Las ligas de colores estaban sobre la mesa junto con peines complicados y perlas para el cabello. Violeta había aprovechado que Killer se quedó desde temprano en el sillón trabajando y, luego de pedir permiso, comenzó a peinarlo pues no se había dado un corte de cabello desde hacía mucho.
Yo estaba viéndolos discretamente desde la barra del comedor, siguiendo con los planes de boda que Killer había dejado a medio hacer, pues así lo decidimos. Tenía a mi lado una revista de novias y otra de ceremonias que alguna vez usé para casarme con Nia.
Me entró un gran sentimiento de nostalgia al ver el vestido que ella usó en una de las páginas.
- ¡Rich, mira cómo quedó Killer!... - no habíamos logrado que nos dijera padres, pero preferíamos darle su tiempo pues seguramente no estaba lista. Obedecí y miré a Rubén quién no despegaba la vista del ordenador; de un lado tenía colitas dispersas y del otro una trenza que podía deshacerse en cualquier instante.
- Te quedó bien, cariño. ¿Por qué no traes los broches que te acabamos de comprar?, Para que se los pongas - ella asintió, corriendo a la habitación de invitados que se transformó en suya en cuanto la adoptamos apenas anunciamos nuestro compromiso.
(N.d.a. : si, no me cuestionen mucho, que la lógica nunca me acompañó (?)
Me bajé de la barra y fuí directamente al sillón, sentandome a un lado de Killer y viendo lo que hacía en la laptop.
- ¿Ya casi acabas?, Podríamos salir a comer y pasar a dejar algunas de las invitaciones - sugerí mientras recargaba mi cabeza en su hombro.
- Si, sólo necesito que Kernel venga por esto... - cerró la laptop, mostrándome una memoria USB. A los pocos segundos, el timbre sonó.
Él se levantó para abrir la puerta dejando ver al chico con unas evidentes ojeras, consecuencia de su falta de sueño al estar teniendo tanto el trabajo del orfanato como el de Perma al mismo tiempo. Ya había acabado su universidad para ese entonces.
- Buenos días... ¿Killer? - su sonrisa apareció de oreja a oreja - te ves adorable... -
- Ya, lo sé - sus mejillas se pintaron de rosado y tomó su nuca en señal de vergüenza. - ¿Podrías revisarla de una vez?, Así me la darías este mismo día y mañana ya estaría lista. -
- Ya sabes que sí. Bueno, me retiro. ¡Que vaya bien! - Dicho eso, se dió media vuelta y Killer cerró la puerta. Desde que Kernel había entrado a trabajar con nosotros sentía que mi prometido estaba más ocupado. Ambos se encargaban de lograr que los comandos fuesen cada vez más compactos y actualizados, lo cual llevaba demasiado tiempo. Yo, a diferencia de él, me había tomado algunos meses haciendo la mayoría de mis jornadas en casa. Ahora ya teníamos una hija y debía de haber siempre alguien en casa para cuidarla, y como la demanda de comandos era mayor que el manejo de redstone, era evidente quién debía de hacerlo está temporada.
- ¿Salimos, entonces? - pregunté, él asintió.
- Claro, voy a cambiarle la ropa a Violeta, ¿Por qué siempre la dejas andar en pijama durante el día, tío? Vas a hacerla igual de desaliñada que tú - rodé los ojos, ya habíamos tenido antes esta pequeña discusión
- Porque es Domingo, señor trajes 24/7 - me levanté del sillón para ir a nuestra habitación. - Tenemos que disfrutar lo poco que queda de su niñez, porque en cuanto sea adolescente, ni tú ni yo vamos a poder decidir qué va a tener en su guardarropa... - entré atravesando la puerta y la cerré una vez estuve dentro. Fuí directo al armario tomando unos zapatos y me los puse ahí mismo.
Pasé al baño y me limpié un poco la cara; luego salí de ahí viendo cómo mi hija tenía puesto un vestido y las ligas que estaban en la cabeza del albino, ahora eran puestas en la suya por él. Simplemente no podía resistirme a suspirar de alegría por ver cómo Killer tenía un par de broches sostenidos con la boca.
Saqué mi teléfono y rápidamente tomé una foto, el sonido hizo que los ojos grises vieran a mi dirección, confundidos.
- ¿Pof quem me facaf fopos? - preguntó en un acento gracioso, pues no podía hablar correctamente.
- Porque puedo. Apúrate que ya tengo hambre... - dije y tomé las llaves del auto, además de mi billetera.
No tardamos mucho en salir los 3.
Subimos al vehículo, Killer de copiloto y Violeta atrás con el cinturón de enmedio puesto.
Fuimos directo a un restaurante de comida rápida, una vez entramos yo me dirigí a apartar una mesa y Rubén junto con nuestra hija se formaron en la larga fila para poder pedir algo. Sinceramente, mejor comer en otro lugar, pero era lo que a Violeta le gustaba y le tocaba decidir el restaurante, así que no había más remedio.
Me senté en una de las mesas que tenían sillones, aprovechando para recargarme un rato mientras olía la deliciosa grasa que emanaba de cada hamburguesa. Iba a sumergirme en un estado de tranquilidad hasta que alguien llegó a mi mesa, sentándose frente a mí mientras yo sólo lo miré con sorpresa.
- ¡Rich, cuanto tiempo! - Rubius, un colega no tan apegado, pero amigo al fin y al cabo, me saludo amigablemente. - Te perdí la pista, tío. Yo creí que ya te habías desaparecido o algo. - Sonreí, la verdad es que después de salir del hospital, poco había interactuando con el exterior como antes lo hacía.
- Lo sé, pero he estado ocupado con algunas cosillas. Ya sabes, trabajo, salud, finanzas, familia... - enumeré con mis dedos, haciendo que pudiese apreciar el anillo de promesa que compartía con Killer.
- ¡Te vas a casar!, ¿Quién es la afortunada?. Por favor, dime que es... - Yo reí, interrumpiendo el nombre que estaba a punto de decir, él me miró completamente desorbitado.
- Creo que te haz equivocado. Si me voy a casar, pero no exactamente con una mujer. - justo en ese momento, Rubén llegó junto con Violeta cargando una bandeja llena de comida.
- La comida aquí cuesta una barbaridad, mejor hubiésemos comido en casa... Oh, hola, ¿Quién es tu amigo? - preguntó, dejando la bandeja sobre la mesa y sentándose a mi lado mientras Violeta se quedaba a un lado del castaño.
- Rubén, te presento a Rubén, un amigo mío; Rubén, él es mi prometido, Rubén. - Solté la carcajada del día pues sinceramente, había planeado eso desde el momento en que Rubius se sentó. Ambos me miraron confundidos, sin saber realmente lo que acababa de decir.
- Esto es Rubéncepcion - Violeta llevó una papa a su boca después de hablar, tratando de entender lo que había dicho.
- Ya, hablando enserio. Killer, él es Rubius, un amigo que conocí en una convención y uno de los clientes de la ciudad del este. Rubius, él es Killer, mi prometido, y ella es Violeta, mi hija. - El castaño extendió su mano que no tardó en ser estrechada por el albino.
- Un gusto - Dijo Rubén
- El gusto es mío - Dijo el otro Rubén.
- Bien, sólo venía de paso. Nunca esperé verte sentando cabeza, Rich. ¿Me invitarás a la boda? - Preguntó al tiempo que se levantaba.
- Claro que si, espera la invitación por correo, que pronto te llega. - Sonreí para después estrechar mi mano con la suya en señal de despedida.
- Ahí estaré. Bueno, que vaya bien, cuídense los tres. - Luego de eso, salió junto con un hombre más bajo que él cargando un par de bolsas con comida; su rostro apenas se notaba pues tenía una máscara de búho.
- ¿De verdad se llama Rubén? - preguntó Killer una vez lo vió perderse a través de las ventanas, yo asentí. - Que quede claro que el nombre me queda mejor a mí. -
- Lo que tú digas, cariño. - Rodee los ojos, la verdad es que adoraba estos días tan tranquilos.
Demasiado tranquilos.
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𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒 [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]
Fanfiction𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒗𝒆𝒂𝒔 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒗𝒆𝒛 𝒎𝒂́𝒔 𝒓𝒂𝒅𝒊𝒂𝒏𝒕𝒆 [Inconclusa hasta nuevo aviso... nunca] •°Fanfic Killerrich