La mujer de nadie: Capítulo 23

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-¿Le ha contado ya Katina la proposición de Stephanos? -recorrió con desdén el exhausto cuerpo de ______[tn], lo que la avergonzó al recordar que llevaba pantalones cortos. La frialdad de su mirada sugería que la consideraba sólo una pesada molestia.

-¡Pensaba que era usted quien lo había propuesto! -atacó ella, con más valor del que sentía.

-Ah, ¿sí? -Justin sonrió de manera desagradable-. Creo que usted y yo debemos tener una pequeña charla.

-Hablaremos si quiere -aseguró ______[tn] con un negligente encogimiento de hombros y notando la preocupación que demostraba el semblante de Katina-, pero en otra ocasión. Ahora tengo mucha sed y necesito darme una ducha.

Sin esperar respuesta, se encaminó a la cocina sin darse cuenta de que Justin la seguía. Al sentir su mano sobre el brazo y al oír su voz, baja pero intensa, se sorprendió.

-No es mi intención matarla de sed, jatáki mou. Puede tomar su agua, pero la ducha tendrá que esperar.

-Eso cree -comentó ______[tn] pasando a su lado, momento que él aprovechó para cogerla con más fuerza del brazo.

-Muy bien; si insiste, iremos juntos -caminó hacia la escalera, sin soltar a ______[tn] -. Podemos hablar tan bien arriba como abajo.

Ella apretó los labios. ¿Se atrevería a seguirla hasta su dormitorio y acompañarla mientras se duchaba? Se detuvo, se volvió hacia Justin y agitó las pestañas como aquella vez en el aeropuerto.

-Supongo que su hermana estará acostumbrada a que acompañe a la ducha a sus amiguitas -manifestó con burla-. ¿Mas no cree que le va a extrañar que lo haga con las empleadas?

-Por supuesto... si estuviese aquí. Pero acaba de irse al supermercado. Le he dicho que iría a recogerla dentro de media hora y que me esperara para tomar algo antes de cenar.

Por aterradora que pudiese ser la perspectiva de encontrarse con él a solas, tenía la ventaja de que podría aprovechar para decirle algunas cosas que no debía escuchar Kati.

-Muy bien -aceptó, como si hubiera tenido opción-. En vista de que tiene el tiempo limitado, pospondré mi ducha.

-De acuerdo -comentó Justin con desdén, mientras ella escapaba hacia la sala de estar. Se dejó caer en uno de los sillones y contempló a Justin con lo que, esperó, fuese una gélida mirada, mientras él se sentaba frente a ella. Dios Santo, ¿cómo era posible que le amara y odiara al mismo tiempo?

-¿Bien? -inquirió ______[tn] en tono pomposo.

-¿De verdad ha pensado alguna vez que yo iba a permitir algo que no conviniese a Katina? ¿O es que trataba de imbuirle dudas en su mente sólo para usarla en mi contra?

Si alguna vez ______[tn] sintió remordimientos por intervenir en aquella situación familiar, se evaporaron al instante.

-No acepto que usted tenga derecho a planear la vida de nadie -respondió cortante.

-¡Tengo todo el derecho en lo que a Katina concierne! -apretó la mandíbula irritado.

-Quizá olvida que no se trata de una niña pequeña e ignorante, sino que es una mujer inteligente y de amplia cultura, ¡capaz de arreglar su propio futuro!

¿Habría ido demasiado lejos? Aunque un escalofrío de alarma recorrió la nuca de la joven, nada podría haberla contenido; así de fuerte era la necesidad de atacar a aquel terco y reaccionario hombre.

-¡Y quizá usted no sepa que ese hecho me lo debe a mí! -expresó Justin tan alterado como ella-. Si Kati tiene alguna educación, es porque yo me he asegurado de que la tenga, ¡por voluntad propia y con medios proporcionados por mi bolsillo!

-¿Y eso le da derecho a escogerle marido?

-¿Y qué preferiría que hiciera? -la desafío-. ¿Sugerirle que recorra los clubes nocturnos y las playas para ver si se le acerca algún jovenzuelo atraído por su belleza? ¿Le importa tan poco el matrimonio que no le concede más atención que a un salto de trampolín?

-Por el contrario -se apresuró a replicar a ______[tn], contenta de tener la oportunidad de expresar sus puntos de vista-, lo considero una de las decisiones más importantes que tiene que tomar una mujer en su vida... pero no creo que toda su preparación esté encaminada a eso, ni que el matrimonio sea el único objetivo de su existencia. Hay muchas mujeres que desean ser algo más que la consorte de un hombre y que necesitan una mayor realización que cumplir con la tarea biológica de parir hijos y de educarlos. ¡También necesitan estímulos y satisfacciones intelectuales!

-¿También... o en lugar de? -esperó la respuesta con las oscuras cejas levantadas

-Eso depende de cada mujer -declaró con firmeza-. Debe reconocer, por lo menos, que somos seres individuales, y no como un grupo idéntico y sin opciones.

-Y usted prefiere toda una vida con estímulos intelectuales en lugar de satisfacciones físicas, ¿verdad? -sus ojos eran inquisitivos, pero ella percibió un brillo de diversión en sus profundidades.

-No estamos discutiendo de mí -respondió con acidez-. Pero sí, ya que me lo pregunta, yo me sentiría asfixiada por la domesticidad. Allá fuera hay todo un mundo, y quiero descubrirlo por mí misma. De ninguna manera deseo ser un gatito, como usted me llama... ni conocer sólo un ambiente o que mi alimentación y bienestar dependan de la caridad de otra persona. Quiero ser libre para moverme, viajar, aceptar retos... -se detuvo, consciente de que alzaba la voz ante la descripción de la clase de vida que había proyectado para sí misma, y sintiéndose avergonzada por su entusiasmo.

-¿Y también eso es lo que siente Katina? -preguntó Justin con frialdad y con una mueca de su sensual boca.

-Yo... -______[tn] titubeó al recordar los sentimientos de Katina. Siempre había sido evidente que la chica deseaba casarse y tener hijos tan pronto como fuese posible, aunque tenía miedo de que su hermano le hubiera escogido un hombre demasiado mayor y que no le gustara.

-¿Y bien? -insistió Justin-. ¿Piensa eso Katina?

-No -admitió ______[tn] con sinceridad-. Sólo trato de decir que a ella debería dársele la opción de averiguar qué siente en realidad.

-¿Y no ha sido así?

______[tn] le contempló, dudosa, pues pensaba que ese tono de su sumisión era sospechoso.

-No -respondió con calma-. Usted le ha dada la oportunidad de casarse... pero sin que pueda enamorarse del hombre que prefiera.

Algo brilló en la mirada de Justin, y entonces agudizó su sarcasmo.

-¿Y qué sabe usted de amor? -le reprochó-. Cree que es esto? -para horror de ______[tn], cogió el libro que Kati estaba leyendo, Las confesiones de Afrodita, y se lo tiró al regazo, golpeándola en la pierna-. ¿Ir de los brazos de un hombre a los de otro? ¿Es así como cree que mi hermana debe seleccionar a su pareja?

La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora