El día que los invitaron a la casa de la familia Liviticos, resultó muy provechoso. Katina estuvo radiante y le echó los brazos al cuello a ______[tn] cuando se encontraron solas en su dormitorio.
—¡Oh, ______[tn]! ¡No puedes imaginarte cómo me siento! —los chispeantes ojos de la chiquilla brillaban con lágrimas de emoción—. Stephanos es maravilloso... cada mañana despierto con la sensación de no poder ser más feliz, y cada día, milagrosamente... ¡lo soy!
Katina era ya toda una mujer, segura de su feminidad y orgullosa de su poder para atraer y extasiar al joven griego que le había pedido permiso a su hermano para cortejarla. Al contemplar su radiante y animado rostro, a ______[tn] le pareció imposible sospechar que se tratara tan sólo de una hermana que obedecía las órdenes de su imperioso hermano.
Katina estaba enamorada y lo demostraba con cada movimiento de su orgullosa cabeza, con cada parpadeo de sus tupidas pestañas y con la dulce curva de su encantadora boca al intercambiar miradas con Stephanos. ______[tn] ya no dudaba de que él también se había enamorado. Más tranquilo y controlado no hacía ningún intento por ocultar el hecho de que sólo alejaba su mirada de Katina cuando las exigencias de la conversación cortés así se lo demandaban.
¡Estaba claro que Katina no necesitaba ningún hombro para llorar! Tanteando el terreno, ______[tn] le comentó a su amiga que regresaría a Inglaterra en cuanto su estancia en Aghios Nicolaos terminara.
—¡Pero no puedes! —fue la horrorizada exclamación de protesta por parte de Katina—. ¿No te ha atendido bien Justin? El me prometió que haría todo lo posible para que estuvieras a gusto. Si mi hermano no me hubiera hecho una promesa, yo nunca te habría dejado... ¡ni siquiera por Stephanos! Además, estabas de acuerdo con quedarte hasta el final de las vacaciones. Oh, ______[tn], siento mucho haberme ido así. Pero cuando vuelva, tendremos oportunidad de divertirnos juntas... —sus negros ojos estaban arrasados—. Sé que he sido egoísta, pero creía que Justin te atendería como lo dijo. Él conoce muy bien la isla y...
—Tu hermano no ha escatimado esfuerzos para dedicarme una extensa gira por Creta —se apresuró a aclarar, aunque sabía que el tono de su voz era rígido y carente de emoción. Al notar la compungida mirada en el rostro de Katina, habló con un poco más de entusiasmo—. Le estoy muy agradecida. ¡Hasta ha empezado a enseñarme griego!
—¿Es qué no te cae bien? —el rostro de la joven demostraba su desilusión.
—Siento que abuso de su hospitalidad y de su tiempo —prefirió contestar.
Katina movió la cabeza con firmeza.
—A Justin nadie le impone nada, no lo permite. Si pasa mucho tiempo contigo, es porque quiere. ¡Por favor, ______[tn]! Stephanos regresará dentro de pocos días a Atenas y yo volveré a la villa. Por favor, dime que te quedarás hasta el final del verano.
______[tn] frunció el ceño. No era necesitada ni querida y tenía que volver a Inglaterra. Cuanto más tardara en empezar a buscar trabajo, más difícil le sería encontrarlo. Pero la verdad era que no quería irse. No deseaba que esos maravillosos días de sol y ocio terminasen.
—Depende de tu hermano —respondió, anonadada ante su propia debilidad.
—Entonces, ¡todo está bien! —manifestó Katina con confianza—. Justin no dejará que te vayas.
—¿Dormías?
Los ojos de ______[tn] se abrieron con asombro al sentir el gentil roce de una mano sobre su hombro. Perdida en su contemplación del pasado, no se había dado cuenta de que la embarcación había aminorado la velocidad.
—No... sólo soñaba despierta —correspondió a la sonrisa de Justin y se pasó los dedos por el alborotado cabello —. ¿Por qué nos hemos parado?
Él no le había dicho adonde iban y ella había supuesto que sólo salían a dar un paso por el mar.
No recibió una respuesta inmediata; Justin se volvió para apagar el motor. El silencio era absoluto y maravilloso. A su izquierda, los riscos se elevaban a gran altura. El yate estaba anclado, y la marea le golpeaba con suavidad, haciendo que ______[tn] trastabillara un poco cuando Justin la cogió del brazo para ayudarla a ponerse de pie.
—Mira... —Justin señaló un montículo rocoso desprovisto de vegetación—. Kri-Kri.
—¿Dónde? —emocionada, ______[tn] se puso una mano sobre los ojos para formar pantalla y lograr ver a la legendaria cabra de Creta que vive en los altos despeñaderos—. No puedo... —empezó a decir, pero entonces contuvo el aliento pues no vio una, sino dos cabras, equilibradas al parecer en la nada. No se distinguía ningún camino y parecía que hubiesen sido colocadas allí por una mano divina.—Con razón es una especie en extinción —musitó ______[tn] impresionada.
—Valientes, temerarias, defendiendo su estilo de vida en contra de un mundo cambiante, incapaces de transigir... —la mano que la había guiado, la apretó por la cintura, al añadir meditabundo—. Quizá eso signifique una lección para todos nosotros... ¡mira! —al agudizarse su voz en la última palabra, su otra mano se levantó para hacer que ______[tn] volviera la cabeza hacia donde el risco parecía terminar en una recortada punta —. ¿Las ves? —preguntó con un suspiro de su satisfacción.
Aún la sujetaba con firmeza. Hizo sombra sobre sus propios ojos, mientras la enorme ave hacia la cual había llamado la atención de ______[tn] planeaba hacia ellos con las amplias alas extendidas.
______[tn] observaba, extasiada, cuando otra enorme ave levantó el vuelo en un hermoso despliegue de perfección.
—¿Águilas? —a ______[tn] le temblaba la voz de la emoción.
—Águilas de cola blanca —puntualizó Justin—. Según sé, llevan dos años anidando aquí. Es extraño, pues por lo general donde se les puede encontrar es tierra adentro, en las montañas —miró a ______[tn]—. Eres privilegiada. Yo he venido aquí muchas veces sin lograr verlas. Sin embargo, hoy nada más llegar, han venido a saludarte.
—¡Nunca había visto nada semejante! —sonrió muy contenta—. Nunca olvidaré este día. Son magníficas... preciosas...
—No tan bonitas como tú, ______[tn] mou.
Ese comentario la cogió por sorpresa. Al sentir su voz impregnada de deseo, emitió un jadeo y dio un paso atrás, pero no contaba con espacio suficiente; tropezó y cayó sobre el asiento.
Justin se inclinó hacia ella, le cogió la cara entre las manos y su boca buscó los labios de ______[tn] con voraz energía. En ese momento, ella olvidó todo: Katina, Yana, el hecho de que él la considerara como una aventura intrascendente. Sólo le importaba ese instante. Su dulce y cálido aliento, su fuerza, su exigente y varonil cuerpo que demandaba una fiera reacción como respuesta.
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La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.
Fiksi PenggemarEsta novela no es mía,pero es una de mis favoritas.