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Las luces de la mañana entraron por la ventana buscando reflejarse en los ojos de alguno de nosotros. No supe en qué momento me había cambiado de ropa ni por qué terminé en una de las habitaciones de la casa de Kaumaru.

Traté de moverme e intentar pararme, pero un brazo rodeando mi vientre me lo impidió. Cuando pude parpadear un poco mejor a pesar del dolor de cabeza me percaté de quién se encontraba a mi lado era Rich.

Me sentía bien. El hecho de que tuviésemos la ropa puesta significaba que no había pasado nada subido de tono lo cual me quitaba un peso de encima. Pude apreciar un momento su rostro dando especial atención a aquellas marcas que tenía a partir de su mentón y cintura, fieles a la mezcla que llevaba en sus genes.

Dormía tan tranquilo que me dió pena tan siquiera moverme más. Acerqué mi rostro al suyo lentamente y pose mis labios sobre su frente, sin besarla, notando que estaba a temperatura ambiente.

Quería que ese momento durase años, siglos e incluso milenios, lamentablemente no podría ser así ni por más de 5 minutos pues él despertó abriendo de a poco sus ojos.

— Buenos días, Killer. — su voz mañanera hizo que se me erizara la piel, era aún más profunda que su timbre común. Con mis dedos aparté los mechones de cabello más rebeldes que osaban tapar su bello rostro.

— Buenos días, Rich. — escondió su cara en mi pecho, quería seguir durmiendo seguro. Yo acaricié su cabeza e hice que se levantara un poco para después acomodarlo encima mío. — Al parecer por fin no te levantaste antes de mí. —

— Lo dices como si hubiésemos dormido juntos muchas veces. — su mentón estaba sobre mi pecho, yo no le dejaba la cabeza en ningún momento.

No había luz suficiente como para un dolor de cabeza intenso ni ruidos fuertes que provocasen migraña en esa resaca conjunta; únicamente lo dos solos, mientras esperábamos reunir las ganas de levantarnos y comenzar con el día.

— ¿Es cierto lo que dijiste anoche? — lo miré extrañado, poco recordaba después de la mitad de la botella de vodka. Traté de hacer memoria pero sólo fallé.

— No tengo ni idea de lo que dije, pero si fué algo malo, me disculpo. — cerré los ojos, él comenzó a dibujar algo en mis mejillas tratando de desperezar.

— Pues... me diste a entender que me querías, no solamente como amigo. También, que me debías 60 esmeraldas. — Fué tan directo, a pesar de lo segundo lo cual seguramente era una broma, que casi me atraganto con mi saliva, ¿Qué mierda había hecho esa noche?.

Suavemente me moví recargandome en los codos, el pelinegro también dejó de estar acostado para pasar a apoyarse en sus manos quedando de frente a mí. Seguía encima con una mirada curiosa, como si de un gato se tratase.

— Sólo te creo lo segundo... — en sus mejillas destacaba un ligero tono rosado causa del momento, nada a comparación de las mías que de plano serían rojas. — ¿Fuí un intenso?, Discúlpame de verdad si hice algo malo, yo... — No pude continuar pues un choque de labios me había callado.

Me besó y como pude le seguí la corriente, a pesar de estar adormilado daba pelea.

— Sólo cállate un poco, déjame disfrutar de la mañana. — Luego de eso se volvió a acostar, esta vez a mi lado. Ese día hacía bastante frío; ya estábamos en Noviembre así que era normal.

Se acurrucó entre las cobijas mientras yo simplemente le miraba; sabía que había algo que no me dijo, pero no iba a insistir así que solamente le seguí la corriente y me abrigue mejor con las sábanas. Podríamos seguir así mucho tiempo más, pero un salvaje Kaumaru apareció detrás de la puerta con una olla y una cuchara de madera haciendo escándalo.

𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora