificultades. Sin embargo, los extraños sentimientos que el griego provocaba en ______[tn], estuvieron a punto de hacerla perder la cabeza.
CAPÍTULO 1
-¿Necesita usted ayuda? ¿Va a venir alguien a recogerla, o piensa coger un taxi? ______[tn] se sobresaltó al escuchar aquella voz masculina a sus espaldas. Aun antes de volverse supo que quien hablaba era griego por su forma de pronunciar las vocales.
—Busco un taxi.
______[tn] sintió gran alivio al entregarle su maleta al hombre, pero al volverse hacia su salvador con una sonrisa en los labios, ésta se le congeló, al darse cuenta de que no era un botones como ella había supuesto, sino un hombre elegante, más alto que ______[tn], y de impecable vestimenta informal: pantalones de algodón azul claro y camisa blanca, de manga corta y cuello abierto, cuya tela parecía formar una segunda piel sobre un torso atlético.
Su rostro no mostraba indicio acerca de su profesión, aunque en realidad no existía ningún motivo para que un botones o un chofer de taxi no tuviese aquella amplia frente, la recta y arrogan‐te nariz, la sensual y turgente boca o la desafiante barbilla. A ______[tn] le parecía una estatua esculpida por Praxiteles... pero, después de todo, ¡se encontraba en Creta! Tampoco la cabeza de espeso cabello castaño claro daba ninguna pista sobre su oficio.
No, decidió ______[tn], después de evaluar los datos visuales. Era sólo su forma de actuar. Eso y la expresión de su semblante afirmaban rotundamente que, en el aeropuerto, ¡no era botones ni taxista!
Al tratar de recobrarse, ______[tn] se dio cuenta de que el corazón le latía con inusitada rapidez bajo el jersey. Consciente de que la presencia de ese hombre la perturbara y no le permitía pensar con claridad, desvió la mirada y asumió una fría compostura.
—Si los ojos no me engañan, creo que no hay ninguno —comentó refiriéndose a la falta de un taxi.
—En sus ojos no hay nada malo.
Pudo tratarse de una respuesta cortés, pero el tono en que pronunció esas palabras y la sonrisa que curvó su boca con apreciativo placer, no le dejaron a ______[tn] ninguna duda respecto a la intención del cumplido.
Sin ser nada aconsejable, levantó la vista para encontrarse con la mirada de él, pues tenía el decidido propósito de desalentar, por medio de una mirada de gélida indiferencia, cualquier otro intento de flirteo; pero la burlona expresión de aquellos ojos de sorprendente color miel que la miraban a través de una espesa cortina de oscuras pestañas, la sorprendió tanto que hasta la hizo parpadear.
Turbada, ______[tn] se dio cuenta de que se ruborizaba hasta la raíz del cabello, y, con desesperación, miró a su alrededor en busca de Katina.
—¿Hacia dónde se dirige? —preguntó con voz profunda de forma retórica, pues ya se había inclinado para examinar la etiqueta de la maleta. ______[tn] le observaba sin poder hacer nada, cons‐ciente de la manera en que el ligero algodón de sus pantalones se adhería los musculosos muslos.
Irritada por su comportamiento irracional, ______[tn] suspiró de desesperación. Supuso que estaba más nerviosa de lo que quería admitir, por la perspectiva de conocer al hermano de Katina. Varias cosas se había combinado para alterarla, además del futuro enfrentamiento con el hermano de su amiga; la emoción del vuelo, el entusiasmo de Katina por haber vuelto a su patria, el desacostumbrado calor... ¡pero eso no sería suficiente para incapacitarla en situaciones tan sencillas como la de encontrar un taxi y la de tratar con perturbadores miembros del sexo opuesto!
—Ya veo que se dirige hacia Heraclión —el indeseable acompañante ya se había incorporado y la contemplaba con indolente impertinencia, sin escapársele detalle, desde el hecho de que no llevaba anillos en los dedos de las manos, hasta las gotas de sudor que perlaba su frente y la hacían sentirse tan incómoda—. Quizá volvamos a vernos pronto —manifestó, al tiempo que aferraba el asa de su maleta—. ¿Tiene ya reserva en algún hotel?
—No, por favor, yo... —______[tn] le cogió del brazo, pero retiró la mano rápidamente al sentir el calor de los músculos.
—¿No? —las oscuras cejas se levantaron en burlona sorpresa—. Iba a llevarle el equipaje hasta donde pueda coger un taxi; de ninguna manera pensaba robárselo.
Su aire de herida inocencia tenía la clara intención de hacerla sentirse culpable. En ningún momento había sospechado que pudiese ser un ladrón ni la clase de pillo que roba las maletas a los turistas. Pero había otro tipo de bandidos... apuestos jóvenes que se acercan a las extranjeras para enamorarlas y despojarlas del dinero.
______[tn] sonrió con malicia; segura de haber identificado a ese individuo como un playboy profesional, decidió divertirse un poco a sus expensas. Le dejaría que le llevara las maletas hasta el taxi y que oyera la dirección cuando se la diera al chofer. Si se presentaba a buscarla al apartamento de los Bieber, tendría que enfrentarse a la furia del tremendo Justin Bieber por haber abordado a la acompañante de su hermana.
—Por supuesto que no he pensado eso —manifestó en fingida disculpa—. Puedo darme cuenta de ella con facilidad —examinó con exagerada admiración las amplias espaldas y después permitió que su mirada se deslizase, imperturbable, hacia la estrechas ca‐deras, y las largas y musculosas piernas. Cuando volvió a mirarle a lo ojos, tragó saliva, al darse cuenta de que se enfrentaba a una personalidad más poderosa de lo que había imaginado—. En realidad, le agradecería mucho que me consiguiera un taxi... —se echó a un lado un mechón de cabello y, con movimiento deliberados, se pasó la mano con lentitud por el pecho, como para alisar inexistentes arrugas de la ropa, aunque casi sin poder disimular su diversión al ver la mirada de él.
De pronto, el hombre, en lugar de coger la maleta, como se suponía que haría, levantó el brazo. Invadida por un razonable pánico ante la posibilidad de que le tocara, ______[tn] dio un paso atrás, volvió la mirada hacia la terminal aérea y exhaló un suspiro de alivio al ver que Katina, con una maleta en cada mano, se acercaba hacia ellas.
Iba a ayudar a su amiga, pero se detuvo al ver que Katina dejaba las maletas en el suelo y corría hacia ellos con una sonrisa en los labios.
—No he podido encontrar un taxi... —empezó a decir ______[tn] , pero la explicación murió en sus labios cuando, de manera inexplicable, Katina la ignoró y se acercó con los brazos abiertos hacia el griego.
Las fuertes manos del hombre cogieron las de Katina y después estrecharon a la emocionada chica, ante el desconcierto de ______[tn] , quien vio al tipo darle a Katina un cariñoso beso en la mejilla.
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La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.
FanfictionEsta novela no es mía,pero es una de mis favoritas.