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La noche transcurría, no me había despegado de la barra en ningún momento, a diferencia del resto de gente que, o se había ido a bailar, o estaba charlando con sus amigos en otros lugares.

Algo que no esperé fué que Killer se sentara a mi lado, no tenía el delantal debido a la ocasión así que nos veíamos como dos ajenos al bar, simplemente disfrutando de un trago.

La plática era tan amena que no supe en qué momento cambié de un cóctel a un shot de tequila, luego de vodka y después a lo que sea que el albino me sirviera. Él también se había puesto a tomar pero no tanto como yo, únicamente por petición de Silithur quien se había propuesto muy enserio lo de “todos toman, hasta el bartender”. Farfa ya estaba más que borracho, así que le tocaba estar un poco más cuerdo para poder cerrar el local en la madrugada.

Estaba recargado en el hombro del teñido, me sentía tranquilo a pesar de que la música sonaba a todo volumen. Killer tenía su cabeza sobre la mía, miraba a través de las relucientes vitrinas el bullicio de atrás.

Todo era tan perfecto, pero de alguna u otra forma tenía que acabar. Maldito, un amigo de todos, llamó en voz alta a que quien quisiera participar podría acercarse y jugar con la botella el juego tan conocido de Verdad o Reto.

El Creeper me miró y me preguntó si quería jugar, yo me negué.

— No tengo ganas. — apenas salió como un susurro, cosa que le fué indiferente al pelinegro de ojos rojos que me jalo junto con el banco hasta la bolita de gente que se había formado. Ni siquiera me dispuse a bajarme de mi asiento para estar en el suelo.

Supongo que por no quedarse solo, el bartender se puso frente de mí sentándose en posición mariposa.

Pasó un rato y no me percaté de cuántas rondas pasaron para que la tapa de la botella me apuntara; fue girada por Crisgreen, casi se me quita lo ebrio de los nervios, sabía lo extremo que era cuando se trataba de un juego.

— Ricardito, ¿Verdad o reto? — con su cabello rosado cubrió su rostro dándose más misterio del necesario.

— Reto. — Dije, no esperaba que fuera nada raro o tan duro como para perder mi dignidad, a parte, el alcohol no me permitía pensar en consecuencias.

— Mmm... — tardó unos segundos en pensar algo, seguramente creía que escogería verdad. — Te reto a que me des tu celular, te lo regreso a medio día. — me pareció algo totalmente inocente así que se lo dí, no era como si lo hubiera pedido desbloqueado. Era mi turno de girar la botella; me tiré en el piso y la hice rotar sobre su propio eje terminando en Kakytron.

— ¿Verdad o reto? — Pregunté y él me contestó “verdad” mucho más temeroso que yo hace apenas un segundo. — ¿Alguna vez te has echado en lodo por culpa de tus instintos porcinos?— el híbrido me miró con una cara bastante confundida, pero sin más respondió.

— Sólo de pequeño. — Algunos rieron por lo bajo imaginando la tierna y tan graciosa escena. Kaky se encogió de hombros avergonzado y giró la botella dando fin con Killer.

Por fortuna o por desgracia ocurrió un bullicio fuera del establecimiento. Por lo que supe en ese instante se trataba de que uno de los invitados había dicho que le daría un premio al mejor disfraz y nadie quería quedarse atrás.

Nadie, a parte de nosotros dos.

Nos miramos fijamente, luego de unos instantes me decidí por tomar el lugar del mago y preguntarle, no quería que se quedara sin su participación.

—¿Verdad o reto?— Pregunté. Él lo meditó un poco para después responder.

— Verdad — su seguridad era tanta que me hizo sonreír. Yo me quedé callado casi todo un minuto, quizás buscando las agallas que necesitaba para preguntar algo lo suficientemente bueno.

— ¿Me besarías si se da la ocasión? — Estaba lo suficiente borracho como para no salir corriendo; él, frente a mí, desvío la mirada y pude ver qué detrás de la pintura facial verde se notaba un rojo tenue, tirando a rosado.

— Si, si pudiese lo haría. — ya no había nadie más dentro del juego por lo que sólo tomó la botella y la puso en mi dirección. — Verdad o reto. —

— Reto — no tenía miedo de él, sabía que no me pediría algo tan vergonzoso o de extremo peligro, estaba tranquilo.

— Sígueme — Me ordenó para después pararse del suelo y sacudir su traje, yo hice lo mismo para después caminar juntos hasta una bodega, la misma de la que lo ví salir la segunda noche desde su debut trabajando ahí.

Bajamos unas escaleras que daban a un sótano demasiado grande, casi tanto como él bar en sí. Killer encendió la luz y pude ver que estaba decorado todo de negro y azúl fosforescente, en una de las esquinas había un sofá, a un lado cajas con demasiados licores y tres muebles con cajones dónde guardarían cosas que me resultaban indiferentes.

Killer se sentó en el sofá, yo hice lo mismo observando en todo momento; pude notar que le sudaban las manos.

Él me miró, su mano viajó hasta mi hombro e hizo que suavemente voltee mi cuerpo hacía él. Con su pulgar tímidamente delineó mis labios, yo los abrí un poco para que lo hiciese con más libertad.

— Aquí nadie nos vería si te beso. — me susurró, sentí una puñalada en el cuerpo, ¿Por qué no quería que nos vieran?. Tenía ganas de preguntarle pero no me dejó, siguió hablando. — Porque no quiero que mañana todos te digan lo que hice, tú no lo recuerdes y termines alejándome porque no soy correspondido. A pesar de las indirectas que me diste, me persigue la duda de si se trata de un juego o de algo tan serio como me gustaría. — Se sinceró dejando que pudiese verlo casi tan vulnerable como yo en ese momento.

— No pierdes nada intentándolo— pose mi mano sobre la suya acariciando sus largos dedos mientras él sólo me miraba a los ojos, sólo el tiempo supo cuánto estuvimos así.

Killer se acercó lentamente a mi rostro, yo no me moví pues no quería ser yo quién siguiera con la iniciativa. Pude sentir que nuestras respiraciones chocaban y mi mente se nublo justo cuando nuestros labios se tocaron.

Al principio fué lento, acariciaba mi mentón para evitar dejar algún manchón de color violeta. Yo no me contuve, me dejé llevar y tocaba su mejilla haciendo que las distintas tonalidades de verde se mezclaran.

Parecíamos dos estudiantes de preparatoria probando por primera vez labios ajenos.

Cuando nos separamos por la ausencia del aire no hicieron falta las palabras, ni siquiera oía la música de fondo ni las palabras de la gente detrás de la puerta del almacén.

Sólo estábamos él y yo en ese cuarto subterráneo.

No supe en qué momento ese beso se multiplicó convirtiéndose en decenas, tampoco cuando mi ropa se desaliño ni porqué la de él resultó igual o peor. Las marcas rojas en mi cuello y sus labios del mismo tono nos delataban, estábamos tan deseosos que no vimos fin a las caricias hasta que estas se cansaron de nosotros.

O bueno, hasta que yo terminé dormido, inconsciente de tanto alcohol en la sangre y de la sobrecarga de sentires en esa madrugada de fiesta.

...

No, no fornicaron. Este es un libro cristiano, viva Jesús, VIVA JESÚS.


𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora