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Ya eran las 2:40 cuando yo estaba frente a la puerta del hogar de Kau. Había llegado desde hace dos minutos pero nadie se había dignado a abrir. Iba a sacar mi teléfono para marcarle y reventarle la vida una vez dentro de no ser porque escuché una voz conocida atras de mí. Giré mi cuello encontrándome con un chico vestido de traje, con unas flores en mano y una mirada confundida; saludé a Killer alzando mi mano a la altura de mi mejilla y moviendo los dedos. No es como si no quisiese toparme con él, pero no me molestaría haberlo evitado.

— Hombre, ¿Qué haces aquí?. Kau salió hace poco y se subió a una camioneta, creo que iba a la playa. — Lo mataría seguramente en cuanto lo viera, tanto a él como a los demás parguelas. — ¿Te pidió que dejaras algo?, Si gustas puedo prestarte una llave, me la dió porque suele perderla más de lo que uno se esperaría. —

— No, gracias. Creo que vine aquí por nada. — Bufé, estaba bastante molesto. Aún así dejé de lado mi sentir para fijarme mejor en el albino. — ¿Vas a alguna cita?, Te ves bien... Pero no le veo lo romántico a las violetas que traes en mano.—

— ¿Yo?— Me miró confundido.

— Si, tú. No veo a nadie más portando un traje por aquí. — Killer entendió y negó con la cabeza haciéndome saber que estaba mal en algo.

— ¡Pero qué va!, Tengo trabajo en la funeraria este día, me toca ir vestido así. Las flores las voy a llevar a mi hermano. — Me descoloque bastante, ¿Acaso había muerto?. Ante mi silencio el albino continuó hablando. — Está en el hospital. Me dijo que le llevara flores porque hace bastante no ve un campo. — me relajé, era únicamente un detalle.

— ¿A qué hospital vas? — pregunté, si quedaba cerca de mi casa o de alguna parada de autobús no me molestaría acompañarlo

— Al que es cerca de la terminal del Nether. ¿Vas por ahí? — Miré al suelo, luego a la casa de Kaumaru, luego otra vez al suelo, indeciso.

— Si, supongo que si... Además, no tengo nada mejor que hacer después de la brutal plantada. — miré a Killer con una sonrisa que fue correspondida.

Ambos caminamos hasta la parada del tren que nos llevaría hasta nuestro destino. Por un instante me acordé de las elytras y de cuánto las usábamos hace años; lamentablemente, con la falta de generación de mobs, la pólvora se volvió casi imposible de conseguir haciendo que otros métodos de transporte fuesen implementados para sustituirlas.

¿Hace cuánto no veía un Creeper?

Cuando subimos a los vagones después de pagar nuestro pasaje comenzamos a platicar sobre ello.

— Tío, daría lo que fuera por volar otra vez... Sólo pude hacerlo una vez de niño junto a mi padre. — Recordó el albino, una sonrisa nostálgica se formó en su rostro.

— ¿Lo que fuera? — pregunté, un plan comenzaba a formarse dentro de mi mente.

— Bueno... Mi vida y mi salud está claro que no, pero lo demás... — Dejo un silencio dando a entender su punto. — Vendí mis elytras el año pasado, como son bastante caras me dieron buen dinero por ellas, ahora mismo creo que nunca podría pagar por otras. — se notó desanimado con esa última frase, mi corazón se contrajo pues me daba una idea de su situación.

Una idea un poco mejor de lo que en realidad era.

Sería para otro momento, seguramente.

Cuando llegamos al hospital nos bajamos del vagón y entramos por las puertas de cristal. Caminamos directamente a la recepción donde nos atendió una joven que se parecía bastante a Shadoune; fué muy amable y nos mostró el camino hacia la habitación de Kolo pues tenía entendido que había cambiado desde su última visita. Estaba demasiado nervioso, no le conocía de nada y tampoco me entusiasmaba decirle algo como: “soy un cliente del bar en el que trabaja tu hermano, me lleva a mi casa y desahogo con él mi día a día, su cabello es suavecito” en caso de que preguntara quién era. No me percaté de mi alrededor hasta que Killer tomó mi mano para que no me quedara atrás y me perdiese ya que venía una gran oleada de gente desde pediatría.

— Oye, no te vayas a quedar aquí. — Dicho eso continuamos el camino sin soltar el agarre. Llegamos a el lugar pero ,antes de que el más alto tomara la manija de la puerta de color blanco, esta fué abierta por una mujer de cabello de colores y ojos verdes que, al verme, quedó estupefacta.

— ¿Rich? — preguntó entre confundida y emocionada.

— ¿Nia? — Pregunté igual que ella, más confundido que emocionado a decir verdad.

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— ¡En el mar, la vida es más sabrosa! — Tonacho cantaba al tiempo que iban en la camioneta rumbo a la playa. Esperaban que su plan hubiese marchado bien y, cómo no, que fuera lo suficientemente efectivo como para evitar la reprimenda por parte de Ricardo.

— Sabroso va a estar el putazo que nos va a meter — Dijo Conter, teniendo a su lado a Rubik ocupando el asiento trasero.

— En esta vida, si no arriesgas, no ganas. — Sentenció Kaumaru, aunque también tenía un poco de miedo.

𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora