Capítulo 25

6.1K 549 4
                                    

Sigo en la carretera y la única –pero GRAN diferencia –es que traigo conmigo ochocientos jodidos dólares. Y no tuve ninguna follada. Mi sonrisa es malditamente grande. Me siento orgullosa de mi misma. Realmente lo hago.

Enciendo mi celular, necesito ver la hora y escuchar un poco de música... y también revisar las llamadas perdidas. Espero a que esta cosa se encienda por completo, mientras tanto sigo manejando por esta carretera que parece que me está llevando al mismísimo infierno.

El cielo, en el horizonte, se está aclarando. No me sorprendería si ya es las cinco o seid de la mañana.

Hecho un vistazo a mi celular, la pantalla me dice que son las cinco y diecisiete de la mañana. Bueno casi atino. Luego empeiza a vibrar en mi mano: una, dos, tres... y así. Dejo mi celular aún lado, hasta que termine de vibrar. Busco con mi mirada algún quiosco o bar o algún paradero para poder comer. Pero es como si realmente esté en la nada. No hay absolutamente nada. Ni una persona, ni un auto, ni una chosa, ni una planta... nada. Nada a excepción de arena, arena, arena y arena. Me siento como en Arabia Saudita o algún desierto del Sáhara.

Paro el auto, bufo molesta. No hay ni un maldito cartel que me diga a donde diablos me dirijo. Tomo mi celular, abro mis ojos de la impresión, tengo doscientas siete llamadas perdidas, más de treinta mensajes de texto y algunos mensajes de voz. Primero veo las llamadas perdidas: ciento setenta y cinco son de Trevor y las demás van desde Lily hasta números desconocidos. Luego, no me molesto en escuchar los mensajes de voz, solo los elimino, por último, reviso los mensajes de texto, abro el último mensaje que llegó: hace trece minutos, es de Trevor.

Piso el acelerador lo máximo que puedo mientras mi mano derecha se mueve a una velocidad increíble por los cambios de marcha. Miro por el retrovisor varias veces. Me maldigo una y otra vez.

¡Soy jodidamente estúpida!

¡Estoy jodida, realmente estoy jodida!

Tomo de nuevo mi teléfono de mi regazo y leo el mensaje de Trevor: "Voy por ti"

¡Viene por mi, con un demonio!

Golpeo el volante una y otra vez.

Acelero hasta el tope, el motor del Jeep ruge y se que el pobre auto me está dando todo lo que puede.

Miro de nuevo por el retrovisor. Nada. No hay nada.

Siento la adrenalina pasar por mis venas. Mi corazón late jodidamente rápido.

Soy una estúpida. Sólo a alguien como yo se le ocurre robarse un auto que pertenece a alguien como ellos y pensar que puedo desaparecer como si nada, como si ellos no fueran a hacer nada por encontrarme.

¡Ni siquiera me acordé del maldito GPS!

Me siento realmente como la mierda.

"Voy por ti" ¿en serio? ¿¡Malditamente en serio?!

No estoy lista, ni tengo una maldita gana de ver o incluso hablar con Trevor. Realmente no estoy de humor para aguantar su mierda.

No tengo ni idea de que hacer. ¡Estoy en la nada, por el amor a Dios!

Y creo que Dios realmente me ama porque a unos metros de mi distancia hay una jodida gasolinera, ¡una gasolinera! Jamás en mi vida he estado tan emocionada de ver una gasolinera.

Cuando llego a esta hermosa y muy adorada gasolinera, es como si llegara a la mejor fiesta de mi vida. ¡Incluso hay una Ford f150 aquí! Estoy emocionada y a la vez preocupada. Trato realmente de crear un jodido plan para evitar que... venga a por mi.

Paro el auto y comienzo a registrarlo. Podría dar mi cabeza porque sé que hay armas en este bonito auto. Abro la gabeta y malditamente salto por mi recompensa: una maldita glock. Abajo del asiento del copiloto hay una 9mm y, entre los asiento de atrás, hay una jodida Magnum. Encuentro algunos cartuchos escondidos en lugares bastante específicos en el auto.

Meto las tres armas con sus municiones extras en la maleta que contiene los ochocientos dólares, tomo mi celular y dejo el auto, prendido, ahí. 

Entro a la tienda que hay en la gasolinera y un muy bonito chico de ojos color avellana, me recibe. Es guapo, de contextura delgada, pero se nota que hace ejercicio, es bronceado y junto con su cabello color chocolate a cuakquier chica podría bajarle las bragas en dos segundos, pero realmente no me interesa. Ya tengo alguien que me baja las bragas con sólo respirar mi mismo aire.

Sin decir nada voy directo hasta la sección de líquidos, tomo tres botellas de dos litros cada una, cojo un poco de fruta, algunos chocolates, algunas fundas de papas fritas, un six pack de Mounster, otro six pack de Red Bull y un six pack de Heineken. Paso al lado de unas camisetas y me paro un rato para ver si hay de mi talla; sólo hay para hombre. Tomo cuatro. También una gafas. Y una navaja.

Pongo mis cosas al frente del chico guapo, quién me guiña el ojo, y comienza a  hacer cuentas y poner en dos bolsas mis cosas. Me mira alzando una ceja cuando ve los six packs y la navaja.

–¿Esos es todo, preciosa? –alzo mi ceja mientras lo miro. Idiota.

Me siento malditamente atrevida y poderosa. 

Tomo una de las camisetas con un estampado que ridículamente dice: "100% sexy" , me saco mi antigua camiseta al frente de este chico, me pongo la otra lentamente asegurándome de que vea toda el proceso.

–Estoy completamente segura de que eso es todo –guiño mi ojo –¿Cuánto es? –pregunto mientras hago un nudo detrás de mi camisa, haciendo que esta se apriete y se encoja un poco.

–Si me dejas tocar un pecho, la compra va por mi cuenta –se acerca más a mi. Yo me alejo con una sonrisa en la cara. Hombres.

–Espero que el Jeep que está afuera cubra con los gastos, idiota –tomo las bolsa y mi antigua camiseta, doy media vuelta para empezar a caminar.

Cuando salgo de la tienda, busco la navaja y respiro varias veces preparándome psicológicamente para lo que voy a hacer.

Me acerco a la puerta del conductor de la Ford  y comienzo a forcejar la cerradura. Mis manos trabajan con tanta experiencia y fluidez que incluso me impresiono yo misma. Cuando abro la puerta de la Ford, el chico sale disparado de la tienda. Me mira, luego a la Ford, luego al Jeep y luego a mi. Me rio, mientras, automáticamente, mis manos jalan dos cables, uno verde y el otro azul, y comienzo a juntarlos; después de dos intentos el auto se prende.

Dejo caer las bolsas en el asiento del copiloto y cierro la puerta tras de mi. Pongo primera y me dirijo hacia el chico. Bajo la ventana.

–Ten –tiro las llaves del Jeep hacia él. Me mira con los ojos y boca abierta –realmente espero que cubra los gastos –con eso acelero y me alejo del chico y la gasolinera. Me compadezco por él.

Trevor va a encontrar el auto indicado, pero a la persona equivocada.


HAZME PECARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora