cap. 8

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Cada uno de los nervios de ______[tn] empezó a emitir un canto de deleite. Los poros de su piel desafiaron a la mente y se dilataron de placer. Sintiendo que su cuerpo cambiaba, que se suavizaba y se relajaba supo que, por vez primera en su vida, era besada por un hombre que podía hacer que cualquier objeción lógica se esfumase y que se tambalearan los cimientos de su raciocinio.

Alarmada e impresionada ante su propia reacción. ______[tn] no intentó ningún movimiento de protesta cuando él la cogió de las muñecas y la miró con aquellos hermosos ojos mientras ella luchaba por recuperar el control sobre sus alteradas emociones.

—¿Y bien, yatáki mou... —los ojos de Justin relampaguearon con un salvaje fuego miel, el tono miel, el tono ronco de su voz velaba el sonido de los jadeos que agitaban su amplio pecho—. Creo que es bueno recordarlo... —consciente de los irregulares movimientos del dedo pulgar de Justin contra sus muñecas, ______[tn] no pudo desviar la vista de aquel rostro y tan sólo logró mover la cabeza, sin comprender—. El tiempo le parecerá eterno sin el consuelo de compañía masculina, si tiene la intención de cumplir nuestro acuerdo —emitió una risa dura desprovista de humor—. Esto ha sido sólo para que mantenga vivo el recuerdo.

A ______[tn] le invadió un profundo acceso de ira y abrió mucho los ojos por la impresión. ¿Cómo se atrevía ese hombre a humillarla así? ¿Creería que iba a meter a su hermana en algún escándalo licencioso?

La vergüenza la hizo desear herir aquel inmenso «ego».

—¡Para recordar! —Hablaba en voz baja, pero su tono vibraba por el peso de su furia—. ¿Y es eso lo mejor que sabe dar? ¡Pues permítame decirle que me ha excitado tanto como el beso que me dio el candidato a diputado local cuando yo tenía cuatro años! —al tiempo que pronunciaba esa mentira, una mezcla de emociones la agitaba y le impedía moverse del sitio en donde se encontraba enraizada.

—Pero aún después de diecinueve años, todavía lo recuerda —el tono de engañosa suavidad, podía haberla calmado si no hubiese sido demasiado consciente del calculador brillo que se alojaba en su mirada—. Bien, estoy seguro de poder sobrepasar a su amigo el político...

Sin soltarla del brazo, Justin cruzó la habitación hasta llegar a uno de los sillones, en donde se sentó obligándola a caer sobre él.

______[tn] le había provocado con su supuesta experiencia y él estaba determinado a poner las cartas boca arriba. Aterrorizada, luchó con salvajismo por liberarse cuando Justin se volvió a medias, para acorralarla entre su cuerpo y el ángulo donde se unían el respaldo y el brazo del sillón. Su boca carecía de ternura al encontrar la de ella y forzarla a separar los labios para recibir la profunda caricia, mientras una mano le retiraba el alborotado cabello de la ruborizada mejilla.

______[tn] arqueó la espalda y, con desesperación, trató de evadir la sedosa tenacidad de la cálida boca masculina, pero emitió un gemido de desesperación cuando él trazó una ardiente senda de besos a lo largo de su delicado cuello.

Demasiado consciente de la calidez del cuerpo de Justin bajo la delgada tela de su ropa, del delicioso e incitante aroma de su piel y cabello, así como de lo acelerado de su respiración. ______[tn] se dio cuenta de que bajo su agresividad, él también respondía. Entonces, haciendo acopio de sus fuerzas restantes, luchó por liberarse.

Esa vez, tras haber alcanzado su propósito, Justin no hizo ningún intento por retenerla. Se puso de pie y contempló a la despeinada y turbada chica con expresión inescrutable.

—Eso es algo más para que lo recuerde —le dijo con toda calma—. Nosotros los griegos hemos establecido y aceptado desafíos desde el principio de los tiempos. Así fue como empezaron los Juegos Olímpicos.

—¡Los cuales, es una lástima, no incluyen el tipo de justas deportivas que usted prefiere! —por fin pudo hacer uso de nuevo de su voz, tan furiosa consigo misma como con su autoritario atormentador. A pesar de que él había demostrado su desdén, su contacto físico había estado muy lejos de parecerle repulsivo, reconoció horrorizada por las implicaciones del descubrimiento.

—Yo no juego, yatáki mou —su desconcertante mirada quedó libre de humor y adquirió severidad—. Dé un mal paso, exponga a Katina a relaciones impropias, y se encontrará en Inglaterra antes de tener tiempo de respirar por segunda vez... y sin ninguna compensación financiera para amortiguar el golpe.

De manera estudiada, ______[tn] se obligó a ignorar tanto la amenaza como la mano que él le ofrecía para ayudarla a levantarse. Si no fuese por Katina, ¡se iría de inmediato! ¡Qué descaro, hablar de relaciones impropias! ¡Nadie era más desagradable que el hermano de Katina!

—¡______[tn]!

Había pasado frente a él como una ráfaga y se encontraba al pie de la escalera, pero se apresuró a volverse ante el imperativo uso de su nombre.

—¿Qué, no había dicho ya la última palabra? —hizo la pregunta sin mirarle a los ojos, pues no quería verse atrapada por aquella mirada que la fascinaba y repelía a la vez.

—No por completo —fue la tranquila respuesta—. Aunque debo volver a Heraclión, volveré para cerciorarme de cómo os divertís durante las vacaciones.

______[tn] asintió con un breve movimiento de cabeza. En ese momento, Justin parecía el prototipo del anfitrión perfecto. Pero los dos sabían que no lo era.

La mujer de nadie(terminada) Justin y tn_.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora