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Cuando la noche se transformó en una cálida mañana, yo aún seguía dormido, pero no por voluntad propia.

Me sedaron de nueva cuenta cuando entré al hospital y quise correr en búsqueda de Rich. Estos médicos no tienen sentido del humor.

Sentí a un lado la presencia de alguien, fue por eso que desperté. Bagettita venía con el desayuno y, como no, Kolo la acompañaba para darme los buenos días.

- ¿Cómo despertó mi hermano favorito? - preguntó.

- Me duele la espalda, tengo sed y quiero pararme de aquí cuando antes - contesté, hablando lentamente y frotando mis ojos con la mano en la que me había hecho el corte, ya curada.

- Al fin me entiendes - rió y acto seguido se sentó a mi lado en la cama. - Bien, vine por tí, pero primero tienes que desayunar... Así que iré a ver qué hay en las máquinas expendedoras. - Ahí fue cuando me dí cuenta de sus ojeras a causa de pasar en vela la noche, también de que una amarga alegría lo desbordaba. - Por cierto... el oficial Chincheto me dijo que tendrías que ir urgentemente a dar tu testimonio. Durante la noche interrogaron a un sujeto que atraparon y soltó todo, pero de todas formas tienes que decir lo que te hicieron ya que el hospital se puso muy estricto con no interrogar a los enfermos dentro de sus instalaciones... Cosa rara - sujetó la mano que no estaba vendada, brindándome fuerza. - Sé que fue duro, pero tienes que ser fuerte, hermano, que de peores hemos salido. - me dió una sonrisa tan cálida como la que alguna vez me regaló mi madre, era idéntico.

Volví a llorar, pero es que no podía hacer más. Kolo salió poco después y Bagettita se quedó conmigo haciéndome preguntas de cómo me sentía, también ayudándome con la comida y explicándome que tenía que tomar medicamentos para evitar dolor o alguna infección en la herida de mi mano, había sido bastante profunda.

Luego de eso, me entregaron ropa que mi hermano había traído y me vestí con ella después de tomar una incómoda ducha. Quise escapar para poder ver a Rich antes de irme, pero la oficial que apareció disparando a Wilbur me detuvo.

- Rubén, ¿Me equivoco? - negué - acompañeme, por favor. - se dió media vuelta directo a la salida del hospital; yo, indeciso en si ir o no, decidí que lo mejor era hacer caso.

Todo por hacer que ese hijo de puta se muera en la cárcel.

La mujer cerdo se metió dentro de una patrulla que obviamente no pertenecía al área por su color, un poco más oscuro que lo que acostumbraba ver. Me pidió amablemente que me sentara del lado del copiloto y, apenas cerré la puerta, arrancó.

- Soy la oficial Sarinha, de la ciudad vecina, como le conocen. Tonacho me sugirió en este caso y bueno, aquí estoy. - me vió de reojo algunos instantes, sin perderse del camino. Quizás había hablado para cortar mi tensión. - En este momento nos dirigimos a la comisaría para realizarte un interrogatorio con el oficial Chincheto. Usualmente no hacemos esto, pero queremos cerrar lo más pronto posible este caso... Quizás de una manera no tan protocolaria, pero legal a fin de cuentas. - El silencio inundó el automóvil, no tenía ganas de hablar, aún si Sarinha hacía lo posible por crear un ambiente.

En resumidas cuentas, llegué y hablé únicamente cuando Chinche apareció. Solté todo lo que había pasado en esos dos días y, como no, también lo que llevaba arrastrando desde hacía un año. Fue difícil, pero no imposible.

Kolo llegó en otra patrulla para venir a por mí. Salimos y tomamos un taxi que nos llevase de vuelta al hospital. Bagettita me vió de nueva cuenta, pero no me dijo nada más que debía seguirla.

Me llevó al cuarto donde estaba Rich, ahí pude verlo; estaba conectado a varias máquinas que no sólo checaban sus signos vitales, sino también ayudaban a que se mantuviera con vida. Me acerque a su rostro cubierto en su mayoría por una máscara de oxígeno, apartando los rizados cabellos que cubrían parte de sus párpados cerrados. Aún tenía un poco de la sangre de Dream en sus mejillas.

Se veía tan sereno que juraría que estaba muerto.

Acaricié su mano notando lo fría que estaba, casi tanto como los cristales de la ventana por la mañana. Cuando roce una de las heridas que tenía a causa de las cintas comencé a marearme y a tener ganas de vomitar. Bagettita me alejó rápidamente y nos dijo que eso era causa del efecto Wither que su cuerpo desprendía como mecanismo de defensa.

Al salir de ahí por órdenes de la enfermera me encontré con Ryan, pero no pude mirarlo ni siquiera a los pies cuando me llamó.

- Killer... - Estaba sentado afuera de esa habitación, traía en la mano un café y se le veía igual que a Kolo: tan agotado que apenas y podía permanecer de pie.

Yo no dije nada, únicamente me acerqué cabizbajo ahogando las lágrimas que amenazaban con salir de mi rostro. Él lo notó, por ello únicamente se levantó y me dió un abrazo, dejando que la tristeza también fluyese en él en forma de gotas que recorrían su oscura piel.

- P-perdoname, Ryan, no pude protegerlo - Su mano pasó por mi cabeza, acariciando mis cabellos.

- No fue tu culpa, Killer... Anda, que todo estará bien. - Me apretó con más fuerza para permanecer un rato más así. Kolo, quién veía la escena en el marco de la puerta, se mantuvo observando a Ricardo en su lamentable estado, rezando porque despertara en ese oportuno momento.

Lamentablemente, no sería así.

Cuando nos cansamos de esa posición, Ryan decidió que lo mejor era ir a casa y dormir un rato, Bagettita le avisaría si pasaba algo urgente. Santiago me obligó a hacer lo mismo, saliendo del hospital para tomar el autobús que nos llevase a casa.

Llegamos, se notaba tan triste como aquella vez en que Kolo se internó. Mi gemelo se ofreció a prepararme algo de comer a lo que yo me negué, preferí ir a mi habitación y así lo hice.

Cerré la puerta con pestillo y evité que la luz solar atravesara las ventanas con ayuda de las persianas. Me senté sobre la cama y miré mi mano vendada, quitando la tela para dejar paso a la herida.

Se veía amarilla, el violeta que caracterizaba mis moretones era inexistente.

Volví a llorar aferrandome a la almohada, daba igual si la herida volvía a abrirse y dejaba sangre en la funda.

Quería gritar y lo hice, no podía creer que todo eso hubiese pasado.

Si me permitieran tomar el lugar de Rich, sin duda lo hubiese hecho.

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- Es obvio que me van a usar a mí como moneda de cambio, soy el único que ha sido amenazado y seguido todo este tiempo, por ello sugiero usar el prototipo de localización de mascotas y dejarme secuestrar para poder atraparlos. Si presentamos la denuncia, corremos el riesgo de ganarla y de que Vandal sufra por ello, si pedimos seguridad a la policía, nuestros seres queridos estarán desprotegidos. No podemos correr para siempre. - Resumí, como Kaumaru lo había pedido. Él únicamente se quedó pensando en algo que pudiese funcionar mejor.

- Estás idiota si crees que te dejaré a ti sólo hacer eso, Killer. - Ricardo, quién estaba sentado a un lado de Kau en el comedor de su casa, se opuso. - En todo caso, yo te acompaño. -

- No puedes, no debes ponerte en riesgo. - me miró, incrédulo ante lo que había dicho.

- ¿Y por qué tú si? - su tono de voz era cada vez más molesto, se estaba hartando.

- ¿Qué les hace pensar que no los matarán antes de que la policía llegué? - preguntó el de casco, sin dejarme contestarle al pelinegro.

- Ya lo habrían hecho desde antes. - finalicé.

𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora