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Cuando el albino decidió por fin dejarse caer del sueño sobre mi sillón, me aseguré que su cabeza quedara sobre un cojín y lo cobije con una manta llena de estampados infantiles. De ninguna manera iba a dejar que volviera a su casa en su caótico estado; incluso tuve que hablarle a Kaumaru, que acababa de regresar de Madagascar, para que le diese de comer a la gata de Killer.

Pasaron las horas y el albino no daba señales de despertar. Estaba cansado de tanto estrés acumulado y de pensar demasiado en la siguiente semana.

Yo, como buen siervo del insomnio, me quedé hasta la mañana haciendo el trabajo que me restaba; más que nada contaduría. Rubik me hablaba mediante el discord acerca de lo que haríamos con los siguientes proyectos.

— ¿Y entonces qué?, Necesitamos si o si a un experto en comandos. No damos abasto. — Oía su voz a través de los audífonos que había conectado a la laptop. — A parte ya busqué por toda la ciudad y no hay ni uno solo disponible, todos los tiene ese cabrón. — refiriéndose a nuestro anterior jefe.

— Ya lo sé, sólo... — Mi mirada se desvío hacia la persona acostada a mi lado; casi podía jurar que un foco se prendió encima de mi cabeza. — creo que tengo a alguien, deja de buscar que ahora mismo hago el contrato. — mi voz, a pesar de emocionada, era poco ruidosa para evitar irrumpir en el sueño del chico a mi costado

— ¿Qué planeas, Rich? — sonaba cansado, quizás tampoco había dormido lo suficiente.

— Mañana lo cuento en la reunión, ¿Te parece?. Por mientras deberías descansar — Sugerí abriendo una nueva hoja de excel en la computadora.

— Mira quién lo dice, te veo las ojeras desde aquí — Reí apenas un poco, debía contener mis movimientos más bruscos. — Bonita noche.— despidió

— Dale Rubik, hasta luego. —Colgué la llamada y me dispuse a preparar todo lo necesario para que el albino entrara a trabajar junto a nosotros. Era un plan sin falla alguna.

Cuando la mañana llegó no tuve mejor idea que hacer el desayuno antes de que Killer despertara; freí un par de huevos y tocino, calenté algunos panes en la tostadora y abrí una de las mermeladas en conserva que tenía. Puse a hervir la tetera para hacer una infusión de manzanilla y, como si estuviera en un concurso de cocina, decore todo para que se viera más apetecible de lo que realmente era. Ni siquiera me hacía yo este tipo de desayunos, pero quería alegrarle aunque sea un poco la mañana. Además, había usado el juego de platos violeta.

En el momento en que ví como despertaba de a poco, buscando con la mirada algún indicio que le dijera dónde estaba y qué hacía ahí, saqué mi teléfono y le tomé una fotografía. No soy admirador fiel de la belleza ni la ternura, pero a ese punto, de verlo con el cabello despeinado y los ojos ligeramente hinchados, la boca seca y una expresión más allá de su acostumbrado porte... Era sencillamente divino.

— Buenos días, Killer. — Dije justo cuando ya se había sentado en el sofá, su mirada desorientada se había vuelto sorprendida, me miraba fijamente ignorando lo que acababa de salir de mi boca.

— ¿Qué hora es? — preguntó exaltado, yo miré al reloj digital en uno de los muebles y le contesté.

— Las 10:40 — se paró del sillón como rayo, aún si se mareaba o no por el repentino acto.

— Debo ir a trabajar. — fue a la puerta con la intención de salir de la casa, pero al momento de girar la perilla se dió cuenta de que esta estaba cerrada; me volteó a ver mientras yo sonreía con la llaves en un dedo haciendo que sonasen como campanas.

— Siéntate, debes desayunar. A parte, tengo una propuesta que hacerte. — Se acerco lentamente, quizás quería planear algo rápido para quitarmelas y salir corriendo de ahí, pero seguramente se arrepintió. Yo estaba frente a la mesa, sería complicado.

— ¿Sabías que esto es un secuestro? — se sentó al otro lado del que yo estaba, con todo un desayuno enfrente.

— Si, pero todo cambiará en cuanto me escuches. — Me senté finalmente en la mesa, hice un gesto para que comenzará a comer que él entendió. — Buenas tardes, señor Rubén. Esta es una entrevista de trabajo, un gusto tenerlo aquí con nosotros, dígame, ¿Cómo definiría su conocimiento acerca del uso de comandos? — Killer me miró con una ceja levantada y total incertidumbre; aún así contestó.

— Basto, conozco sobre comandos casi desde que tengo memoria. Pero no entien...— lo interrumpí, no tenía tiempo para eso.

— Bien, la entrevista finalizó, sin duda nos cautivó su capacidad y sus dotes, le hago entrega del contrato. Puede leerlo con calma sin ningún problema, y por favor, deguste de sus alimentos, que no me quemé la mano por nada. — le enseñé mi mano con una curita en el dedo anular, y una vez dicho eso, comencé a comer.

Killer empezó a leer el papel frente a él, tampoco dijo nada pues quería acabar lo más rápido posible, aunque, dicha velocidad fué reduciéndose hasta que apenas y tomaba bocado conforme leía.

— ¿Un pago inicial de 5000 esmeraldas? — Me miró sorprendido, seguramente no se esperaba aquello.

— En efecto, 10000 esmeraldas por 3 semanas de trabajo con nuestro equipo. Ya de ahí, si gusta seguir con nosotros, su salario bajaría, pero también sus horas de trabajo para que disfrute de la plena recuperación de su hermano. — Me miró a los ojos, sorprendido. Se limpió la boca con una de las servilletas y volvió a mirar el contrato.

— Y-yo... No quiero aceptarlo. Eso es mucho más de lo que gano, sería aprovecharme de tí. — Desvié la mirada hacia mi plato, no quería seguir manteniendo contacto visual.

— ¿Ya lo leíste todo?, En los términos y condiciones hay unas cuantas cláusulas que hacen que yo tenga un beneficio de todo esto.— Miró por otra vez el papel, leyéndolo en voz alta.

— Renunciar a los dos trabajos realizados de lunes a viernes, continuar laburando en el bar de Silithur, tener un horario flexible, permanecer en la cede al menos 6 horas a las semanas... ¿Cuál es la cede? —

— Mi casa. — Tomé un poco de café que había hecho a parte, no era tan fan del té.

— Vale, supongo que está bien este contrato. ¿Pero por qué quieres que trabaje en el bar de Silithur todav... —

— Yo soy aquí el que hace las preguntas.— interrumpí — Ahora, debemos apurarnos pues a las 12 nos reuniremos para hablar acerca de esto, así que si gustas puedes bañarte aquí. Creo que tengo una ropa que dejó Kaumaru la otra vez... Casi son de la misma talla, ¿No?. — me miró indagando un poco, seguramente pensando el porqué tendría ropa de su vecino en mi casa.

— Si, creo que si. Pero que todavía ni siquiera lo firmo, capullo. — tomó la pluma a su lado y apuntó, poniendo tanto su nombre de pila como aquel garabato que estaba en su DNI — siento que le acabo de vender mi alma al diablo. —

— Algo así — me acabé mi café y escribí el mensaje en el celular que confirmaría la reunión. También, cambié mi fondo de pantalla.

𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕥𝕒  [ᴋɪʟʟᴇʀʀɪᴄʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora