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— Puto Crisgreen. Me metió arroz hasta dentro de los pantalones. — Killer se quejaba mientras trataba de sacudir su traje. Yo por mi parte me cambiaba de zapatos pues los que llevaba eran por demás incómodos.

— Eso te pasa por agacharte. Tenía que vengarse del toallazo de alguna forma. — Él me miró, recordando con vergüenza aquel momento.

— ¿Todavía recuerdas eso?, Joder... — Una vez no quedo rastro de arroz dentro de su vestuario, se sentó a mi lado en aquel vestidor poniendo su cabeza sobre mi hombro.

— Como si fuera ayer— Reímos al unísono, formando un ambiente ameno que sólo podría existir entre nosotros dos. Miré al anillo en mi dedo, brillante como aquella tuerca que aún guardaba en el bolsillo izquierdo del saco.

— ¿Es necesario ir a la fiesta?— Killer fingió la voz como solía hacer, llegando a un tono infantil. — Podríamos simplemente ir directo a la luna de miel, ñe. —

— Claro, si estás dispuesto a dejar que la barra libre se convierta en una fuente infinita de vicio para veintones despreocupados incluso por su propia seguridad. — Lo miré de reojo, viendo cómo asentía resignado a tener que salir y quedarse en el salón más tiempo del que tenía previsto.

— Buen punto... — tomó mi mano acariciando el dorso. Las yemas de sus dedos eran suaves gracias a teclear constantemente en la computadora, podía observar las cicatrices en ella, yendo en sintonía con la blancura de su piel. — Pero, sólo déjame quedarme un poco más junto a tí.—

Cerró sus ojos y yo hice lo mismo, descansando un momento de las deslumbrantes luces y el ruido que podía escucharse detrás de la puerta. Pasamos así unos cuantos minutos hasta que oímos claramente el sonido de mi teléfono. Contesté poniéndolo en altavoz.

— ¿Bueno? — Dijo el conejo humanoide al otro lado de la línea.

— ¿Qué pasa, Conter? — pregunté.

— ¿Dónde están?, Vengan antes de que... ¡Eh, puto...! — fue interrumpido por Farfadox quien tomó el teléfono.

— ¡Sólo vengan par de trolos! — colgó dejándonos con la incógnita. Suspiré, ya no podríamos quedarnos ahí por más tiempo. Killer se levantó del sofá, tendiendo su mano para que yo la tomara y así lo hice. Fuimos así hasta la recepción donde ya todos estaban en sus mesas; algunos comiendo, otros pasando a la bebida y los tranquilos más enfocados en una amena plática. Killer y yo nos sentamos donde correspondía, en silencio, uno a lado del otro. Buscaba a Farfa o a Conter con la mirada, más no lograba encontrarlos; de hecho, nadie del imperio estaba presente. Antes de preguntar, las luces del salón se apagaron abruptamente y una voz predominó por encima de todos.

— ¡Damas y caballeros, niños y niñas.! — Silithur habló como buen presentador que era, un reflector se iluminó en su dirección. — Como muchos ustedes sabréis, soy dueño del bar de Silithur, un lugar fenomenal al que pueden ir a consumir cuando deseen — Luego de ese spam, miró a nuestra dirección — Pero hoy no estamos para eso, sino para celebrar a la pareja que muchos de nosostros vimos formar; un par de amigos que todos queremos mucho... Y es por ello que su servidor, junto con los otros cinco idiotas, organizamos algo en forma de presente, les agradecería si salen un momento al jardín para apreciarlo. Espero que lo disfruten. — Luego de eso, las luces volvieron a encenderse gradualmente al tiempo que la mayoría de nosotros salía.

La noche era hermosa. El cielo cubierto de estrellas hacía que el jardín repleto de flores resaltara. Se escuchó un pequeño estallido: un cohete salió disparado al cielo y explotó decorando la oscuridad con su luz. De repente, decenas de cohetes salieron disparados de direcciones distintas, todos en una caótica sincronía que provocaría envidia a cualquier otro espectáculo.

𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora