—Un momento... —dijo mientras se apresuraba a ponerse la bata de la elegante negligée que la había regalado su madre en la Navidad anterior.
Mientras se anudaba el cinturón, pensó en que ella era la única culpable de encontrarse en esa situación... ni era invitada, ni una verdadera empleada, ¡y de ninguna manera una amiga! Una cosa resultaba cierta: de Justin no aceptaría ni un solo dracma por sus seudoservicios, y hasta le reembolsaría su billete de avión tan pronto como le fuese posible. ¡Mal*dito! Debería llevar colgado un letrero para prevenir a las mujeres sobre los estragos que podría causar, si las cogía por sorpresa...
Cuando abrió la puerta, ______[tn] sonreía con amargura. Justin la esperaba con paciencia, aunque nada en su expresión revelaba su estado de ánimo.
—¿Puedo pasar?
Al sospechar que la pregunta era sólo retórica, ______[tn] se encogió de hombros.
—¿Por qué no? Después de todo, está en su casa.
—Pero, mientras usted permanezca bajo este techo, ésta es su habitación —con una rápida mirada la contempló: el rostro desprovisto de maquillaje y el cabello aún húmedo. Luego se dirigió a la ventana y observó el exuberante follaje de un árbol de granadas que crecía en el jardín.
Mientras ______[tn] observaba sus amplias espaldas, la esbelta cintura y las piernas cubiertas por la elegante ropa, tuvo que hacer un gran esfuerzo por permanecer en silencio. Si él esperaba una disculpa, ¡bien podría permanecer allí toda la noche! Aunque, pensándolo bien, eso último no era muy aconsejable. De pronto, Justin rompió el silencio.
—Stephanos fue a verme esta mañana a Heraclión —la profunda y modulada voz no demostraba ninguna emoción—. Dentro de dos semanas debe ir a Atenas para hacer un curso de administración. Como se podrá usted imaginar, estaba ansioso por saber cómo había reaccionado Katina al enterarse de su proposición y, quería invitarla a pasar unos días en la villa que su familia tiene en Aghios Nicolaos, antes de partir a Atenas.
—Y, por supuesto, usted la habrá animado a aceptar... —era la excusa perfecta para poder deshacerse de una mala influencia para su hermana, sin alterar a la impresionable chica.
—Por supuesto —no hizo ningún intento por contradecirla y le dirigió una sarcástica mirada que la hizo ser consciente de la pinta que debía tener, con la marron cabellera suelta y, tan despeinada como la melena de un león. Sólo que en esa habitación ya había un rey de la selva... ¡Justin!
—Al principio, Kati no quería dejarla —sonrió maliciosa—, pero por suerte la he convencido de que usted había sugerido que debía conocer mejor a Stephanos, antes de aceptar un verdadero compromiso —su sonrisa se hizo aún más amplia—. Espero que esté de acuerdo con que esas dos semanas serán suficientes para que conozca a su futuro marido.
—Sí, por supuesto —dijo resuelta. En realidad, sí que era una buena idea, le dolía que Justin tomara la iniciativa de despedirla, cuando ella estaba a punto de renunciar—. Lo único que lamento, es no haber tenido la oportunidad de despedirme de ella.
—Stephanos tenía prisa por volver a Aghios Nicolaos. Esperaban verla al venir por el equipaje de Kati, pero... —se encogió de hombros de manera elocuente—, usted ya había hecho sus planes.
A ______[tn] no le gustó la alusión a su comida con Bob Grafton, por lo que determino no rebajarse a dar explicaciones.
—Pues entonces dígale que le deseo lo mejor para el futuro, que nunca la olvidaré y que le escribiré en cuanto vuelva a Inglaterra.
Abrió la puerta de su armario y sacó la maleta. Con los ojos llenos de lágrimas, cogió varias blusas y las guardó sin ningún cuidado.
—¿Vas a escapar? —inquirió Justin, tuteándola.
Dos fuertes manos la aprisionaron por la espalda para atraerla hacia la fuerte musculatura del cuerpo de Justin. Demasiado consciente de los fuertes y acelerados latidos de su corazón, se revolvió furiosa y quedó frente a él.
—¡No huyo, me voy! —le dijo tensa, controlando su agitada respiración con un esfuerzo—. Haga el favor de llamar al aeropuerto para conseguirme billete en el primer vuelo que sea posible —no era fácil hablar con el rostro serio de Justin a unos cuantos centímetros del suyo, mas ______[tn] estaba determinada a hablar mientras él se lo permitiera—. Es obvio que Kati ya no necesita una acompañante, y yo me voy, ¡pues nada me retiene aquí!
—¿Nada? ¿Estás segura? —él la hizo volverse y la tiró sobre la cama. Temblorosa, ______[tn] le contempló, iracunda—. ¿Qué debo hacer para convencerte de que mi única motivación son los intereses de Katina? —exigió saber.
—Nada—respondió furiosa—. Pero esto ya no tiene sentido, puesto que mi cometido ha terminado —se pasó los dedos por el cabello, en un gesto de irritación e impaciencia—. Katina ya está con su futuro marido y tú... —______[tn] decidió no dejarse amedrentar por el tuteo de Justin—, eres libre de hacer lo que quieras. Por el bien de tu hermana, espero que tus motivos sean tan honorables como pretendes hacerme creer.
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La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.
FanfictionEsta novela no es mía,pero es una de mis favoritas.